Daniel Day-Lewis ya no trabajará como actor. Él está inmensamente agradecido a todos sus colaboradores y a su público por todos estos años. Se trata de una decisión privada y ni él ni ninguno de sus representantes harán más comentarios al respecto". Con un comunicado así de tajante, claro, escueto y directo, la representante del actor irlandés desveló al mundo entero que el que quizá sea un de los más grandes entre los grandes no volverá a ponerse delante de una cámara ¿Y detrás? Quién sabe, soñar es gratis.
Los actores no se retiran. Todos sueñan con morir con las botas puestas en el escenario. Daniel Day-Lewis ha sido siempre la excepción de la regla. Un bicho raro, muy raro, tan raro que hace tiempo que no ha surgido en el panorama cinematográfico un actor de su talla. Estamos ante el intérprete que más piropos ha recibido de sus compañeros, el más admirado y reconocido (a nivel de grandes clásicos como Marlon Brando, por nombrar alguno).
Puede que suene exagerado, pero sólo es necesario repasar su carrera para ver que Daniel Day-Lewis es de los que se entregan en cada interpretación como si fuera la última de su vida, con una devoción que sólo alcanzan las leyendas. No cuenta con una filmografía extensa, de hecho ha cuidado sus trabajos con un celo pasmoso. Daniel Day-Lewis ha protagonizado pocas películas, pero muchas de ellas necesarias.
Daniel Day-Lewis es de los que se entregan en cada interpretación como si fuera la última de su vida
La última vez que veremos al actor en pantalla será en Phantom Thread, la nueva película de Paul Thomas Anderson. Day-Lewis se retira con tres Oscar al Mejor Intérprete Masculino (Mi pie izquierdo, Pozos de Ambición y Lincoln), y deja un legado que le convierte en uno de los mejores actores de la Historia del Cine.
Fruto de la relación del poeta Cecil Day-Lewis y la actriz de teatro Jill Balcon. El niño Daniel creció en una familia de artistas progresistas, cultos y concienciados. Viendo la tendencia que tenía su hijo a juntarse con los malotes de la clase lo matricularon en un internado en Kent. Allí, rodeado de la insoportable disciplina inglesa, se topó con su pasión. En el teatro encontró una vía de escape a tanto rigor, sumisión y obediencia.
A los 14 años, el futuro actor, apareció fugazmente en su primera película, Monday, Bloody Monday en la que interpretó a un gamberro, personaje que le venía como anillo al dedo. Ya sabía que lo suyo era la interpretación y se dedicó en cuerpo y alma a perfeccionar sus aptitudes interpretativas. En 1982 consiguió un secundario en Gandhi, la película dirigida por Richard Attenboroug y protagonizada por Ben Kingsley. Entre tanto personaje hay que realizar un pequeño ejercicio al estilo ¿donde está Wally?, pero por primera vez su nombre quedó plasmado en los créditos de un largometraje.
El mundo tuvo que esperar siete años para reconocer al gran actor que llevaba dentro. En 1989, su interpretación de aquel discapacitado capaz de pintar con el pie izquierdo le reportó la fama internacional y su primer Oscar de la mano de Jim Sheridan. Para protagonizar Mi pie izquierdo, Lewis pasó meses conviviendo con discapacitados, y durante el rodaje no se movía de la silla de ruedas para vivir el rol de verdad. Ese mismo año inició una relación sentimental con la actriz francesa Isabelle Adjani, con la que tuvo un hijo, Gabriel-Kane, y a la que cuentan las malas lenguas dejó con un escueto fax: “Da por terminada nuestra relación”. Sin más.
Day-Lewis pasó meses conviviendo con discapacitados durante el rodaje de Mi pie izquierdo
Acababa de empezar una carrera que se presumía inagotable, pero Daniel Day-Lewis ya apuntaba maneras y demostró que pretendía ser muy selectivo con su carrera. Rechazó trabajar en títulos como Philadelphia o Entrevista con el vampiro, decisiones que, como todo el mundo sabe, beneficiaron las carreras de Tom Hanks y Tom Cruise.
