Sólo le pido a los que nos han cerrado las fronteras a los sirios que las cierren también para las armas que mandan a mi país”. A Hala las bombas le robaron la adolescencia, su hogar, sus estudios, los sueños… Se lo quitaron todo. Con 15 años se vio obligada a huir de Siria, con lo puesto. Tras un tremendo viaje en patera desde Turquía llegó junto a su madre y sus dos hermanos a un campo de refugiados en Grecia. Hala es consciente de que la educación le hará libre, por eso sueña con reencontrarse en Alemania con su padre, al que hace un año que no ve, y retomar sus estudios. La historia de Hala es el hilo conductor de La niña bonita, el documental dirigido por Julieta Cherep que narra el drama de los refugiados a través de dos historias paralelas, la de dos niñas obligadas a crecer de golpe como consecuencia de la violencia y la guerra.
El miedo es universal, la incertidumbre es universal. La idea de que tu vida se ha detenido es terrible"
Además de la historia de Hala, La niña bonita desvela el pasado de Mirta Drago, directora de Comunicación de Mediaset y mano derecha de Paolo Vasile cuya vida se paró, a la misma edad de Hala, tras el golpe de estado de Agusto Pinochet en Chile (1973). "El miedo es universal, la incertidumbre es universal. La idea de que tu vida se ha detenido es terrible". Por primera vez, Mirta revela en público su pasado y lo hace a través de un documental con el que pretende sensibilizar y crear conciencia en la gente y contribuir con ACNUR para recaudar fondos para los 66 millones de refugiados que existen en el mundo. “Espero que el documental sirva de reflexión para nuestra sociedad, los refugiados somos personas que podemos contribuir al bien y es lo que de verdad espero que llegue”, añade Drago.
“Mi trabajo en 12 meses me acercó a ACNUR, entré en la Junta Directiva en marzo del año pasado y así surgió la idea de hacer este trabajo”. Sólo tenía Su propósito, "crear empatía con los millones de refugiados de diferentes conflictos que esperan retomar sus vidas en Europa; hacer sentir a los ciudadanos que todavía dudan que cualquier persona de buena fe que recibe ayuda la devolverá con creces a la sociedad en cuanto pueda", afirma Drago. Gracias a la colaboración de ACNUR pudimos ir al campo y contactar con esta familia. Me identifiqué con Hala por su adolescencia interrumpida y con su madre por su fuerza, su emotividad y su expresividad. Ella me habla en árabe y le entiendo todo”.
Solidaridad en 'La niña bonita'
La realizadora del documental es su hija. “Julieta aportó su entusiasmo y generó una cascada de solidaridad entre sus compañeros que se ofrecieron a participar poniendo el corazón y utilizando su tiempo libre”.
"Madre e hija han querido contribuir a cambiar la situación de los desplazados", añade Matilde Fernández, presidenta del Comité Español de ACNUR. "Cada minuto, 24 personas se ven obligadas a huir y a escapar de la violencia y la persecución. 65,3 millones de personas han tenido que huir de sus hogares. De ellos, un 80% son niños y mujeres", explica. “Quedarse sólo en lo negativo es transmitir miedo, nosotros tenemos la obligación de trasladar mesajes positivos. No puede ser que la Europa rica no esté haciendo nada por los refugiados, cuando países pequeños como Jordania y Líbano han acogido ya a 700 mil y un millón de refugiados respectivamente. ¿Cómo hay tanto miedo en Europa para resolver un problema que podríamos solucionar con facilidad?, se pregunta la ex ministra de Asuntos Sociales.
En marzo se cumple cinco años del conflicto, según datos de ACNUR, 6,6 millones de civiles han tenido que abandonar sus hogares y desplazarse de un lugar a otro dentro de su país. Además, 4,9 millones de sirios están sitiados o abandonados en zonas de difícil acceso, y 13,5 necesitan ayuda humanitaria urgente. "Uno de los peores traumas que se puede sufrir un ser humano es el de perder todo. Vivir, como yo viví, ese vértigo que se siente cuando lo que eras ya no existe y no sabes qué será de ti en el futuro", recalca Drago.
El documental desgarra el alma del espectador sin ningún tipo de morbo ni dramatismo
El documental desgarra el alma del espectador sin ningún tipo de morbo ni dramatismo. Bastante tiene ya con reflejar el tedio del paso del tiempo. La vida pasa en los campos de refugiados, nada más, allí no pasa nada más que el tiempo. Un día tras otro, una hora tras otra viven con la única esperanza de que llegue el ansiado salvoconducto o los papeles que les abran la puerta para viajar al nuevo mundo, a una supuesta vida mejor. Bajo un aura de luz positiva, las dos protagonistas desvelan cómo se hicieron realidad su mayores pesadillas. Mirta, con el aplomo y la serenidad que aporta el paso del tiempo, transmite a Hala y a su familia la esperanza de un futuro mejor, el que ella misma representa.
Hala y su familia han conseguido reagruparse y estrenar una vida nueva. Sus hemanos están escolarizados y ella sólo piensa en estudiar para alcanzar la libertad. “La vida en Alemania es mejor, pero no tenemos los mismo derechos que un ciudadano normal”, se lamenta Hala que desea la vida que tiene ahora para todos los que están esperando en Grecia. “No somos números, somos gente que piensa", dice.
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