Veinticinco años después de su muerte, la leyenda de José Monge Cruz, Camarón de la Isla, sigue haciéndose grande y vibrando. La locura que despertó su cante en vida sigue vigente, luciendo como un faro para el mundo flamenco, que, gracias a él, se hizo un arte universal. Este es el ambiente que se respira en el congreso Leyenda Camarón. 25 años, que hoy y mañana reúne en San Fernando (Cádiz), localidad natal del cantaor, a familiares, compañeros, críticos, expertos e investigadores de la vida y la obra del cantaor que cambió la historia del flamenco.
El congreso, organizado por el Instituto Andaluz del Flamenco, el Ayuntamiento de San Fernando y la Universidad de Cádiz, se celebra en la recta final del año en el que se conmemora el 25 aniversario de la muerte del cantaor. Una conmemoración que parece querer acabar con la deuda que había con un artista universal, que no tiene ni un museo al que dirigir a los miles de aficionados de todo el mundo que acuden cada año a su localidad natal buscando huellas del artista.
"Él alumbró el alma del flamenco. Ahora nos toca a nosotros alumbrar su legado", ha asegurado hoy en la inauguración del congreso el consejero de Cultura de la Junta de Andalucía, Miguel Ángel Vázquez, que ha recordado que esta semana se han cumplimentado los trámites por los que el Gobierno andaluz ha otorgado 3,5 millones de euros para que comience en los próximos meses la construcción del Centro de Interpretación Camarón de la Isla, en su localidad natal.
Expertos en Camarón
Expertos como el escritor José María Velázquez Gaztelu invitaban hoy dejar a un lado el inmenso anecdotario, cierto e incierto, sobre el cantaor: "Ese aura mítica y legendaria estorba a que se haga una escucha, un análisis profundo de su música, a degustar una voz que ha marcado una época", decía, mientras el crítico Juan Verdú deseaba que cada una de los miles de personas que llevan un tatuaje de Camarón hubiera comprado uno de sus discos. A Camarón nadie le discute el mérito de haber dado al flamenco "un giro copernicano", en palabras del crítico Fermín Lobatón. Una revolución que también vino la mano de otro genio, Paco de Lucía.
Sus respectivos biógrafos, los escritores Enrique Montiel y Juan José Téllez, han recordado hoy que ni ellos se ponían de acuerdo sobre cuál fue el primer encuentro de dos artistas cuya unión los aficionados consideran casi como un "regalo divino". En el congreso se ha recordado en este sentido cómo el guitarrista Manolo Sanlúcar asegura que es "un milagro" que dos talentos como los de Paco de Lucía y Camarón de la Isla hayan coincidido. Ambos, han contado quienes les conocieron, eran "extraordinariamente tímidos".
"Lo que les unió fue el cachondeo, la risa, la noche, ser libres y jóvenes" en aquel Madrid de finales de los años sesenta y "la curiosidad infinita de ambos por la música", ha contado Juan José Téllez. Y la admiración mutua que sintieron el uno por el otro y que llevó a Paco de Lucía a decir que el 60 por ciento del mérito del Premio Príncipe de Asturias que recibió era de Camarón de la Isla.
Un respeto mutuo que nunca acabó, ni siquiera con las pequeñas turbulencias que azotaron su relación y que nada tuvieron nunca que ver con los rumores de unas supuestas rencillas por el reparto de derechos que se difundieron a la muerte del cantaor. Fue "un capítulo desagradable, injusto" y además provocado por "terceros", han recordado sus biógrafos.
Sin ellos el flamenco no sería patrimonio inmaterial de la humanidad
La viuda de Camarón de la Isla, Dolores Montoya, la Chispa, ha celebrado la unión de su marido con Paco de Lucía. "Sin ellos el flamenco no sería patrimonio inmaterial de la humanidad. Son una fuente de la que todos los músicos tienen que beber", ha dicho en el congreso tras señalar que el talento de su marido era un don. "La guitarra se puede aprender; el cante no", ha asegurado, al tiempo que ha lamentado que ambos no hubieran estado más tiempo juntos: "Hubiera habido hoy más fuente".
Como testamento, Camarón sólo dejó un papel escrito a mano en el que animaba a su familia a tener fe en dios y le decía a la Chispa que era libre. Pero como legado dejó una impronta en el flamenco que, hasta mañana, será analizado en este congreso que clausuraran mañana dos de sus guitarristas, Paco Cepero y Tomatito. Un congreso en el que activistas flamencos como Juan Verdú, privilegiado testigo de cómo 20.000 personas llenaban cada año el Palacio de los Deportes de Madrid para ver Camarón, lamentan "el bajón" que ha pegado este arte. "Se nos ha ido la selección nacional", apuntaba.
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