Sobre el descubrimiento de Australia hay versiones encontradas. Unos sostienen que el primero que pisó sus playas fue el capitán Cook en 1770 gracias a unos mapas robados a los españoles años antes en la toma de Manila. Otros aseguran que fueron los españoles en el siglo XVI los que se toparon con el quinto continente, y que lo único que hizo el navegante ingles fue reclamar para el Reino Unido la costa Este de Australia. Sea como fuera, lo que está claro es que en 1788 los viajeros de la primera flota que llegó a Sidney no eran colonos sino convictos condenados a muerte.
Durante 52 años, el Imperio Británico impidió su desarrollo colonial, las remesas de convictos no cesaron hasta que los colonos amenazaron con una Guerra de Independencia a la americana. "A pesar de ser una nación joven y de tener un origen complicado, Australia es un país maravilloso que ha conseguido convertirse en un ejemplo para el mundo entero", explica Miguel Aguiló autor de La construcción del paisaje de Sidney, un trabajo que forma parte de la la colección de libros de grandes ciudades de ACS en la que ya se han publicado tres monográficos sobre Madrid, Nueva York y Berlín.
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En un exhaustivo trabajo, el libro La construcción del paisaje de Sidney repasa toda la historia de la edificación de la población más turística de Australia. "El problema de Sidney es que está muy lejos de todo. Las ciudades más cercanas son Jakarta (a 5.505 kilómetros) y Manila (a 6.262km), pero cuando llegas por primera vez te das cuenta de lo difuminado que queda el continente dentro del planisferio. Si le diéramos la vuelta nos daríamos cuenta de su inmensidad y de lo poco que significamos en el mundo. Europa se queda desdibujada y no te digo España. Es una absoluta cura de salud mental”, matiza este ingeniero de Caminos, licenciado en Económicas y amante de la Historia, la Cultura y la Arquitectura.
Para entender la creación de Sidney hay que tener en cuenta tres hitos: la construcción del Sidney Harbour Bridge, la del Opera House y los Juegos Olímpicos
Aguiló recuerda que para entender la creación de la ciudad de Sidney hay que tener en cuenta tres hitos importantes: la construcción del Sidney Harbour Bridge (obra que se inició en 1923 y que se abrió al público el 19 de marzo de 1932), la construcción del Opera House (edificio diseñado por el arquitecto danes Jørn Utzon en 1957 e inaugurado en 1973 por la reina Isabel II en calidad de monarca de Australia) y, cómo no, los Juegos Olímpicos de 2000 que abrieron la ciudad al mundo. “Indudablemente, los Juegos se convirtieron un escaparate, pero para mí lo que ha conseguido el edificio de la ópera es algo único. Por primera vez en la historia un edificio construido por el hombre se ha adueñado de la imagen de la ciudad y del continente. Nunca antes una obra ha glorificado de esa manera el lugar donde está”.
Enamorado de la ciudad, Aguiló sólo ve una desventaja en la lejanía. “Inevitablemente son 24 horas de avión, pero hoy en día se pueden hacer muchas cosas volando. Se trabaja maravillosamente y nadie te da la lata, puedes leer o ver películas”, bromea. “Además, cuando llegas te topas con una ciudad maravillosa que posee un paisaje excepcional y muy fácil de vivir”.
Sostiene Aguiló que su concepto de playa y mar es único en el mundo. “Para el australiano la playa es el lugar por autonomasia, es el espacio público por definición. Han sabido defenderlo como nadie elaborando una cultura alrededor de la playa y el mar envidiable”.
Su arquitectura está influida por la norteamericana "con filtraciones autóctonas realizadas con sentido"
Es cierto que los habitantes de Sidney son muy abiertos y sociables, pero entre sus conversaciones tiene dos tabues: el tema de la situación de los aborígenes y el de sus ancestos convictos. En un país repleto de contrastes, que forma parte de la Commonwealth, resulta muy curioso que su estilo de vida se asemeje más al norteamericano que al británico. "Rompieron con los británicos tras la batalla de Gallipoli. Los australianos se sintieron traicionados por los británicos y les interesó acercarse a EE.UU. Se trata de una cuestión histórica, Europa les parecía mucho más abigarrada y no olvidemos que la conquista australiana fue de Este a Oeste, igual de la norteamericana. Ellos entiende muy bien lo que significó la Conquista del Oeste en EE.UU. De ahí que el modelo de ciudad sea muy americano. Aunque cuentan con un sistema de transportes increíble, sufren los mismo problemas producto de la diseminación de las casas unifamiliares”.
Respecto al estilo y a la arquitectura de Sidney, resulta innegable aceptar que quien más ha influido ha sido la cultura norteamericana, a pesar de sus vínculos británicos y su cercanía con Asia. “Para ser sinceros, hay que reconocer la influencia americana, pero con unas filtraciones autóctonas que tiene sentido y una explicación. A la hora de construir la ciudad no han copiado así sin más, han sido muy coherentes”, concluye.
Este contenido ha sido elaborado con la colaboración de ACS
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