Olvido Macías le dedica el libro a Asunta Basterra porque le pareció “atroz que un padre adoptivo matese a su hijo”. La periodista, que ha publicado Vidas unidas, un libro en el que narra 22 historias sobre la adopción, quedó marcada por su asesinato. “Me pregunto cómo unos padres adoptivos deciden que ya no quieren ser padres y qué pasa por su cabeza para llegar incluso a matarla”.
Madre de cuatro hijos (dos biológicos y dos adoptados) se decidió a escribir Vidas unidas porque todo lo que leía sobre las adopciones internacionales eran historias de campanilla y mariposas. “Echaba de menos un libro en el que de verdad se contara qué pasa en casa cuando llegas con tu hijo adoptado, qué problemas se van presentando, las dudas… Este tipo de preguntas no tenían respuesta en ningún libro de los que yo había visto”.
Otro motivo por el que se pusó a escribir y el verdadero origen de todo fue la lectura del libro Las hijas del Yang Tse de Xuen Xinran, a Olvido le marcó saber por qué los padres abandonaban a sus hijas. “La política del hijo único ha hecho mucho daño, las parejas cuando tenían una hija la abandonaban en busca del chico”, añade.
Echaba de menos un libro en el que de verdad se contara qué pasa en casa cuando llegas con tu hijo adoptado"
Entre la alegría y la decepción, entre la satisfacción y la frustración, con final y sin él, en Vidas humanas se desvelan las historias de niños procedentes de adopción nacional, internacional, niños de edades muy diferentes, unos con padres famosos, otros procedentes de familias anónimas. Se trata de 22 historias emocionantes que rezuman amor en los testimonios. “Educar es siempre complicado, pero educar a un hijo adoptivo creo que lo es más. Muchas veces te preguntas si ciertas reacciones no serán fruto de las carencias que traen. Si surgen problemas, lo más práctico es ir a un especialista y si ves que no va más allá actuar como si fuera un hijo biológico”, confiesa Olvido.
Historias con y sin final feliz
Al bucear entre las historias del libro, algunas son tan duras que rompen el corazón. Como la de Eduardo Oliva que tras adoptar a tres hermanas rusas no tuvo ni un momento de felicidad. Se trata de una historia de desencuentros sin final feliz para ninguno de los miembros de la familia. “Ellas, antes de ser adoptadas vivían en el abandono absoluto, jugaban a hacerles camas a las cucarachas, tienen sus mochilas de recuerdos y no ha salido bien ninguna”, se lamenta Macías.
Otra terrible es la de Montse Roca, madre por partida doble, donde la cara es su hija Estela y la cruz su hijo Pau que sufre Síndrome de Alcohólico Fetal. “Una enfermedad que no tiene cura ya que se trata de niños que durante el proceso de gestación han convivido con el alcohol y sus neuronas no se han desarrollado como debieran. En el orfanato donde estaba Pau lo sabían y no dijeron nada. Es una irresponsabilidad del país de origen. Estos niños tienen unos rasgos faciales comunes: la cabeza picuda, los ojos achinados… Tienen síntomas de autismo, TDAH, dislexia, irritabilidad, baja tolerancia a las frustraciones. Montse y su hijo han pasado un calvario. Ahora está plurimedicado y las cosas van mejor, pero es algo que no tiene cura. Por eso pedimos que nos dejen ir a ver a los niños con un pediatra”.
Por supuesto que hay casos que rompen estos tabúes. Todo depende de la capacidad de resiliencia del ser humano. La historia de Daniel es, como afirma la autora, la más conmovedora del libro. Ana y su marido lo adoptaron con 12 años, el niño era consciente de que sus padres lo habían abandonado en un basurero porque le faltaban las segundas y las terceras falanges de algunos dedos. Nadie quería sacarlo del orfanato hasta que se topó con esta familia navarra. “Este niño se adaptó a su nueva familia perfectamente, se acuerda de todo lo que ha vivido, pero está deseando contar su historia para animar a que las familias traigan también niños mayores”.
Para la autora de Vidas Unidas, la adopción es difícil de explicar. Ella siempre tuvo claro que iba a ser madre adoptiva. Era algo innato, desde niña lo supo. “Quieres ser padre o madre de nuevo, o por primera vez. No es generosidad, o caridad, como me han dicho alguna vez: es llenar un hueco que nosotros como padres teníamos, lejos de una pertenencia de consanguinidad y cerca del deseo de pertenecer a un clan plagado de afectos”.
Olvido sostiene que “en el tema de la adopción, pasa como en el posparto. Hay mucha información sobre el embarazo pero cuando llegas a casa con el niño, no hay nadie para resolver las dudas. Nuestros embarazos son administrativos y muy largos. Tan largos que pueden durar años. El proceso de adopción es muy duro, de hecho, cuando termina la primera reunión a la que asiste una pareja lo que menos ganas tiene es de adoptar.
"Lo primero que te cuentan es todo lo negativo que te puede surgir en la adopción. Quizá lo hagan para que veas los casos más extremos, pero te aseguro que yo salí atacada de los nervios. Sinceramente creo que deberían hacerlo de otro modo. Además es fundamental que el diálogo con la Administración sea constante, que no se acabe o se reduzca a mínimos cuando finaliza la adopción”, asegura la autora.
Las familias del libro coinciden en señalar que, cuando ven la carita del niño, se les olvidan todas las vicisitudes sufridas. “Es automático y equiparable al amor instantáneo que sienten unos padres cuando ven a su hijo después de dar a luz”. Pero es verdad que la adopción, “casi nunca es un camino de rosas, aunque afortunadamente, al ser un embarazo por igual de la pareja, las dificultades se entienden y se sobrellevan mejor”.
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