¿Cómo era el mundo antes de que la globalización rompiera las fronteras? ¿Cómo era el mundo cuando los pueblos y las naciones no se parecían tanto? Acercarse a los Archivos del Planeta de Albert Kahn implica plantearse estos interrogantes, sobre lo que queda -en nuestra vida y en nuestra experiencia- del pasado de nuestros padres y abuelos.
Fotografías cuadradas, de unos diez centímetros. Nos parecen pequeñas pero son, por lo menos, el doble de las imágenes de Instagram. Hay cientos colgadas en las paredes del Círculo de Bellas Artes de Madrid, que en algún momento llega a parecerse casi a muros de un Instagram analógico.
Durante 22 años de viajes se documentaron 90 países
Las instantáneas expuestas en la exposición Albert Kahn, los archivos del Planeta son sólo una pequeña muestra de las 76.000 placas y 183.000 metros de película que forman parte del proyecto con el que Albert Kahn quiso documentar la vida, las tradiciones, los lugares y la cultura de todo el planeta. Oriente y occidente. Los extremos más exóticos del mundo y las capitales de la cultura. Entonces, en 1912 el mundo era otra cosa. Viajar era duro, la fotografía un arte aparatoso.
Dinero, metodología y fotografía
Albert Kahn no era fotógrafo. Era un banquero judío francés de origen alemán convencido de que no había progreso sin conocimiento. Era filántropo y pacifista. Para ser un hombre de negocios, tenía gustos más bien literarios. Se gastaba dinero en proyectos como el Jardín de los mundos, un jardín de jardines en las afueras de París donde convivían todos los estilos de jardín. Sabía que el mundo había empezado a hacerse cada vez más pequeño. Tren, aviación, telégrafo empezaban a conectar el globo. Kahn supo prever que la desaparición de los aspectos, las prácticas, los modos de la actividad humana no era más que una cuestión de tiempo. Por eso quiso emprender y financiar durante casi veinte años, de 1912 hasta 1930, la construcción de un inventario fotográfico donde guardar registro de la humanidad.
El encuadre es selectivo. Recorta un sector del espacio para dejar fuera toda la realidad. Aún así los Archivos de Kahn aspiraba a ser una antropología universal. Sobre la personalidad de los fotógrafos se imponía la búsqueda de un grado cero, la orientación hacia una ‘cientificidad’ fotográfica. Las base teórica de este trabajo estaba el libro en La geografía humana (1910) de Jean Brunhes, el geógrafo elegido por Albert Kahn para coordinar los Archivos del Mundo. Brunhes se dedicó a instruir a los fotógrafos y a planificar cada expedición hasta los años treinta.
Escenas de grupo, retratos de trabajadores, personajes anónimos, a menudo vestidos con trajes tradicionales o de fiesta protagonizan las imágenes. Las murallas de Ávila se mezclan con escenas del teatro kabuki y playas donde todavía no había llegado la herida de la turistización. También están las trincheras de la primera guerra mundial, heridas terribles, cuerpos mutilados, casas y catedrales derrumbadas. El mundo es también dolor. Y así durante más de veinte años de expediciones, viajes, lugares, rostros, religiones.
El siglo XX ha sido el tiempo de las utopías. Como todas y cada una de ellas también los Archivos del Planeta estaban destinados al fracaso. El crack del 1929 marcó el punto final del proyecto de Alfred Kahn. El banquero se había arruinado, no había más dinero para financiar expediciones. En 1931 y sin terminar, el archivo se había acabado.
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