Cabelleras, espejos, muñecas, cuchillos, esposas, máscaras, ojos, luto y memoria son algunos de los elementos que protagonizan la obra de Carmen Calvo (1950). Distribuidas cronológicamente en las dos plantas de las Sala Alcalá 31, las creaciones de la Premio Nacional de Artes Plásticas de 2013 son un collage de técnicas y géneros que hilvanan los objetos y los sentimientos de la artista. “Si no existe emoción, no existe obra”, afirma contundente Calvo. Todo procede de la sinrazón (1969-2016) es una muestra de los sentimientos de la creadora valenciana a través de setenta y siete pinturas, esculturas, dibujos e instalaciones. Las obras proceden de diferentes colecciones privadas y de instituciones como el IVAM de Valencia o del Museo Reina Sofía de Madrid. También están presentes las obras expuestas en 1980 en el Guggenheim de Nueva York con motivo de la muestra colectiva New Image from Spain.
El objeto encontrado en Carmen Calvo está siempre vinculado a un tiempo pasado o a cosas que le han ocurrido en la vida".
La retrospectiva se organiza a través de cinco capítulos que abarcan las distintas fases por las que ha evolucionado su obra. Arranca con sus piezas más figurativas y termina con las fotografías con las que trabaja en los últimos años. “Todos los elementos de la obra de Carmen ya están presentes en su primera obra”, destaca Alfonso de la Torre, contemplando la pintura que abre el recorrido de la muestra, de 1969, de cuando la artista tenía 19 años. Se refiere a toda la imaginería incómoda de objetos inquietantes y surreales omnipresentes en la exposición. Unos objetos que han ido apareciendo por la vida de Calvo y se han ido introduciendo en su obra en un proceso artístico y sentimental. “En la obra de Carmen todos los objetos tienen vida, no usa una madera cualquiera encontrada al azar para hacer una pieza, usa la puerta de su estudio. El objeto encontrado en Carmen está siempre vinculado a un tiempo pasado o a cosas que le han ocurrido en la vida”, explica el comisario. Y la pieza que mejor explica ese proceso es su Autorretrato, una composición de objetos personales.
La acumulación y la repetición son recursos constantes a lo largo de la muestra, primero empieza en el lienzo, pero la acumulación se topa con el objeto y llega un momento en que la acumulación de éstos adquiere un gran protagonismo en la obra de la valenciana. En esta retrospectiva se pueden ver obras de gran formato como Una conversación (1996), una gran instalación que es un cubo cuadrado con paredes de espejo que Calvo montó en la Bienal de Venecia de 1997 y que, como describe el comisario, “es una celebración del objeto, estar dentro es como vivir dentro de un cuadro, es una caja hipnótica”.
Yo lo que hago es una narración de mi propia historia, es la narración de mi propia manera de ver".
La fotografía y el objeto protagoniza la última fase creativa de Carmen Calvo. “En la obra de Carmen el encuentro de la fotografía con el objeto se convierte en una nueva narración. Un pequeño objeto transforma el discurso de la foto”, afirma Alfonso de la Torre. La trayectoria de Carmen Calvo está marcada por la narración y la metapintura, en ese paso constante de la vida de la artista a su obra. “Yo lo que hago es una narración de mi propia historia, es la narración de mi propia manera de ver. Ser testigo de mi tiempo”, concluye Calvo.
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