Santander es una ciudad de agua y luz asomada a la bahía que la protege del álgido Mar Cantábrico. Son estos valores, estas sensaciones, las que el arquitecto italiano Renzo Piano, Premio Pritzker de arquitectura en 1998, ha plasmado en cemento, acero, vidrio y cerámica del nuevo Centro Botín. Una obra arquitectónica que este sábado abrirá sus puertas al público después de cinco años de trabajos y se convertirá en el polo de atracción artístico de la Fundación Botín.
Visto desde el mar, el Centro se parece a una cortina de cristal enmarcada por la ciudad. Desde el aire los dos alas redondeados del edificio son como un tornillo que sutura el área del puerto con el casco histórico. Fue el mismo Emilio Botín, presidente del Banco Santander, quien quiso que el nuevo centro tuviera un impacto positivo sobre la ciudad, reconciliando dos tejidos urbanos - el puerto y el centro - que habían permanecido desconectados por razones históricas. Para conseguirlo costeó a cuenta de la Fundación el soterramiento de medio kilómetro del Paseo de Pereda, el eje vial que rompía la continuidad entre el centro y la orilla del mar.
“Este edificio es un legado”, explica Javier Botín, hijo de Emilio y presidente de la Fundación que lleva su apellido. El compromiso empezó en 1964 cuando su abuelo Marcelino decidió crear una fundación para apoyar el desarrollo de Cantabria. “El centro es el proyecto más importante de la Fundación hasta la fecha”, explica el hijo de Botín. “Su cometido es crear riqueza cultural y social en Santander y en Cantabria”, añade.
Un centro global con vocación local
“Queremos que el Centro sea una referencia global para el mundo del arte sin olvidarnos de la dimensión local”, explica Fátima Sánchez, Directora ejecutiva del Centro Botín. Habrá exposiciones, talleres, actividades formativas, conciertos e incluso un restaurante a cargo de Jesús Sánchez, chef navarro con una estrella Michelin.
El Centro está pensado para ser un punto de encuentro para la ciudad. Así, desde los jardines que rodean el edificio se puede subir hasta el Pachinko. Esta plaza elevada, construida en el centro del edificio, une las dos alas de la estructura. Su curioso nombre se debe a una máquina de pinball japonés.
Un puente entre la ciudad y la bahía
Es este uno de los puntos del que el arquitecto Renzo Piano está más orgulloso: para demostrarlo nos invita a salir del Centro, bajando por el Pachinko hasta el mercado que se encuentra delante del Centro. “Fue tomando un café en este mercado cuando aclaré muchas ideas sobre cómo tenía que ser el edificio”, recuerda. Entendió, por ejemplo, que la estructura tenía que sostenerse sobre columnas altas, de siete metros, para no quitar la visión del mar.
En la carrera de Renzo Piano, hay muchos museos y muchas remodelaciones urbanas de estilo high-tech: desde el Centro Pompidou de París hasta el Centro para las Ciencias en el puerto de Amsterdam. Este edificio altamente tecnológico esconde un alma profundamente orgánica en sus 270 mil discos circulares de cerámica que recubren el exterior. “Elegimos este material por la vivacidad con que reflecta la luz del sol y el agua”, explica Piano. En la primera planta del Centro los maestros del pasado cohabitarán con las obras de la colección de arte contemporáneo de la Fundación Botín. La segunda planta estará dedicada a las exposiciones temporales.
Renzo Piano y Emilio Botín
Piano, que es natural de Génova, cuenta que con Emilio Botín tuvo la relación de “un marinero con un pescador”. “Cada proyecto es un retrato y en este caso es el retrato de Emilio y de su ciudad”, añade el arquitecto. El entonces presidente del Banco Santander quería un proyecto integral. Por eso quiso que la Fundación se encargara no sólo del entierro de la carretera que bordea el Centro, sino también de la remodelación de los Jardines de la Pereda, a cargo del arquitecto Fernando Caruncho. Una inversión total de 80 millones de euros. El único remordimiento de Piano es no haber podido terminar el trabajo en los 18 meses que le pidió el dueño del Santander. Las obras se extendieron desde 2012 hasta 2017.
Ahora el Centro Botín está listo para echar a andar y tiene ya cerrada la programación para 2017. El primer ciclo expositivo incluye una serie de dibujos de Goya y una selección de obras contemporáneas de la Fundación Botín. La exposición temporal estará completamente dedicada al artista belga Carsten Höller y a sus obras interactivas. Ante la pregunta de si el objetivo del Centro es sustituir el Guggenheim de Bilbao como icónico museo en el norte de España, el director artístico del Centro, Benjamin Weil, responde que “el Centro será una voz potente, pero no puede trabajar solo. Hoy todas las instituciones están obligadas a colaborar en red”.
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