Vivimos en la paradoja de que mientras se producen muchos más alimentos de los que se necesita para alimentar a todas las personas del planeta hay miles de personas que mueren a diario por problemas relacionados con la malnutrición o directamente por hambre.
Las cifras dicen que en España, un país donde 2 millones de personas sufre insolvencia alimentaria, se desperdicia cada año 7.700 millones de toneladas de alimentos --un tercio de la producción total--, lo que supone una pérdida de 176 kilos de alimentos por persona al año. En todo el mundo se desperdician más de 1.300 millones de toneladas de alimentos cada año, lo que es un tercio de la producción mundial, y de los de lo que 89 millones de toneladas de comida en buen estado corresponden a la Unión Europea. Los efectos sociales y el impacto medioambiental derivados de este desperdicio alimentario son sumamente altos.
Por un lado, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidad para la Alimentación y la Agricultura (FAO), 793 millones de personas sufren desnutrición en todo el mundo. Y según Eurostat, aproximadamente el 9,6% de la población europea no puede permitirse comprar comida de calidad cada dos días. Y por otro lado, la producción alimentaria es la mayor causa de la deforestación, de la pérdida del hábitat, de la biodiversidad y del agua. Además del coste económico que implica el desperdicio de la comida que en España es de 3.000 millones de euros anuales.
¿Cómo se entiende entonces que se produzca tanto como se desperdicia? La respuesta parece encontrarse en los hábitos de compra y consumo. Quienes se lo pueden permitir compran comida que ni siquiera se comerán --el 90% de la comida que termina en los vertederos en España corresponde a alimentos que se tiran a la basura tal cual se compraron--. Y los que no pueden, no aprovechan del todo los alimentos que adquieren.
Por supuesto, no se puede ignorar el papel de la industria alimenticia y su influencia en nuestros hábitos de consumo. "Las grandes empresas controlan la mayoría de las ventas de alimentos de casi todo los países ricos y utilizan el poder que tienen para activar tus impulsos de compra, para animarte a comprar cosas que ni siquiera necesitas", sostiene el documental Tus desperdicios y otros manjares dirigido por Magdalena Calabrese y Ricardo Zubelzu.
Los nuevos procesos industriales permiten producir alimentos y bebidas que se adaptan a las demandas de los consumidores pero al mismo tiempo han generado la aparición de “falsas necesidades alimentarias”. Los empaquetados 3x2 o las maxibolsas, por ejemplo, te llevan a comprar más de lo que necesitas. Además de la contaminación por los plásticos que sirven de envoltorio, por ejemplo, a mandarinas. O la bolsa de plástico para empaquetar las magdalenas de manera individual bajo el argumento de que así se conservarán mejor y se evitará el desperdicio pero se ha podido comprobar que esto no solo no reduce el desperdicio sino que incrementa el uso de plástico.
- A ver Jaimito: un ejemplo de desarrollo insostenible
- ¿Valen fotos? pic.twitter.com/PYQm2Oj5uw— Jose Luis Gallego (@ecogallego) December 16, 2017
También se desperdicia en el resto de fases de la producción como es en los puntos de venta, los supermercados. Esto nos lleva a el debate de por qué los restaurantes y supermercados no donan los productos que no se puedan comercializar pero que sí se puedan consumir. La responsable de medio ambiente de la Asociación Española de Distribuidores, Autoservicios y Supermercados (ASEDAS), María Martínez-Herrera, sostiene que "las donaciones tienen las mismas reglas de seguridad alimentaria que los comerciales" pero que no se puede donar sin pasar un procedimiento tanto la empresa donante como los receptores de los alimentos donados.
Este fin de semana es la gran recogida de alimentos para familias en situación de precariedad alimentaria
En este sentido, cada año se lleva a cabo una gran recogida de alimentos que se destinan a familias españolas en situación de precariedad alimentaria. Este año, la iniciativa que lidera la Federación Española de Bancos de Alimentos (FESBAL), tiene lugar este primer fin de semana de diciembre en 11.000 puntos de donación en supermercados, hipermercados y tiendas de alimentación de toda España. Su objetivo es reunir 22 millones de kilos de alimentos no perecederos.
Con todo, el desperdicio de alimentos normalmente se puede evitar. Un acto que puede hacer frente a las maquinaria del marketing es, por ejemplo, ir al supermercado con la lista de la compra. Otra medida es poner en valor aquellos alimentos que por ser más baratos --como las lentejas que tienen un gran valor nutricional-- o que estéticamente no nos atraen --como puede ser un tomate rozado o que no tiene la forma que entendemos que tiene que tener el tomate--. Tanto unos como otros son alimentos que en una proporción considerable están destinados al cubo de la basura.
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