Fue a finales de febrero cuando El Independiente dejó de ser una idea. Hasta entonces, conversaciones breves, algunos números, pocas reuniones -siempre son demasiadas, de todas formas- y una idea: lanzar un medio que pusiera el foco informativo en la política y la economía y estuviera envuelto por una imagen sólida, serena y limpia.
A finales de invierno no había bocetos de lo que se iba a hacer. Ni tan siquiera un nombre. Los que surgían suenan hoy un poco ridículos. De hecho, no fue hasta junio cuando se adquirió el dominio www.elindependiente.com.
El equipo fundador se solía citar en un café de la calle Juan Bravo, el Milford, y en el despacho de uno de los socios, Antonio Ñudi. Había puntos de encuentro irrenunciables: antes de empezar a edificar debían dibujarse unos planos muy detallados. Eso facilitaría luego el trabajo de diseño y construcción de las herramientas necesarias para poner en marcha lo que hoy es El Independiente. Lo contrario sería lo de siempre: caos.
No teníamos equipo. Un par de aficionados de esto de Internet andaban sueltos por Madrid y se los llamó. El diálogo fue más o menos así.
-Es un nuevo medio.
-¿Otro?
-Bueno, sí.
-De acuerdo.
-Escuchad, el dinero...
-Que sí.
-...no es mucho.
-Que sí.
Si la conversación no fue por ese lado, se le parece. Sucedió, con certeza, en un bar de Sanchinarro a finales de enero y Salugral (a secas) y David Domínguez tomaban la decisión de sumarse al proyecto. Además de aficionados, insensatos. Escucharon lo que se quería hacer y unas horas después ya estaba activo el grupo de whatsapp en el que empezarían a correr las primeras ideas. El 26 de febrero ya se había abierto un sistema de comunicación interna un poco más sofisticado, estructurado en varios canales donde se fueron documentando todos los pasos que se iban dando, donde se guardaban imágenes inspiradoras y se volcaban comentarios sobre el producto. Desde allí se fue controlando todo el proceso de creación. El whatsapp sigue funcionando, el grupo se llama Tócame el functions (para nota) y es personal e intransferible.
El 11 de marzo el equipo visitó lo que hoy es la sede de El Independiente, en la calle San Bernardo. Una bonita azotea, unas vistas envidiables, una luz aún más envidiable y un entorno lleno de bares. O sea, un fiasco.
El 6 de abril, Salugral presentó los primeros apuntes sobre lo que debía ser el diseño: una amplia paleta de colores y dos imágenes que nos han acompañado desde entonces como referencia: una foto de las viejas cajetillas de cigarrillos Ideal (morimos de amor con esa imagen) y otra de unos sobres de mayonesa, kétchup y mostaza.
Se definió la cabecera: fondo negro y estrecha. Y un color que había de ser la seña de identidad de El Independiente: #009da9. Un turquesa que luego fue desterrado por un tono más oscuro: #008192. Dentro de la misma idea, los diferentes colores cambiaron -algunos matices- a medida que el producto fue tomando forma.
Lo que quedó claro desde el principio es que no se utilizarían infinitas tipografías, una cultura propia de otros formatos. Para los titulares, Austin web; para el texto, Georgia; para firmas y otros elementos, Arial.
Se definió también la estructura de las noticias (hay varios tipos): una capitular encabezaría los textos, los títulos irían a todo el ancho, los sumarios, los pies de foto, las firmas, la ubicación de las redes sociales, el color de los enlaces… Llegó la portada. Salugral puso varias sobre la mesa, y nos quedamos con una: portada3.jpg se llama el archivo. La portada3 se presentó el 22 de abril. Desde entonces apenas se ha movido un ápice de lo que ustedes pueden ver ahora de lunes a viernes. Eso da cuenta de la definición previa del proyecto y de la nula o poca improvisación.
Había unas ideas claras sobre el diseño: claridad, limpieza, amabilidad. Huir de la estridencia, del ruido, de la complejidad. Respeto a los espacios en blanco, al vacío y una geometría que aguantara en cualquier dispositivo. Era el concepto del proyecto y el diseño debía acompañarlo, ayudarlo, impulsarlo. Salugral siempre defiende que un buen diseño sin contenidos no sirve de mucho. Si hay buenos contenidos, el diseño no es irrelevante, pero pasa al plano que le corresponde: no debe alterar. Si los contenidos no están a la altura, tampoco un buen diseño servirá de mucho.
Con una base muy clara, con las decisiones tomadas y con la premisa de defender a muerte lo que estaba sobre la mesa y evitar improvisaciones, el 3 de mayo se empezó a construir el código. Dicho de otra manera, se empezó a trabajar para poner en la red el producto. La maquetación de portada utiliza flexbox, de tal forma que cada bloque de información se adapta a los distintos dispositivos, manteniendo siempre la noticia principal en posición destacada. O sea, la jerarquía informativa.
Salugral y Domínguez se ocuparon de poner los cimientos, levantar las paredes, hacer las divisiones internas y decorar el edificio, con la colaboración, en el último tramo, de Cristina Venanzetti, que se ha ocupado al 100% de las páginas de mercados y ha contribuido a crear páginas y módulos imprescindibles para el producto.
Las decisiones tomadas sobre el diseño han sido fundamentales para poder presentar un producto móvil, con una eficiente adaptación a las diferentes resoluciones. El resultado parece óptimo, aunque el diseño está vivo y habrá mejoras continuas. Sin alardes y con pragmatismo. De ahí la idea de mostrar un resumen de la noticia en el móvil. Quizá lo primero que se implementó. La más reciente de nuestras evoluciones ha sido la portada de fin de semana, estrenada el sábado 6 de octubre y que ustedes pueden ver hoy mismo. Se ha modificado la estructura que se emplea de lunes a viernes; se trata de una decisión editorial: la apuesta por grandes temas de calidad presentados de forma clara, elegante y, una vez más, adaptados a todos los dispositivos.
