Se hizo rico picando piedra. De su cantera no sólo salió su fortuna sino también el germen de sus aventuras en la construcción. Santullán está a apenas 19 kilómetros de su Galdames natal, una en Cantabria la otra en Vizcaya. Hoy son sus herederos los que explotan la empresa familiar que Miguel de la Vía puso en marcha en los años 60. De ella también salieron los bloques para recuperar la torre señorial de su pueblo, abandonada y destartalada y que hoy luce con esplendor. La Torre Loizaga que él mismo ideó, no era una construcción más, en ella Miguel había previsto albergar su gran pasión: la colección de Rolls Royce.
Cuando en septiembre de 2009 con 77 años de vida falleció, pocos conocían su vida. La discreción siempre marcó a este empresario vasco amante de la pintura, el piano y el acordeón pero que se desvivía por los coches de alta gama. En los años 70 Miguel de la Vía era de los pocos que se paseaba a bordo de un Rolls Royce por las carreteras vascas. El segundo no tardó en llegar, el tercero tampoco… y así hasta contar con 45. Y no fueron los únicos. En los hangares que instaló en la flamante Torre Loizaga aquel empresario conservaba otros 30 coches de gran valor y que completan una de las colecciones de mayor valor en Europa.
La colección la creó un rico empresario vasco amante de los vehículos y que adquirió 45 Rolls Royce a lo largo de su vida
Los domingos son jornada de visitas en Galdames. El sueño de Miguel se abre al disfrute del público en una jornada en la que los responsables del mantenimiento de tan valiosa colección aprovechan para sacar a probar algunos de los ejemplares clásicos de la prestigiosa marca británica fundada por Henry Royce y Charles Stewars en 1904. Desde este viernes, una parte de la colección se muestra en Bilbao. Compuesta por una veintena de vehículos, la mayor parte Rolls Royce, se puede visitar en el Palacio Euskalduna de la capital vizcaína en una exposición que permanecerá abierta hasta el 7 de enero. Bajo el título Rolls Royce, un siglo de estilo el visitante podrá hacer un recorrido en la evolución de los modelos de la marca británica desde sus inicios hasta la actualidad.
Rolls Royce para recoger la basura
Recorrer la historia de Rolls Royce es, de algún modo, transitar por la historia del último siglo. La colección inicia su recorrido en 1898 con una muestra de los primeros vehículos-carruajes, anteriores al nacimiento de Rolls Royce y su Espíritu del Éxtasis, el inconfundible logotipo de la marca diseñado por Charles Sykes que representa a una mujer inclinada hacia adelante con los brazos extendidos hacia atrás y una tela ondulada que simula unas alas. A lo largo de diez espacios temporales, se muestra cómo pronto reyes y nobles quedaron prendados por algunos de los modelos.
En las primeras unidades el valor artesanal era incuestionable al tratarse de vehículos personalizados por los carroceros al gusto del cliente y siempre en torno a los motores, el radiador y el chasis que fabricaba Rolls Royce. En la exposición se puede ver el modelo Alpine Eagle que utilizaba Laurece de Arabia y que siempre defendió asegurando que un Silver Ghost en el desierto era más valiosos que un diamante. Tampoco falta un ejemplar encargado por un marajá de la India, verdaderos fanáticos de los Rolls, y que acostumbraban a comprarlos de seis en seis. “Eran muy estrafalarios y pedían siempre lo mejor, las mejores telas, marfiles, dorados, etc. En una ocasión un marajá compró seis Rolls Royce y como no le gustaron los puso a recoger la basura de la ciudad”, relata María López Tapia, sobrina de Miguel de la Vía.
La muestra exhibe los modelos de Rolls Royce de Laurence de Arabia, la Familia Real británica o el de un marajá de la India
La lista de joyas incorpora varias unidades de los modelos Phantom, empleados por james Bond, o un Silver Wraith que perteneció a la Familia Real británica u otro idéntico al que le regalaron a Rainiero de Mónaco cuando se casó con Grace Kelly. Junto a él, uno de los vehículos más elegantes de la muestra, el Silver Cloudre III o Phantom V que el mismísimo John Lennon se atrevió a tunear con colores chillones y con un diseño inimitable.
Uno de los 17 ejemplares del Phantom V
En la colección que para sus herederos legó Miguel de la Vía figura un ejemplar casi único en el mundo. La compañía Rolls Royce hizo pocas unidades de su Phantom IV. Hoy en el mundo sólo quedan 17 después de que la propia casa destruyera el número 18. De todos ellos, en España existen cuatro. Tres los adquirió Franco, y hoy pertenecen al patrimonio del Estado y se emplean para ocasiones muy especiales como el casamiento de un miembro de la casa real. El cuarto ejemplar está en los hangares de la pequeña localidad vizcaína de Galdames.
Pero no fue ése el preferido del cantero vasco. Su sobrina cita que sin duda “su favorito era un Silver Ghost Open Fronted Limousine de 1912 que perteneció al alcalde de Melbourne (Australia)”: “Pero mi tío murió con la pena de haberse hecho con algún modelo más, pero al final logró completar una colección muy completa que reúne los modelos más representativos de Rolls Royce mientras fue británica tras ser adquirida por Volkswagen”.
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