Tenía 46 años cuando la vista le empezó a tambalear, cuando los oídos se le cerraron, empezaron los vértigos y la cabeza le dejaba estancado en la cama. Pasó así algunos meses y salió casi inmune del descalabro, aunque tuvo que empezar a mirar a los labios para poder comunicarse. Su vida, la de Francisco de Goya, dio un giro que se apreció en su pintura. Se desarrolló en sus miedos, en sus grises y sus negros.
Fue a partir de ese momento cuando su estilo cambió, fue desde que esa enfermedad le pilló en Cádiz durante tres meses que transcurrieron entre 1792 y 1793 cuando la falta de oído le hizo ver el mundo con un poso más negro. Sus retratos empezaron a ser más fuertes, más vigorosos, alcanzaron un poder mayor. Nació en él la estética romántica, con menos amabilidad en la temática y más crudeza en las tonalidades. Comenzó a huir de las pautas académicas y se zambulló en una libertad hasta entonces desconocida en sus obras; con rostros menos detallados y mostrando un mundo más arrebatador.
Ese giro de volante provocó, y provoca, la necesidad de conocer qué enfermedad le pudo modificar de esa manera. Cientos de investigadores, de médicos, se han estrujado la cabeza para saber si algo se la estrujó al grande de la pintura del siglo XVII y parece que fueron más los estragos de la angustia que las propias secuelas de la enfermedad.
Las teorías, desde entonces, han surgido por docenas y, aunque todas coincidían en que dos o tres enfermedades eran las que mejor abarcaban esos síntomas, sólo algunos se han atrevido a poner una en el centro de la diana. Ahora, dos expertos de la Universidad de Medicina de Maryland se mojan más que los anteriores y casi aseguran que fue el síndrome de Susac lo que le arrebató el oído al gran pintor de la Corte.
"Tras examinar una serie de pruebas sobre la condición de Goya, Ronna Hertzano, experta en audición de la Facultad de Medicina de la Universidad de Maryland (UM SOM), ha desarrollado un diagnóstico. Ella piensa que Goya probablemente sufría de una enfermedad autoinmune llamada síndrome de Susac. Sus principales síntomas son la alteración de la función cerebral, así como la pérdida de la visión, el equilibrio y la audición. Aunque la mayoría de estos síntomas suelen desaparecer con el tiempo, los pacientes pueden sufrir de pérdida permanente de la audición", asevera la Universidad en un comunicado de prensa.
Otra opción muy atractiva es que padeciera malaria cerebral"
La misma teoría que hace cuatro años daban como la más fehaciente en la Sociedad Española de Neurología, que aseguraba que "lo que mejor explica la enfermedad de Goya es el síndrome de Susac, aunque tendemos a atribuir enfermedades raras a hombres excepcionales". En cambio, ellos abrían la puerta a otras posibilidades: "Otra opción muy atractiva es que padeciera malaria cerebral y que el tratamiento prolongado con altas dosis de corteza de cinchona le produjera una intoxicación por quinina y la sordera definitiva", alegan. Aunque después la Universidad de Maryland descarta esta patología y señala a la sífilis como segunda opción al Susac.
"La sífilis también puede conducir a una pérdida auditiva severa. Y en el siglo XIX, no había tratamiento para ninguna de estas enfermedades", asegura la doctora Hertzano, aunque alega que ella considera mucho más factible el Susac, aunque no quiero dejar ninguna puerta cerrada. "Fue y sigue siendo un misterio del que quizás andamos más cerca pero las posibilidades reales son muchas", sentencia.
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