El arquitecto y diseñador hispano-argentino, Emilio Ambasz, se ha convertido en el protagonista inesperado de la política cultural de Madrid. Está decidido a levantar el Museo de Arte, Arquitectura, Diseño y Urbanismo (MAAMU) en el espacio que el Ayuntamiento de Ana Botella acordó cederle durante 75 años. El proyecto se encuentra en este momento en fase tramitación de licencias y ha recibido un informe negativo por parte del Ayuntamiento por los problemas técnicos que plantea el diseño de la fachada. Además, a los problemas técnicos se suma la ocupación del edificio, ubicado en la esquina de la calle del gobernador con el Paseo del Prado, por un colectivo okupa que ha rebautizado la finca como La Ingobernable, declarando el edificio como centro social para actividades socioculturales ciudadanas. El Ayuntamiento está valorando anular el acuerdo con la Fundación Legado Ambasz, pero el arquitecto parece decidido a continuar con la construcción del museo, según ha reconocido a El Independiente.
Sus abogados han interpuesto una denuncia a la policía solicitando que se identifique a los ocupantes ya que- como señalan fuentes cercanas al Fundación- “el hecho de que se haya metido la gente impide que se puedan ejercer tanto los derechos como las obligaciones de esa concesión”. Según estas misma fuentes, “la concesión está plenamente vigente y está en fase de tramitación de licencias la Fundación no piensa renunciar a sus derechos. Ahora se han presentado una serie de informes técnicos que dicen que se tiene que realizar una replanteo de la solución del diseño exterior del edificio de la fachada que es el principal escollo el equipo de las del señora. Se están haciendo una serie de modificaciones y propuestas para cambio de la fachada a efectos de que la Comisión Local de Patrimonio pueda pueda dar su "OK" y se continué con la tramitación de las licencias”.
Ambasz adapta su proyecto
Según ha confirmado el arquitecto a El Independiente, su estudio está trabajando en alternativas: “Estoy haciendo solo aquellos cambios que no afectan la esencia del proyecto. De otra manera no lo haría.”
Preguntado sobre la situación del edificio, sobre los informes técnicos contrarios a su construcción Ambasz y su estado de ocupación, el arquitecto ha insistido en que el “museo no costará nada a la ciudad. Mi fundación pagará su construcción, así como su mantenimiento y todos sus programas culturales y de becas, y lo hará por 75 años. No llevará mi nombre ni exhibirá mi obra como se dice falsamente. Así consta. Quienes se oponen aducen argumentos falsos y malintencionados a desmedro del bien colectivo. Es más que nada una cuestión de guerra de religión. Los responsables invisibles son algunos cardenales académicos, amantes de la arquitectura de las ventanitas cuadradas, y sus acólitos, que esperan de ellos favores, y que se oponen a una arquitectura ecológica que retorne a la ciudad a todo aquel verde que ayudaría a bajar la temperatura en verano y conservaría el calor del edificio en invierno, que absorbería el agua de lluvia que hoy en día desborda de las cloacas insuficientes, y que además brindaría un real solaz espiritual al habitante de la ciudad”.
A la Sra. Botella la conocí solo porque la sentaron al lado mío la noche de la inauguración de mi exposición en el Reina Sofía
Sobre las vinculaciones que los ocupas y la prensa hacen sobre sus vinculaciones con el ex presidente José María Aznar, la Fundación FAES y la ex alcaldesa de Madrid, Ana Botella, el diseñador asegura no tener relación alguna con ellos. "No tengo ningún grado de amistad con la familia Aznar. A la Sra. Botella la conocí solo porque la sentaron al lado mío la noche de la inauguración de mi exhibición en el Centro Nacional de Arte Contemporáneo Reina Sofía. Como toda persona que busca hacer un poco de conversación con alguien que no conoce, me preguntó gentilmente en que proyecto andaba. Así fue como le conté que estaba negociando dos posibilidades para crear un museo de arquitectura. Una era la compra del edificio del antiguo Museum of American Crafts, ubicado en la vereda enfrente del MoMA de New York, que se estaba mudando a nuevas instalaciones, mientras al mismo tiempo estaba también en negociaciones para la posible compra de un digno ingreso en la planta baja, más 3 pisos bajo tierra en un edificio en construcción, también frente al MoMA”.
Explica Ambasz que fue tras ese momento cuando la alcaldesa Ana Botella le ofreció “hacer ese museo en Paseo del Prado 30. Como me habían nombrado ciudadano español, de lo cual estoy muy orgulloso, y como en esos años los españoles andaban muy deprimidos por la situación económica, pensé que me correspondía, diría, si no suena un poco arrogante, hacer algo por España, demostrándole que alguien les tenía confianza y acepté hacer este museo en Madrid en vez de New York. Desde entonces he tenido serias ofertas de hacerlo en Singapur y en Italia”, explica. Además asegura no pertenecer a la FAES, “Ni siquiera sabía lo que era hasta hace unos días”, añade.
Pese a que todo el mundo conoce al proyecto como Museo Ambasz, el hispano argentino insiste en que el museo no estará dedicado a él. “Mi intención era, y es, la de crear una institución dedicada a celebrar la idea de la arquitectura como un arte que mueve el corazón, con énfasis programático en mostrar las obra de arquitectos ignorados así como la de jóvenes prometientes a quienes un poco de agua, como a una semilla, este gesto haría germinar”.
A día de hoy, hemos gastado más de 1,5 millones
Según sus cálculos levantar el edificio en el espacio acordado con el Ayuntamiento “costaría casi un 40% más de cuando empecé este proceso (estamos ya cerca de los 15 millones). Todo esto sin hablar de los ingentes fondos destinados anualmente por mi fundación, durante 75 años, no sólo a mantener el edificio y su personal. Más importante aún, mi fundación dedicaría una ingente suma anual a becas, conferencias, seminarios, premios y exhibiciones. A día de hoy, hemos gastado más de 1,5 millones en honorarios de abogados, arquitectos, ingenieros, consultores, botánicos, jardineros, especialistas en alarmas y seguros, etc etc.”
Según aclaran desde fuentes cercanas a la Fundación el edificio nunca dejaría de ser del Ayuntamiento “el día que se presente el certificado de final de obra se inscribirá en el registro de la propiedad a nombre del Ayuntamiento de Madrid”.
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