Es músico gracias a su tío. Emigró a Canadá, no pudo viajar con su guitarra y se la regaló. “Tenía cinco cuerdas, estaba oxidada, desafinada, pero la consideraba mi amiga”. Fue así como la música se convirtió en una obsesión para el joven Gordon Matthew Sumner, una vía de escape que le alejó de los dos únicos trabajos que hubiera podido alcanzar en Newcastle, su ciudad natal: el astillero o la mina de carbón. Aquella guitarra herrumbrosa transformó a Gordon y lo convirtió en Sting.
Movistar estrena hoy 14 de septiembre Sting, un hombre libre, un documental que desvela el lado humano del vocalista de The Police. Gracias a una entrevista en exclusiva y a la participación de músicos como Bob Geldof, Zucchero, Will.I.Am y Rufus Miller, Sting, un hombre libre transita por su carrera musical, desde sus inicios hasta su último trabajo 57th & 9th, sin olvidar los motivos por los que la música para él es mucho más que notas y armonía.
Sting posee una voz única e increíble con la que crea un universo que envuelve y abraza
Sting posee una voz única e increíble con la que crea un universo que envuelve y abraza. Bob Geldof lo considera un artista disciplinado, un icono. “Me molestaba porque era muy guapo y cuando empezaba a tocar lo odiaba porque era muy bueno. Sting es competitivo, vicioso e inconformista”.
Ese inconformismo le llevó a abandonar The Police, la banda con la que alcanzó la popularidad entre 1977 y 1983. Siete años y cinco discos fueron suficientes para este músico que buscaba un mundo más grande y emocionante. “Con Police conseguimos muchas cosas, pero yo quería mi libertad para explorar otros caminos, vivir nuevos retos y eso fue lo que hice. Todo el mundo me decía que me quedara en la banda, pero mi instinto me empujaba a dejarla. Fui lo suficientemente valiente como para escuchar a mi instinto”.
En 1984, Sting tomó las riendas de su carrera en solitario en busca de nuevos sonidos y hasta hoy no ha dejado de investigar. Seducido por el jazz flirteó con él en su primer disco en solitario. “Adoro el jazz, las improvisaciones que hacen los músicos que tocan jazz. The dream of blue turtles fue un disco único que me dio la libertad de explorar un mundo más grande de lo que me permitió Police. Añadí más colores a mi paleta”.
Cuentan sus amigos que es un artista insaciable. “Practica constantemente y su curiosidad por la música resulta incombustible”, confiesa Zucchero. En una ocasión Dominic Miller le regaló un laúd. “Era una broma, sin más, pero se obsesionó tanto con el laúd y la música de John Laudand que no paró hasta firmar un álbum inspirado en ese instrumento. Se arriesgó muchísimo. Yo no creía en él, pero Sting es un músico que sigue su brújula interna y le funciona”.
Lo suyo es la fusión. Considera que cada artista posee su propio universo y, a pesar de las diferencias, es capaz de unirlos para formar algo poderoso. Inolvidables son sus duetos con Cheb Mami (Rose Desert) y Mylene Farmer (Stolen car).
Sting siente sus canciones, cuenta historias desde el alma, por eso las transmite como nadie
“A un acorde menor, le inyecta musicalidad, una brillante vocalización, arreglos impresionantes y letras simples que cuanto más las escuchas más revelan. Es un músico y un escritor prodigioso”, desvela Geldof. Así es, Sting no se conforma con la música y enriquece las notas con letras. Cuenta historias desde el alma, hace que todo parezca simple cuando detrás hay trabajo, trabajo y más trabajo. Sting siente sus canciones, por eso las transmite como nadie. “Tienes que contar una historia en dos versos, un interludio y en la conclusión. Necesitas habilidad para ello, porque son historias en miniatura. A veces tienes que decir mucho en una sola línea”, confiesa.
Hay que estar muy atento a sus letras para descubrir que se divierte metiendo literatura en las canciones, citas de Shakespeare, incluso, menciones a Nabocov. “Unos lo entienden y otros no”, bromea.
Confiesa que siempre aporta algo de sí mismo. “La música es la forma con la que proceso mis emociones, es mi terapeuta. Creo que estoy medianamente cuerdo, mi vida es bastante equilibrada gracias a la música”.
Para Sting la vida de una estrella del pop es intensa, “tiene momentos de luz cegadora y otros que son todo lo contrario”. Considera que para un ser humano vivir entre los extremos es complicado. “Aprendes filosofía y navegas para encontrar el equilibrio en alguna parte”. Él lo ha encontrado en su mujer y sus hijos.
Ha utilizado su fama y su música para gritar al mundo y para luchar contra las injusticias
No todo es música en su vida. Sting ha utilizado su fama para gritar al mundo y para luchar contra las injusticias. Russians y la Guerra Fría; Inshallah y la crisis de los emigrantes sirios; They dance alone y las viudas de Pinochet; One fine Day y el cambio climático. Abanderó la lucha contra la desforestación de la selva amazónica de la mano de Raoni. En 1989 creó la Rainforest Foundation, con la que consiguió reunir un millón y medio de dólares para proteger las tierras de la tribu amazónica de los kayapos. La lista resulta interminable. Su discografía rezuma alaridos de protesta. Fue también el responsable de reabrir la sala Bataclán tras el atentado. “Soy consciente de que mi imagen puede ser el altavoz de causas que de otro modo no tendrían proyección. He utilizado mis temas para abrir conciencias”. De todas sus protestas la que recuerda de manera especial es cuando bailó e interpretó They dance alone con las viudas de Pinochet. “Ellas protestaban bailando y cuando sonó, en el teatro donde podían haber muerto sus maridos, fue una de las experiencias más emotivas de mi carrera. Aún sigo en contacto con ellas".
Su último grito se llama Inshallah. “Si yo hubiera vivido en Alepo querría haber huido con mi familia. Me imaginé en un barco yendo desde Turquía hasta Grecia, sin alternativa. Así nació Inshallah. Es una expresión de humildad, de esperanza, de confianza y espero que de solidaridad. Si hay una solución tiene que ser humanitaria. Huyen de la guerra, como en África huyen de la pobreza y, en el futuro, nosotros huiremos del cambio climático. Cada día rezo por los escépticos del cambio climático. Rezo para que tengan razón, pero las evidencias apuntan a otra dirección. Algún día nos daremos cuenta”.
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