La fe vivía momentos críticos. El estado laico surcaba las mentes de algunos intelectuales, el Islam compartía con el catolicismo parte de la península y llegó América, un mundo distinto en el que el concepto de Dios mutaba en forma, en significado y sobre todo en moral. El Cardenal Mendoza, consejero de la Reina Católica, moría el mismo año en el que Colón ponía un pie en las indias y lo hacia mostrando su intención de que un franciscano le sustituyese en su misión de confesor. Isabel no lo dudó y asumió como una orden el consejo del que había sido su apoyo en su lecho de muerte.
Era 1492 y aparecía en la corte un hombre que le ponía condiciones a la Reina. Para el Cardenal Cisneros (Torrelaguna 1436-Roa 1517) que le llamaran para ese cargo, para ese honor, fue más una preocupación que un mérito. Estaba de vuelta de todo, por encima de lo superfluo, y volver a la tierra no era lo que más le apetecía. No quiso vivir en el palacio y sólo acudiría si la Reina lo solicitaba. No era un hombre normal, era un tipo extraño, con unos principios tan fuertes como propios, con unos claroscuros difíciles de entender.
Antes de ser Francisco fue Gonzalo: un hombre que había pasado siete años entre rejas y otros tantos a solas consigo mismo
Pero no siempre había sido un hombre de fe. Antes de ser Francisco fue Gonzalo. Un chico de una familia humilde que buscó acabar con sus problemas económicos. Un hombre que había pasado siete años entre rejas y otros tantos a solas consigo mismo. Han pasado 500 años desde su fallecimiento y ahora Pedro Miguel Lamet lo recupera en una obra que pretende dar luz sobre alguno de sus aspectos más oscuros, El Tercer Rey (Esfera de los Libros), que busca una definición mejor para este hombre que se convirtió en ese tercer rey del imperio que habían creado los Reyes Católicos.
"La importancia de este libro radica en el hecho de que Cisneros ha sido tratado como un tópico, como un estereotipo. Su figura fue manipulada por el franquismo, lo convirtieron en el ideal del nacional catolicismo por ser un hombre intransigente, por ser el azote de los moros en Granada", asegura Lamet, que considera que "al profundizar en su carácter y en su forma de actuar nos damos cuenta de que fue un gran estadista, que miró al mundo, a la política, desde una óptica de servicio público".
De Gonzalo a Francisco, la transformación de Cisneros
La vida de Cisneros fue, para Lamet, todo un zigzag. "Comenzó buscando un beneficio para su familia pero fue en Sigüenza donde apareció su fuerte conversión, tras ser encarcelado por el arzobispo Carrillo por enfrentarse al de Toledo. Fue entonces cuando se pudo observar el verdadero cambio en él. Estaba pasado de todo, por encima de lo terrenal", asegura. Fue esa transformación la que le llevó de ser Gonzalo a ser Francisco, la que le mantuvo en la orden franciscana viviendo bajo sus normas y acatándolas con una fe ciega y por la que vivió durante años una vida monacal en el convento de la Salceda.
Su poder estaba condicionado a que sentía que se encontraba por encima de todo', asegura el autor de 'El Tercer Rey'
Había comenzado a subir en la Iglesia gracias a la ayuda de su mejor valedor, el Cardenal Mendoza. "Su poder estaba condicionado a que sentía que se encontraba por encima de todo", asegura Lamet. Durante las primeras décadas de su vida poco se sabe de la historia de Cisneros más que su origen humilde y su estancia en prisión. Fue cuando la Reina le llamó como confesor cuando realmente empezó su vida pública y se hizo aún más fuerte.
Compartía con Isabel su visión de un reino católico. Buscaba en la educación y en la cultura la forma de llegar a la población, para él la única que había para conseguir trasladar los valores necesarios, y consiguió reformar la vida religiosa, que para él había caído en una "mentalidad laxa". No tardó en hacerse con la simpatía de la Reina y conseguir un amplio espacio dentro de las decisiones que tomaba la monarca.
"Le llegó a cantar las cuarenta a los nobles y a los poderos y mantuvo el ideal de los Reyes Católicos de una España unida bajo el catolicismo. Fue un hombre intachable en sus actos, un poco raro pero con una moral fuerte. Llevó una vida sumamente austera, hasta decidió llevar el hábito por dentro y dormir en una tabla aunque era muy consciente de su poder. Unificó criterios y mantuvo unidos los partidos isabelinos y fernandistas", profundiza Lamet. Su ética y su moral han sido muy discutidas, ya que en 1501 fue él el que "evangelizó" Granada por obligación y el que antes había intentado acabar con los moros de aquel lugar por la fuerza.
Fue tras la muerte de Isabel la Católica cuando el cardenal Cisneros asumió el mayor de los poderes. La corona pasó a las manos de Juana y Felipe el hermoso, pero tras la muerte de este y por el concepto que tenían de la nueva Reina, los nobles acordaron un Consejo de Regencia, con Cisneros a la cabeza, que consiguió que el trono pasara a manos de Fernando el Católico. Sería tras su muerte cuando asume su segunda regencia mientras esperaban a que el rey Carlos llegase a la mayoría de edad. Su vida pública transcurrió, por estos acontecimientos, con más fuerza de 1497 a 1517 desde que murió don Juan hasta que llegó a España Carlos de Gante. Unos años de crisis política, un vacío de poder que favoreció a Cisneros. El cardenal murió en Roa, Burgos, cuando se dirigía a recibir a Carlos como el rey de España. Tenía 81 años.
Universidad y Biblia
Si salimos de los aspectos políticos, Lamet considera que "su obra más importante es la Biblia Políglota Complutense, un trabajo monumental que conseguía unir todas las lenguas de la época, hebreo, arameo, griego, junto a su traducción latina; con una tipografía excelente". Se trata de seis volúmenes, entre Viejo y Nuevo Testamento, en los que las páginas se dividen en líneas verticales para sumir estas lenguas. La Universidad también fue un punto esencial de su biografía. El cardenal consideraba que la educación y la cultura eran esenciales para que el pueblo permaneciese unido y lo hiciese bajo el mismo credo.
Ahora, en este quinto centenario de su muerte son muchas las exposiciones y conferencias que se han organizado en torno a su figura. En Úbeda, y hasta diciembre, se podrá visitar Cisneros: de Gonzalo a Francisco, que hace hincapié en el cambio espiritual que sufrió el cardenal y su estancia en Sigüenza. Por otro lado, la Universidad de Alcalá de Henares lleva días con otra exposición: Cisneros, hombre de Iglesia, hombre de Estado, que recalca el compromiso político y social de esta figura histórica, que consiguió definirse a la perfección en su epitafio: "Fui fraile, capitán, obispo y cardenalicio padre. Es más, gracias a mi firmeza, se unió a la cogulla la corona cuando, gobernando como rey, me obedecía España".
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