Los concursos de televisión nos han habituado a rostros que pululan de plató en plató, personajes a los que abrimos nuestros hogares y que con el paso del tiempo convertimos en parte de nuestro entorno. Los aficionados a estos programas somos capaces de reconocer a los grandes concursantes porque, de un modo u otro, los hemos tenido presentes y desde el otro lado de la pantalla hemos intentado ayudarles contestando en casa como si nos pudieran oír. Que levante la mano quien no se haya dejado llevar por la tentación.
En los concursos de televisión jugamos todos. Lo que hasta ahora resultaba impensable es que por culpa de la conciliación laboral un equipo ganador se retirara y le entregara el relevo, la capacidad de ganar el premio gordo, al siguiente de la lista. Precisamente, eso es lo que sucedió el pasado miércoles en ¡Boom!, el concurso de Antena 3 presentado por Juanra Bonet.
El grupo 'Las extremis' decidió abandonar estando en la cima por problemas laborales
El grupo Las extremis, integrado por Gloria, Montserrat, Amparo y Cristina, decidió abandonar estando en la cima, el día que cumplía su participación número 116. El equipo, que comenzó su andadura en el concurso el pasado 15 de septiembre de 2016, llegó a su último día en el programa con un total de 631.500 euros acumulados y dejó un bote de 1.445.000 euros para los siguientes finalistas.
“Llevábamos seis meses concursando” confiesa Gloria Camacho, “yo soy funcionaria y como tal puedo pedir tres meses de baja sin sueldo cada dos años, ya los había agotado y la siguiente opción era solicitar una excedencia de dos años, pero no te guardan la plaza. Esta no era una opción, ya que me encanta mi instituto y no me quería arriesgar”. Gloria es profesora de francés en el Instituto las Musas de Madrid y cuando habla de sus chicos se le ilumina la voz. Conciliar el trabajo con una afición como ésta no resulta nada fácil. Su compañera, Amparo Bermejo, vive en Valencia es médico y más de un vez ha tenido que grabar el programa después de una de esas guardias interminables a las que sólo están acostumbrados los sanitarios. Sus conflictos laborales son los que han llevado al equipo a renunciar. “Ya sabíamos que esto podía pasar, éramos conscientes de que algún día habría que desistir. Los concursos son maravillosos, pero la vida es otra cosa”, explica Montserrat Cano desde la Gomera. Ella es jubilada, licenciada en Periodismo, ha trabajado toda su vida en Telefónica y ahora se dedica a lo que más le gusta: las palabras. “Escribo, he publicado 10 libros en editoriales pequeñitas, no soy famosa, pero hago lo que me gusta y eso es muy importante".
Se bautizaron Las extremis porque cada una venía de una punta de la geografía española y, además, porque sus edades también son muy distantes.
Profesionales de los concursos
Los concursantes sobresalientes presumen de saltar de una cadena a otra con la libertad que muchas veces los profesionales no poseen. Siempre son los mismos y casi todos se conocen. El programa de Antena 3 no era la primera aventura de estas valientes. Se conocieron en Saber y Ganar, formaron parte de lo que en el programa llaman Los magníficos, concursantes que superan los 7.000 euros. “Suele ser una media de 6 a 9 personas por temporada. El especial de Los magníficos es un momento muy emotivo para los concursantes de Saber y ganar, tanto es así que ellos crearon un vínculo fomentado por un chat de Whatsapp. “La idea de participar en ¡Boom! Fue de Gloria, lo lanzó en el chat y fuimos las primeras en apuntarnos”, explica Montserrat que antes de ese programa ya había participado en El gordo y en ¿Quieres ser millonario? “Esto es una afición, como el que juega a las cartas”, confiesa.
Esto de participar en concursos de televisión es una afición como el que juega a las cartas"
Por su parte, Gloria desvela que antes de Saber y Ganar ya había pasado por los platós de gafapastas, donde se llevó un libro electrónico, Avanti con Carlos Sobera y Pasapalabra. “Es mi concurso, fue el que me enganchó a esto, entre las tres veces que estuve creo recordar que me llevé 20.000 euros”.
Para poder conciliar la vida laboral con la del concursante, normalmente, en un día se graban varios programas y las citas son cada dos semanas. Evidentemente, si se trata de un buen concursante, al final, el conflicto resulta inevitable. Cuanto más tiempo aguanta más problemas laborales surgen.
Cantera de concursantes
Pasapalabra y Saber y Ganar son concursos que forjan cantera. Manolo Romero es uno de los tres concursantes de la historia de Saber y Ganar que han superado los 200 programas, estuvo también en Pasapalabra y de allí se llevó un bote de 1.023.000 con el que se compró una casa en Jerez. Antes ya había pasado por 50x15, el Euromillón, Ahora Caigo y Atrapa un Millón. Tiene claro que lo suyo no es por afición. “Yo participo en concursos porque se gana dinero rápido, para pasármelo bien voy a la feria”, confiesa tajante.
Veterano de los concursos, a muchos los ha visto nacer, crecer y morir, sostiene que todo ha cambiado una barbaridad. “Antes con lo que sabías podías llevarte el rosco, hoy el programa que presenta Christian Gálvez se ha profesionalizado, tienes que estudiar muchísimo para tener la opción de ganar y la verdad es que no me parece bien”.
Yo participo porque se gana dinero rápido, para pasármelo bien voy a la feria"
De las entrañas de Pasapalabra han salido profesionales como Lilit, Paz, David Leo, Paco, ganadores inolvidables del bote. Concursantes que dedicaban más de ocho horas al estudio del lenguaje y el significado de las palabras, lo cual es prácticamente incompatible con la vida laboral o social.
El rey de las segundas oportunidades fue Jero, otro concursantes semiprofesional que trabaja en la oficina de Protocolo de la Universidad de Salamanca. Llegó a permanecer 121 programas de Pasapalabra gracias a una edición de ex concursantes (ojo, sin la actual repesca de la silla azul). Jero se hizo famoso gracias a su paso por el programa de Christian Gálvez pero antes ya había concursado en Grand Slam, El Gran Quiz y Saber y Ganar. Sabe perfectamente lo complicado que es conciliar trabajo y afición. El dinero que ha ganado lo ha gastado en tapar agujeros, como todo el mundo, y en pagar su casa. “No se puede vivir de esto, porque no sabes lo que vas a ganar y nunca es una cifra suficiente como para retirarte”. Es absolutamente consciente de que ha podido participar en tantos concursos gracias al apoyo de sus compañeros. Sus dos grandes virtudes a la hora de concursar han sido la templanza y la veteranía. A Jero no le ponía nervioso nada, ni siquiera la sonrisa de Christian arengando todas las veces que rozó el éxito.
Pero si hay alguien que ha crecido delante de un concurso ese es Pablo Díaz. El joven músico maduró viendo Pasapalabra con su abuela y el mismo día que cumplió 18 años se presentó al casting. Durante 47 programas consecutivos, Pablo demostró estar a la altura de los grandes tras quedarse en varias ocasiones a las puertas de completar el rosco. A Pablo se lo robó Julio Escartín, el concursante que en su estrenó logró completar el rosco y se llevó a Zaragoza los 318.000 euros de El Bote. Mejor conciliación imposible.
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