Si al leer esta fecha, 25 de mayo de 1977, inmediatamente le viene a la memoria el estreno de Star Wars, está de enhorabuena. Probablemente sea un friki del universo galáctico y, si no fuera por la distancia, estaría celebrando el 40º aniversario de la saga creada por George Lucas en la Star Wars Celebration de Orlando donde, desde hoy hasta el próximo 16 de abril, se reunirán las grandes estrellas que han dado nombre a la franquicia durante estas cuatro décadas. El macro-evento aterriza repleto de sorpresas y novedades. Para empezar se desvelará el esperado primer tráiler de Star Wars Episodio VIII Los últimos Jedi (cuyo estreno mundial está previsto para el 15 de diciembre de 2017), el viernes se celebrará un homenaje a Carrie Fisher (la princesa Leia fallecida el pasado 27 de diciembre) organizado por Mark Hamill (Luke Skywalker), se presentará la nueva versión de Battlefront II y nuevos productos de merchandising.
La saga Star Wars surgió hace más de 40 años de la imaginación y del empeño de George Lucas. El director californiano acababa de estrenar American Graffiti, una cinta para adolescentes con la que ganó dos Globos de Oro, el New York Film Critics, el premio de la National Society of Film Critics y cinco nominaciones a los Oscar. El éxito de de la película le sirvió a Lucas para tomarse la libertad de encerrarse durante los dos años siguientes para escribir el guión del que sería su siguiente largometraje, una fantasía de ciencia ficción que bebía de historias como Flash Gordon o El planeta de los simios.
El proyecto de Star Wars fue rechazado, viajó de estudio en estudio hasta que los directivos de la Twentieth Century Fox decidieron darle una oportunidad. Para ello, George Lucas renunció a 500.000 dólares (473.415 euros) de su sueldo como director a cambio de reservarse los derechos y los beneficios del merchandising, algo que, a finales de la década de los años 70, a las mentes pensantes de los estudios les sonaba poco menos que a locura. A la Fox le pareció un negocio redondo eso de ahorrarse parte del sueldo del director. De haberlo sabido, jamás habrían firmado ese acuerdo.
Alec Ginness, el único rostro conocido, rebajó su caché a cambio de un 2% de los beneficios futuros
Con la historia terminada y la financiación en su poder, llegó el momento de seducir a los intérpretes. Para los papeles principales, Lucas buscaba actores desconocidos. El director hizo el casting acompañado por su amigo Brian de Palma. En los extras de los DVD de las películas desvela que escogió a Mark Hamill por su carisma y su energía. En aquel tiempo, Carrie Fisher era sólo la hija de Debbie Reynold y Eddie Fisher, su pequeña aparición en Shampoo le abrió las puertas para convertirse en la princesa Leia, personaje que amó y odió a partes iguales y que le persiguió hasta el final de sus días (pero esa es otra historia que narra en su autobiografía El diario de la princesa). Harrison Ford, más carpintero que actor en ese momento, sólo podía presumir de su pequeña aparición en American Graffiti. George Lucas lo utilizó para dar la réplica a los aspirantes a Han Solo y, al final, él se convirtió en el capitán del Halcón Milenario. Sus desconocidas vidas cambiaron aquel 25 de mayo de 1977.
La que no cambió, a pesar de interpretar al personaje más carismático de la saga, fue la de David Prowse. El actor británico fue el elegido para encarnar al villano Darth Vader. Prowse recitó todos sus diálogos en el set, pero su voz fue doblada en post-producción por James Earl Jones (los españoles siempre echaremos de menos a Constantino Romero, el único doblador que ha superado al original).
La presencia de Alec Guinness, el otro británico, fue una imposición del estudio que buscaba por lo menos contar con una cara reconocible. El protagonista de El puente sobre el río Kwai rebajó su caché a cambio de un 2% de los beneficios futuros. Probablemente aquel gesto de generosidad fue su mejor decisión.
Innegable resulta la herencia El Triunfo de la Voluntad, de Riefenstahl, una película hecha por nazis, para nazis y sobre los nazis
George Lucas no inventó nuevas formas de narración. Se dejó seducir por el entusiasmo que profesaba a los grandes clásicos. No ocultó que su historia surgía como heredera directa de El héroe de las mil caras de Joseph W. Campbell o La fortaleza escondida de Akira Kurosawa. Su mayor éxito fue la fusión de géneros, fue capaz de escribir una space-opera, una mezcla de película de samuráis con el clásico western. Innegable resulta la herencia El Triunfo de la Voluntad (1935), de Leni Riefenstahl. Una película hecha por nazis, para nazis y sobre los nazis (no en vano llamó stormtroopers a los soldados, el mismo nombre que la infantería de asalto del Führer), cuyos tiros de cámara Lucas plagió sin pudor. La entrada de Adolf Hitler en el congreso de Núremberg es absolutamente la misma que la aparición de Luke, Han Solo y Chewbacca en el Salón del Trono para recibir sus medallas de manos de la princesa Leia.
George Lucas, en Star Wars, apostaba por un universo nuevo, un espectáculo que no se podía comparar con nada de lo visto anteriormente. Alejada del minimalismo y los silencios de Kubrick en 2001, una odisea del espacio, los efectos especiales se antojaban bestiales, tanto que 40 años después todavía deslumbra aquel primer tráiler.
Estreno menor
Star Wars Episodio IV (el subtítulo de Una nueva esperanza vino después) se estrenó en 43 salas de Estados Unidos el 25 de mayo de 1977 con la categoría de serie B. Nadie confiaba en su éxito. Lo que pasó ya es historia. Star Wars recaudó más de 100 millones de dólares en los primeros tres meses de exhibición, incrementó en más del doble los beneficios anuales de la Fox (que pasaron de 37 a 79 millones de dólares) y convirtió al joven cineasta en uno de los hombres más poderosos de Hollywood.
Aquel éxito de taquilla fue una bofetada sin manos para los que se atrevieron a criticar su trabajo. Según destaca Peter Biskind en su libro Moteros tranquilos, toros salvajes (Anagrama, 2004) Brian de Palma no tuvo piedad. “Tienes que quitar esa mierda del Jedi, nadie va a entender de qué hablas”, le dijo. Uno de los pocos que confió en su éxito fue su amigo Steven Spielberg que le auguró una recaudación de 100 millones. Se quedó muy corto.
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A España llegó casi seis meses después, avalada por el éxito, pero sin ruido. Se estrenó el lunes 7 de noviembre (ojo que en aquella época los lunes no había ni periódico para poder promocionar nada) y sólo en dos cines de Madrid, en el Real Cinema y el Roxy B en sesión numerada.
Cuarenta años después, la saga continúa dando réditos, pero ninguno tan rentable como la primera entrega. En proporción, y si ajustáramos la cantidad a la inflación actual, alcanzaría la friolera cifra de 1.234.649.200 dólares (1.164.590.000 euros).
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