En el año 2005 el Torneo de Linares, una de las citas más importantes del calendario ajedrecístico, se cerraba con la victoria del legendario Garry Kasparov. Fue su último partido al más alto nivel y supuso la retirada de una de las mentes más brillantes que jamás conoció el endiablado tablero de los escaques.
Desde entonces, Kasparov ha dedicado sus días a la promoción del juego al que tanto ha dado, algo que ha compaginado con su labor de escritor y con un fuerte activismo en contra de las políticas de Vladimir Putin, lo que le ha valido detenciones y la necesidad de exiliarse.
El Ogro de Bakú, como fue bautizado cuando estaba en su máximo nivel, acaba de anunciar que volverá al ajedrez de competición en el torneo de Saint Louis, en Estados Unidos, en uno de los eventos que más relevancia está adquiriendo a nivel mundial.
Entre el 14 y el 19 de agosto Kasparov, a sus 54 años, se medirá con algunos de los grandes nombres del ajedrez, en su primer contacto con la élite desde que dejó de entrenar al actual número uno del mundo, el noruego Magnus Calrsen, con el que terminó por chocar debido a la fuerte personalidad de ambos.
"De alguien como él siempre se puede decir que tiene el gusanillo por jugar", ha dicho Tony Rich, director ejecutivo del club de ajedrez St. Louis, sede del torneo. "La verdad es que no costó mucho convencerlo", ha explicado.
Kasparov se enfrentará a nueve jugadores más, que pelearán por un premio total de 150.000 dólares, más de 130.000 euros, y servirá como excelente calentamiento para la cita del Gran Chess Tour que se disputará unos días después y que pondrá en juego una bolsa de premios el doble de grande.
La competencia va a ser durísima. Entre los participantes del torneo están el propio Carlsen, su rival en el Campeonato del Mundo, Sergey Karjakin, el indio Viswanathan Anand, el estadounidense Hikaru Nakamura o el armenio Levon Aronian
Una vuelta eventual
En cualquier caso, el retorno del Ogro de Bakú a los tableros será una excepción. En declaraciones a la revista Forbes el genio nacido en Azerbaiyán ha explicado que no quiere dejar de lado a su familia, su faceta escritora o su activismo político.
Pese a ello sus ganas de competir son notables. "Estoy encantado de tener la oportunidad de jugar ante rivales tan duros. Va a ser mi prueba más importante desde que me retiré en el año 2005", ha afirmado Kasparov a la revista.
Precisamente la escritura es lo que más tiempo le ocupa últimamente. Acaba de publicar un libro, casi como si fuera una terapia, sobre la Inteligencia Artifical en relación con su célebre enfrentamiento con el superordenador de IBM Deep Blue, que acabó por derrotarle en el año 1997. "Mi derrota fue un triunfo para los humanos, por la cantidad de beneficios tecnológicos que han llegado después", ha explicado alguna vez el ahora nacionalizado croata.
Ya quedan lejanos los duelos que protagonizaron Kasparov y su compatriota Anatoli Kárpov, enfrentamientos que paraban el mundo y que envolvió a ambos en una mística propia de los archienemigos a otro nivel. El duelo entre los dos bandos de la Unión Soviética acabó por forjar una unión entre ambos y que llevó a Kárpov a desafiar a Putin visitando a Kasparov en prisión.
Su estilo agresivo y sus ganas no ya de derrotar a su rival, si no de aniquilarlo, le otorgaron a Kasparov un puesto eterno en el Olimpo del que, quizás, sea uno de los juegos más endiabladamente complicados que haya creado el ser humano. Agárrense, porque vuelve el ogro.
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