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Los rincones desconocidos del Teatro Real de Madrid

Plaza de Oriente con el Teatro Real de Madrid al fondo
Plaza de Oriente con el Teatro Real de Madrid al fondo | BIBLIOTECA NACIONAL

Cuando en 1817 fue abatido el Teatro de los Caños del Peral, el solar ya estaba consagrado al bel canto. Fue Felipe V, admirador de la ópera italiana, quien ordenó construir un coliseo en el centro de Madrid. Pendiente de los caprichos de la Casa Real, el Teatro tuvo momentos de brillo, pero nunca despegó del todo. Las guerras napoleónicas, el abandono y la reforma de la Plaza de Oriente llevaron al Ayuntamiento de Madrid a decretar la demolición del teatro.

En 1818 se ponía la primera piedra del que ahora es el Teatro Real de Madrid. Como su antecesor, la vida del Real, compartió las vicisitudes de España. Momentos estelares se han difuminado en momentos de olvido.

Las arias de Donizetti, Bellini, Rossini y Verdi fueron las más recitadas durante las primeras temporadas. El mismo Verdi acudió a Madrid para el estreno de La forza del destino. Pero desde el final de la Guerra Civil el teatro se quedó mudo. Hasta 1966, cuando fue reabierto como sala de conciertos.

Finalmente, en 1997, tras una profunda rehabilitación, el telón vuelve a subirse delante de cientos de espectadores que asistieron a El sombrero de tres picos de Manuel de Falla. Empezaba así el último renacimiento del Teatro Real.

Para celebrar los 200 años de fundación y los 20 años de su reapertura El Independiente ha visitado los rincones más desconocidos y los más característicos del Teatro Real de la mano del regidor Hugo Fernández, responsable de la coordinación de cada representación operística.

1 - En el centro del escenario. Silencio y bullicio. El escenario del Teatro Real vive suspendido entre estos dos estados de ánimo. Silencio absoluto cuando la sala está cerrada. Aunque el caos y la creatividad puede surgir en cualquier momento. Antes incluso de que se enciendan las luces, el personal técnico es el primero en personarse. Luego es el turno de los músicos, del coro y al final de los solistas. Ahora todo está listo para ensayar o subir el telón y empezar la función. VER VÍDEO

2 - Detrás del telón. A la derecha de la sala, en un rincón a medio camino entre el escenario y los camerinos están los regidores. Son los encargados de todo. De que la música empiece a sonar cuando es el momento, de que los actores salgan a tiempo y mucho más. Detrás del escenario hay un mundo. VER VÍDEO

3 - Debajo del patio de butacas. Al lado del escenario están los camerinos de los artistas. Pero el Teatro Real se desarrolla sobretodo en altura y en profundidad, con catorce pisos hacia arriba y ocho bajo tierra. En los subterráneos del Teatro hay incluso un aparcamiento para camiones donde se carga y descarga el material necesario para montar la escenografía. VER VÍDEO

4 - En el foso de la orquesta. Es un ‘ascensor musical’ que puede subir y bajar según el requerimiento del director para regular la intensidad del sonido. Está conectado con la cabina de regiduría y un ‘semaforo’ que da el ‘vía libre’ para el comienzo de la función. VER VÍDEO

5 - Arriba en el Paraíso. Siete pisos más arriba del escenario se encuentra el ‘paraíso’. Desde ahí todo se ve lejos, pero la acústica se mantiene notable como en el resto de la sala. Sentarse aquí es mucho más barato que sentarse en el patio de butacas. El ‘paraíso’ es el lugar donde se congregan los verdaderos aficionados a la ópera. En el Teatro también se encuentra una ‘jaula’ para los que llegan tarde a la función. Es un palco lateral y de ahí, sin molestar, se puede escuchar la música y ver la representación a través de una pantalla. VER VÍDEO

6 - El orgullo de la sastrería. La sastrería del Real es una de las más grande de Europa. Aquí el taller y los vestidores están unidos. No sólo se confecciona el vestuario para cada producción, sino que también se prueban y arreglan los vestidos, se dibujan los nuevos trajes y se almacenan los de las pasadas temporadas. VER VÍDEO

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