Empezó retratando a los oficiales, a aquellos que acudían uniformados o con sus trajes de los domingos. Eran los setenta y en San Fermín el blanco todavía no se había impuesto como indumentaria oficial. Estuvo una década fotografiando aquellos ochos días del año en los que Pamplona sobresalía del mapa, en los que los Sanfermines eran más un ritual que una fiesta. Miguel Bergasa ha querido proponer con sus fotografías un viaje por el tiempo, nos lleva desde aquellos años hasta 2002 con 30 imágenes que muestran el cambio, la evolución, de unos festejos que llaman la atención de medio mundo desde que los universalizó Hemingway.
Su primeras instantáneas contrastan drásticamente con las últimas. Se trata de la parte más seria, de una Pamplona más austera en la que durante los últimos años se ha impuesto el color blanco en cada uno de sus participantes. Atrás quedan esas imágenes con toques religiosos, estas pasan a ser jóvenes observando el encierro, multitudes inasumibles en las calles y bailes en el Casino. El objetivo de Bergasa asume dos realidades, dos tiempos distintos y ahora ve la luz en la exposición Sanfermines que se podrá visitar en el patio del Palacio del Condestable hasta el próximo 18 de agosto.
"Dos vertientes. Por una parte, la reposada mirada del enfrentamiento en el retrato, el visor cuadrado y el ligero contrapicado; por otra, lo dinámico del formato rectangular convirtiendo instantáneas en representaciones ordenadas dentro del caos de la fiesta", aseguran desde el área de Cultura del Ayuntamiento, que han sido los encargados de organizar la muestra.
En total treinta fotografías para treinta años de fiestas. "La más antigua es de 1972, con la convivencia del recinto ferial en Yanguas y Miranda y los encuentros culturales de arte experimental en el solar del actual Baluarte, y la más reciente de 2002, con el retrato y la mirada de una pareja foránea", añaden desde el Ayuntamiento.
"Miguel Bergasa nos presenta un trabajo recogido a lo largo de varios años que nos permite reconstruir el paso del tiempo en la fiesta. Como buen narrador, administra el tempo del discurso", asegura el fotógrafo Chema Conesa en el prólogo del catálogo que acompaña a la muestra.
A lo que añade que "la mirada de este autor logra un registro benevolente y empático. Parece navegar a gusto en el desorden fiestero, sus imágenes no pretenden juzgar, solo señalan con intención de descubrir o provocar una interpretación particular de ese lugar común en que se han convertido los Sanfermines por derecho propio".
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