El cantante Bob Dylan no acudirá en diciembre a Estocolmo a la ceremonia de entrega del Premio Nobel de Literatura debido a la existencia de "otros compromisos previos", según ha anunciado la Academia Sueca.
La Academia ha confirmado que ha recibido una carta del propio Dylan en la que aduce como justificación la existencia de esos compromisos para "no acudir en persona" a la ceremonia. En su carta, el cantante destaca que se siente muy honrado por este galardón, deseando poder recibir el premio en persona", según desvela la Academia a través de un comunicado.
La Academia "respeta la decisión de Bob Dylan aunque es poco corriente"
La Academia "respeta la decisión de Bob Dylan aunque es poco corriente". Bob Dylan no es el primer galardonado que no ha recogido el Nobel en la ceremonia. En 2007, Doris Lessing no viajó a Estocolmo por su avanzada edad; en 2005, Harold Pinter tampoco asistió porque se encontraba hospitalizado y, un año antes, en 2004, Elfriede Jelinek se negó asistir por sufrir fobia a los actos públicos. La décima mujer ganadora del Nobel lo recibió días después de la entrega en la embajada de Suecia en Viena.
A la sorpresa del fallo del jurado de este año, que ha generado controversia entre los críticos (los hay que están absolutamente a favor y los que reniegan de la decisión), le siguió un enigmático silencio que, durante días, dio pie a pensar que el cantante iba a rechazar el premio. Pero no, cuando la academia sueca ya había tirado la toalla, el pasado 31 de octubre el autor de Blowing in the wing salió de su ostracismo y contestó. "¿Que si acepto el premio? Por supuesto", le dijo textualmente el cantante a Sara Danius, secretaria permanente de la institución. "Agradezco el honor", matizó. Aceptarlo, pero no recogerlo significa que el galardón y el premio económico que le acompaña son suyos.
Lista de rechazos
Decía Mark Twain que rechazar un premio era otra manera de aceptarlo. A lo largo de la historia de la entrega de los Premio Nobel, que se remonta a 1895, no todos los ganadores han aceptado el premio. Por muchos y diferentes motivos.
Quizá la mayor paradoja sea que los tres únicos científicos que han rechazado el Nobel en la historia fueran alemanes. El primero fue Richard Kuhn que ganó el premio Nobel de Química en 1938 por sus investigaciones sobre las vitaminas. Se dice fue el régimen Nazi el que le impidió recoger el premio en su momento, lo cierto es que no está nada claro. Aunque si rebuscamos en la revista Nature de 1937, Hitler emitió un decreto en el que prohibía que cualquier ciudadano alemán recibiera el Nobel. Y dadas las coincidencias con los dos siguientes galardonados alemanes, parece que la teoría de la prohibición no resulta tan descabellada. Adolf Butenandt obtuvo el Nobel de Química en 1939 por sus investigaciones sobre las hormonas sexuales, premio que le fue concedido ex aqueo con el científico croata Leopold Ruzicka. Por último, Gerhard Domagk fue un patólogo y bacteriólogo que ganó el Nobel de Medicina en 1939. Ambos los rechazaron también en pleno apogeo de Hitler.
A Boris Pasternak probablemente le sucediera algo parecido. En 1958 recibió el Nobel de literatura por sus "contribuciones en la poesía lírica contemporánea y en el campo de la tradición épica rusa". El escritor aceptó el premio, pero posteriormente las autoridades soviéticas le obligaron a renunciar.
En defensa de unos ideales
Otros, renunciaron al Nobel para ser consecuentes con sus ideas. Le Duc Tho rechazó el premio Nobel de la Paz en 1973 que le fue concedido junto a Henry Kissinger por los esfuerzos en los acuerdos que pusieron fin a la Guerra de Vietnam. Para Le Duc Tho, que había sido una pieza principal en la firma del tratado, "Vietnam aún no estaba en paz y no tenía sentido aceptar el premio".
El escritor francés Jean-Paul Sartre, que fue uno de los principales representantes del existencialismo en Francia, consideraba al Nobel un premio "burgués". Así que no hubo duda, cuando en 1964 se le concedió el Premio Nobel de Literatura lo rehusó porque "siempre había declinado todos los honores oficiales" y porque consideraba que "un escritor no debe permitir que se le convierta en una institución".
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