Han pasado más de 70 años desde la liberación de Auschwitz, el campamento nazi donde fueron asesinadas 1.100.000 personas. Una cifra que corre serio peligro de ser olvidada. Sólo hay que ver las recientes elecciones de Alemania para darse cuenta de lo frágil que es la memoria. Por eso es importante la exposición Auschwitz. No hace mucho. No muy lejos que ha abierto sus puertas  en Madrid, porque como decía Primo Levi “si bien entender es imposible, recordar es necesario”.

Con esta cita Luis Ferreiro destaca el mensaje de la exposición organizada por la empresa que dirige, Musealia. Un mensaje que está previsto acompañe a la muestra durante siete años por varios países del mundo. De momento, los escolares de centros de toda España ya tienen reservada su visita a la muestra, que se puede ver hasta el 17 de junio, en el Centro de Exposiciones Arte Canal de Madrid. El estreno mundial será este viernes 1 de diciembre.



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Piotr Cywiński, director del Museo de Auschwitz-Birkenau, ha destacado durante la presentación que la exposición es una oportunidad para los que no pueden acercarse a ver el Memorial, como los 120.000 españoles que cada año acuden a verlo, entre los más de 2 millones de visitantes. “Vivimos en un mundo que no es fácil, resurge el racismo, el antisemitismo y la xenofobia. Después de la Segunda Guerra Mundial nos esforzamos en levantar un mundo diferente, con una Europa unida.  Y hoy vemos que no va todo lo bien que debería. Tenemos que volver atrás para ver qué había en los fundamentos de las decisiones que se tomaron después de la guerra. Esta exposición juega un papel importante, porque la paz no está garantizada,” señala el director del museo.  

Objetos del campo

“En la exposición hay 600 objetos, algunos muy grandes, como un vagón original de los que se usaban para transportar a los deportados judíos a los campos de exterminio y hay objetos personales que les pertenecían a las víctimas como zapatos, tazas, gafas, termos u objetos de aseo”, explica Ferreiro.

Sólo la maqueta de Auschwitz II, que se puede contemplar en la exposición, da buena cuenta de la magnitud de la industrialización del crimen tal y como fue concebida por los nazis. Entre las piezas expuestas destacan la mesa de operaciones empleada por el equipo del doctor Mengele, un barracón originario del campo de Auschwitz, uniformes de prisioneros y hasta un juego de mesa antisemita.

La exposición muestra cómo el exterminio judío fue sistemáticamente planeado y explica cómo los crímenes se dispararon tras la Conferencia de Wannsee con la puesta en práctica de la Solución Final. Antes de esa cita, en enero de 1942, el 80% de los judíos que murieron en el Holocausto estaban vivos.

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Recorrido por el horror

La exposición arranca con varias salas dedicadas a los antecedentes de la guerra y  al origen del antisemitismo y el odio a los colectivos a los que los nazis destinaron su ira, como gitanos y homosexuales.

En las salas más importantes se detalla el horror de la vida dentro del campo, un lugar de tortura constante donde la vida de un judío no valía nada. La exposición y su contenido han sido elaborados por un equipo de expertos internacionales especializados en la historia del campo. Como su comisario, el historiador Rober Jan van Pelt, quien ha destacado la particularidad de que la muestra tenga lugar en un antiguo depósito de agua del Canal.

“Los supervivientes de Auschwitz de lo primero que te hablaban era del agua. Llegaban al campamento tras días metidos en un tren y sin que les dieran agua. Mi madre, superviviente del Holocausto, me enseñó que un vaso de agua es lo más valioso que un hombre puede tener. Ahora tiene 85 años y ha perdido la memoria. Durante los siete años que esta exposición viajará por el mundo, muchos de los supervivientes del campamento habrán muerto o habrán perdido la memoria. Por eso es importante esta exposición, porque permitirá a la gente que no fue testigo saber lo que pasó hace más de 70 años y contárselo a sus nietos y a sus bisnietos”.