Cuando le dijo que sí a Michael Mann y decidió meterse en la piel de El último mohicano en 1992, fue capaz de incrementar 10 kilos de masa muscular gracias a una intensa preparación física, aprendió a navegar en canoa, a disparar y a despellejar animales. Todo para otorgar verdad a su personaje.
Un año después del agotador mohicano, volvió a trabajar con Jim Sheridan. Daniel Day-Lewis reapareció demacrado, con su languidez habitual para dar vida a Gerry Conlon, en el drama En el nombre del padre, una película que narraba el caso real de un padre y un hijo injustamente encarcelados acusados de pertenencia al IRA. Paradójicamente, ese mismo año adoptó la ciudadanía irlandesa y compró un hermoso cottage bautizado Castlekevin, su refugio, el hogar donde vive desde entonces con su mujer Rebeca Miller (hija del escritor Arthur Miller) y dos de sus tres hijos, Ronan y Cashel-Blake.
Sin que sirva de precedente (por exceso de trabajo), ese mismo año rodó el drama histórico La edad de la inocencia, de Martin Scorsese, su maravillosa interpretación de Newland Archer cayó injustamente en el olvido para Academia.
En 2002 (después de haber rodado sólo dos películas en ocho años, las olvidables Las brujas de Salem y The Boxer y tras pasar una época de su vida exiliado en Florencia, entre artesanos aprendiendo a hacer zapatos y practicando la carpintería, uno de sus grandes hobbies), Martin Scorsese volvió a reclamarle para protagonizar Gangs of New York. Como siempre, para dar credibilidad al personaje, aprendió el oficio de carnicero y el arte de lanzar cuchillos. Cuentan que llegó más lejos. Enfermó en Italia antes de comenzar a rodar, rechazó los antibióticos que le ofrecía el médico porque “en la época en que se ambientaba el largometraje aquella medicina no existía”.
Dirigido por su esposa, Daniel Day-Lewis protagonizó en 2005 The Ballad of Jack & Rose, una película absolutamente olvidable. Su carrera andaba sobre la cuerda floja. Capaz de abandonar las tablas en plena representación de un Shakespeare, necesitaba un revulsivo. Éste llegó con Pozos de ambición. Dirigido por Paul Thomas Anderson, el actor se metió en la piel de Daniel Plainview, un miserable minero reconvertido en magnate del petróleo. El personaje le regaló su segundo Oscar al mejor actor principal. A este triunfo le siguió Nine, un musical inspirado en Fellini ocho y medio (1963) en el que Day-Lewis encabezó un reparto rodeado de estrella femeninas de la talla de Marion Cotillard, Penélope Cruz y Kate Hudson, entre otras.
En 2014, recibió el título de Sir de manos del príncipe Guillermo, duque de Cambridge, quien celebró la ceremonia en nombre de su abuela
Su último trabajo estrenado llegó de la mano de Steven Spielberg, que le ofreció protagonizar el biopic del presidente que abolió la esclavitud: Lincoln (2012). La película resultó un considerable éxito en taquilla y arrancó el aplauso de la crítica. Lincoln obtuvo 12 nominaciones y en aquel año se colocó en la pole, como la gran favorita en la ceremonia de los Oscar. La Academia sólo reconoció la maravillosa ambientación, otorgando al equipo de Spielberg una estatuilla a la Mejor Dirección Artística, y, al conceder a Daniel Day-Lewis su tercer Oscar, confirmó el esfuerzo y la portentosa interpretación del actor.
En 2014, recibió el título de Sir de manos del príncipe Guillermo, duque de Cambridge, quien celebró la ceremonia en nombre de su abuela, la reina Isabel II. Esa fue una de sus últimas apariciones en público. Ahora sólo nos queda esperar a diciembre para ver la que, por lo visto, será la última interpretación de este camaleón de la escena.
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