Harry Garside es boxeador. Tiene cara de rudo y los lados de la cabeza rapados. Mejor no enfadarle. Medallista de bronce en los Juegos de Tokio, detrás de esa imagen hay mucho más que un tipo duro en uno de los deportes más masculinizados. Garside boxea también contra los estereotipos.
Después de su combate de cuartos de cuartos de final, Garside se quitó los guantes en el cuadrilátero del Kokugikan Arena para mostrar sus uñas pintadas. Cada una de un color, como si del arcoíris se tratara. "Me las pinté hoy porque quiero romper estereotipos", señaló el púgil nacido en Gold Coast (Australia) el 22 de julio de 1997.
"Hay mucha gente ahí fuera que siente que tiene que ser algo simplemente por ser hombre o mujer. Yo solo quiero ser diferente. De hecho, quería llevar un vestido en la ceremonia inaugural", añadió. "Pero no quiero ofender a nadie. Creo que alguna gente lo podría haber interpretado mal, así que esta es mi manera de mostrar algo".
Ballet y karaoke
Garside ganó sus tres primeros combates en Tokio 2020 y perdió el viernes el combate de semifinales ante el cubano Andy Cruz, pero se colgó el bronce y se convirtió en el primer boxeador australiano en ganar una medalla olímpica en 33 años. Ahora volverá a su país, a los suburbios de Melbourne, donde vive, y seguirá con su vida normal. A cambiar cañerías y tuberías. Porque Garside es fontanero.
"Solo soy un chico normal. Ahora vuelvo a la fontanería, con la pala y con los chicos", dijo ya en 2018 después de ser campeón en los Juegos de Commonwealth. La medalla olímpica no cambiará eso. Como tampoco esos métodos de entrenamiento un tanto extraños. Garside huye de los estereotipos hasta en el ring.
El australiano ha probado con el ballet, el karaoke y con el entrenamiento militar en los últimos años. "Siempre he sido una persona poco convencional, siempre he sido un poco diferente. No voy a mentir, yo siempre quise hacer ballet. Yo dije que lo hacía para que me ayudara al boxeo, pero en realidad yo siempre he querido bailar", señaló el seis veces campeón de Australia en una entrevista con la página web de los Juegos. "Se parece mucho al boxeo porque es muy brutal en lo que se refiere a la fuerza que se requiere. El juego de pies, la coordinación, la transferencia de peso. Aunque parezcan dos mundos diferentes, se parecen mucho".
Durante el año 2019, se forzó a hacer cosas que le hicieran salir de su zona de comfort. Un mes dejaba de usar tecnología, otro se apuntaba a karaoke, otro hacia entrenamiento militar. "Creo que ponerte en esas situaciones luego se trasladan al deporte, porque nosotros, como atletas, nos enfrentamos a situaciones difíciles y extrañas que son incómodas. Así que cuanto más incómoda es una cosa para mí, más quiero hacerlo".
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