El 8 de agosto, hace poco más de un mes, los Juegos Olímpicos de Tokio fueron clausurados en un estadio vacío. La pandemia de coronavirus borró los aficionados de la cita deportiva por excelencia y las gradas se quedaron huérfanas.
Pero poco a poco el deporte va regresando a la vieja normalidad, en la que los hinchas se abrazaban tras un gol, en la que se gritaba y en la que no había distancia de seguridad. Apenas un mes después de la clausura de Tokio 2020, este fin de semana ha dejado varias instantáneas que invitan a pensar en que el deporte vuelve a la era precovid.
El domingo, casi 24.000 personas llenaron en Nueva York la pista de tenis más grande del mundo, la Arthur Ashe, para presenciar la final en la que Danill Medvedev se impuso a Novak Djokovic. Era difícil ver a alguien con mascarilla.
A la misma hora y a miles de kilómetros de distancia, en Madrid, Vinicius se saltó todo protocolo para abrazar al público en el regreso del Real Madrid y de la afición al Santiago Bernabéu. Debido a las restricciones sanitarias, hubo menos de 20.000 espectadores y con mascarilla, pero hubo una sensación cercana a la antigua normalidad.
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