En paralelo al diseño, David empezó a construir la plataforma de trabajo. Con una idea clara que se mantiene a capa y espada: El Independiente no es una empresa de tecnología, así que, sin alardes, debían emplearse los instrumentos más simples para entregar a los hacedores de contenidos un sistema de trabajo fácil y fiable. Bajo estas premisas y, sobre todo, debido a que no tenemos un departamento técnico, toda la plataforma debía ser (y es) externa y administrada.
Como en el caso del diseño, se determinó qué se necesitaba, qué se quería entregar a la redacción y a los lectores. Por eso se optó por usar WordPress, un gestor de contenidos seguro, más que probado y fácil de utilizar. Y sencillo para implementar desarrollos propios.
Una vez presentada y aceptada la estructura de portada, se pensó en su gestión: cómo introducir las noticias, cómo moverlas. Al ser una portada modular (un bloque principal y otros de política, economía, opinión, futuro, tendencias…) se buscó la independencia y la fluidez en el trabajo. Que cada responsable de área pudiera maniobrar de forma independiente, sin depender del resto de secciones para cambiar noticias.
El gestor de portada lo fabricó, previa definición por parte de El Independiente, ThinkingSize, una empresa creada por Mabel Cobos, Gustavo Núñez y Rafael Rodríguez. Tenían dos meses para hacerlo, porque el 29 de julio debíamos probarlo y empezar a afinarlo para llegar a tiempo al lanzamiento. Y tenían que construirlo desde cero.
Así fue. Llegó el gestor, se hicieron mejoras, algunos arreglos y se puso en servicio. Un gran trabajo (ver vídeo). Cualquiera que haya utilizado sistemas de edición para Internet sabe los quebraderos de cabeza que dan. Son herramientas pensadas por ingenieros para periodistas, dos oficios que, parece, han sido durante mucho tiempo incompatibles.
El 1 de agosto se incorporó al equipo Xavier Foguet, ingeniero, que empezó a auditar todo lo hecho hasta la fecha, a agregar herramientas, a corregir algunos errores y a estabilizar la plataforma.
El trabajo, desde el principio, arrancó con una premisa: producto mínimo viable. Traducido: qué debía estar listo en el lanzamiento y qué debía quedar para las futuras evoluciones. Y se marcó un calendario. Un calendario con fechas de entrega, un calendario donde el 29 de agosto estaba marcado de forma especial. Todo ello era irrenunciable. Y el compromiso con esas fechas ha sido esencial. Primero, porque no se han generado tensiones innecesarias; segundo, porque todos sabían qué debían hacer y, salvo debates lógicos, razonados y creativos, no ha habido injerencias.
La fecha del 29 de agosto no era un capricho. Ese día se incorporaba la redacción de El Independiente. Era imprescindible que pudieran empezar a trabajar sin mayores inconvenientes. Para ello era necesario que se pudieran editar noticias, fotos, vídeos, audios y la portada del sitio. Es decir, que, aunque no estuviera visible, El Independiente existiera y no fuera un frankenstein donde un día funcionaban las piernas, pero no los brazos y otro funcionaba la cabeza, pero no el corazón.
El 29 la sede hirvió: el equipo casi al completo llenó la oficina, hasta entonces un oasis para los cinco que andábamos por allí. Y se tomó todo el café. Suele pasar. Los presentamos: Victoria Prego, Fernando Bermejo, Antonio Sanchidrián, Juan T. Delgado, Chus Hernández, Mila Martín-Lunas, Ana Camero, Paloma Arias, María José Mateo, Javier Moyano, Andrea Martinotti, Eduardo Rico, Cristina de la Hoz, Antonio Salvador, Margarita Batallas, Miguel Riaño, Carmen Torres, Ana Cabanillas, Lorena Gamarra, Antonio Martín González, Agustín Monzón, Ana Antón, Marta García Aller, David Page, Loreto Sánchez Seoane, David García-Maroto, Pablo González, Giulio M. Piantadosi y Mario Viciosa, Rafael Ordóñez, Luis Sevillano, Ana Alonso, Sara Sáez, América Valenzuela, Cristina Castro, José Manuel Antoral.
A partir de esa fecha, del 29 de agosto, había un mes para rodar al equipo y lanzar nuestro medio el 29 de septiembre. Era la idea inicial. Las que nunca se cumplen. Sin embargo, cuando se anunció que las elecciones autonómicas en Galicia y el País Vasco se celebrarían el 25 de septiembre, Casimiro García-Abadillo, director del medio, preguntó si había alguna posibilidad de adelantar la salida una semana. Se adelantó: el jueves 22 de septiembre a las 06.45 horas David pulsó el botón que dio vida a El Independiente. Un camino por delante.
Esta es sólo una parte de la historia. La que apetecía contar. Hay mucho en la trastienda. Algún incidente doméstico (un día llovió, literalmente, dentro de la oficina; otro el ascensor se detuvo en una entreplanta y cuatro del equipo quedaron atrapados; en otra ocasión bastó conectar un teléfono en una clavija para dejar a toda la redacción sin conexión a la red), pero en estos meses ha habido, sobre todo, compromiso con una idea. Y, por ahora, ningún altercado (confesable). Bueno, sólo un par de ellos provocados por la dudosa afición de Salugral al heavy español, la obsesión de David a mirar la fecha de caducidad de todos los productos y no permitir que se apague el microondas antes de tiempo, o la dieta del sándwich que se impuso Xavi. A los dos primeros y a mi nos une una extraña afición por María Antonieta. La de Xavi es ser independiente. Eso es así.
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