Fueron casi dos meses y medio, 70 días, en los que la lucidez se disparó. Su creatividad vivía un momento álgido, pintaba con una facilidad y con una rapidez que aunque no le eran ajenas se hicieron vertiginosas. Creó 73 pinturas, 33 dibujos y un grabado; casi dos piezas por día. Parecía sentir que su vida se le agotaba, que era la recta final en la que debía de dejar todo hecho, todo cerrado.
Era 1890 y dos años antes la cabeza de Van Gogh había decidido independizarse. Los ataques psicóticos comenzaron a ser una constante, las ideas delirantes se convirtieron en su sombra y el desequilibrio se hizo patente. Fue durante esa época cuando decidió cortarse la oreja tras una bronca con Gauguin y usarla como regalo para una prostituta. Fue cuando hizo las maletas y se autointernó en el manicomio de Saint-Rémy.
Pasó un año en este sanatorio mental, intentando volver a la vida. Lo consiguió y no tardó en coger un tren a Auvers-sur-Oise, un pueblo a las afueras de París. Fue allí donde la creatividad ganó fuerza, donde el pintor pensó que tenía una segunda oportunidad, donde creó La noche estrellada y donde un revólver apuntando a su pecho acabaría con su vida tras una larga angustia.
Ahora, Barbara Stok, fascinada por esa pintura, por sus remolinos, ha utilizado esos años, los últimos, para crear un cómic, para retratar esos meses tan oscuros como artísticamente fascinantes. Vincent, de la Editorial Salamandra Graphic, surge de las cartas que el pintor le enviaba a su hermano Theo y que han servido a la autora como base para generar un esquema preciso de cómo vivió aquella época.
"Era como leer un diario y de sus cartas escogí escenas y pensamientos que me parecieron interesantes. También fui a Arles y Saint-Rémy para ver dónde vivía y reuní todos los hechos necesarios sobre Francia a finales del siglo XIX, porque para hacer un dibujo tienes que conocer cada pequeño detalle. Por ejemplo, qué tipo de ropa llevaban en ese tiempo, o qué tipo de lámparas tenían", ha asegurado en una entrevista a la Agencia EFE.
Gracias a esta información, la dibujante holandesa generó los diálogos y comenzó a dibujar. "Mi marido Rick me ayudó a colorear el libro en el ordenador, y utilizamos los colores de las pinturas de Van Gogh seleccionando un color para cada escena", asegura.
La más difícil, para ella, fue la relación del pintor con Gauguin, cuya salida de Arlés generó la famosa obra de Los girasoles. "Por un lado se llevaban bien; pero por otro chocaban. Fue un verdadero reto encontrar el equilibrio adecuado". "Yo arriesgué mi vida por mi obra, y mi razón destruida a medias", escribió en una de sus cartas. En una de las últimas. Como si hubiese sido el arte el motor de sus dolencias.
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