Ted Kaczynski, más conocido como Unabomber, fue durante décadas el terrorista más buscado en EEUU. Este doctorado en Harvard se dedicó a planear y ejecutar un plan en contra de la sociedad industrial convencido de que el desarrollo tecnológico no libera al hombre, sino que lo esclaviza. Y en la remota cabaña de Montana que usó durante décadas como escondite, sin electricidad y sin agua corriente, el único aparato tecnológico que había era una máquina de escribir con la que plasmó un manifiesto antitecnológico. Para dar publicidad a su mensaje envió decenas de paquetes bomba a gente inocente durante 17 años. Tres murieron y otras 28 fueron heridas de gravedad.
La gran paradoja es que la historia de Unabomber la ha rescatado Netflix, un icono tecnológico del siglo XXI. Es este gigante del streaming que está cambiando las reglas del juego de la industria audiovisual el que acaba de estrenar una serie en el que se reconstruye el mensaje del terrorista estadounidense que amenazaba todo lo que el progreso representaba. Cualquiera podía ser una víctima de sus paquetes bomba, que envió a aviones y universidades (de ahí el nombre Unabomber). Desde un investigador sobre genética hasta un vendedor de computadoras, a profesores de universidad y varios estudiantes.
Netflix sabe que nos gustan las historias de crímenes que resuelven detectives listos y asociales
Si el algoritmo de Netflix ha detectado que la vida del terrorista antitecnológico Ted Kaczynsk (interpretado por Paul Bettany) iba a funcionar es porque sabe que nos gustan las historias de casos que resuelven detectives listos y asociales (True Detective, Sherlock, Homeland). A este perfil responde el protagonista que se obsesiona con cazar a Unabomber, el analista del FBI llamado Jim Fitzgerald (Sam Worthington). La plataforma de contenidos, gracias al big data, también explota que reconstruir los 80 y los 90 últimamente funciona de lujo (Stranger Things, 13 razones y la reciente hábil mezcla de ambas: Dark).
El algoritmo de Netflix, que Kaczynski odiaría pero que su condición de genio matemático le permitiría comprender mejor que los simples mortales, conoce nuestros gustos porque no solo sabe qué series ve cada cuál y con qué frecuencia, también detecta los personajes que cautivan, en qué minuto nos dejan de enganchar y qué producciones abandonamos. Así que una vez que dejamos un rastro, sabe complacernos dándonos más de lo mismo con las adaptaciones pertinentes de guión. Aunque estés viendo la serie desde una cabaña abandonada de Montana.
Netflix ha calculado que su historia interesaría porque el documental que reconstruye casos reales funciona desde Making a Murderer y la mezcla de realidad y ficción con American Crime Story. Y, por último, no podía faltar en esta serie de ocho capítulos producidos por Discovery el ingrediente del análisis sociológico mezclado con el thriller que borda Mindhunter, uno de los últimos éxitos de Netflix, centrado en descifrar cómo funciona la mente de los asesinos y a la que hay que agradecerle que reivindique interesantísimas formas de resolver un crimen (y de narrarlo) más allá de las clásicas persecuciones policíacas o los laboratorios tipo C.S.I.
Si en el caso de Mindhunter el arma secreta de los investigadores es la psicología, en Unabomber será la lingüística lo que permite encontrar al asesino interpretando el manifiesto de Unabomber: La Sociedad Industrial y su Futuro (cuyas búsquedas en internet, por cierto, se han multiplicado por mil desde que en diciembre se estrenó la serie).
Antes de irnos a dormir nos lavaremos los dientes con el cepillo eléctrico pensando en que tal vez el manifiesto de Kaczynski tiene algo de razón
Unabomber es una historia fascinante del siglo XX que esta nueva serie hace que merezca la pena recordar a los que ya la habíamos olvidado. Ahora que sus asesinatos habían caído prácticamente en el olvido, Unabomber va a lograr la celebridad planetaria que siempre buscó gracias a su odiada tecnología. ¿Pero se está el algoritmo de Netflix simplemente anticipando a nuestros gustos o los está manipulando? Encaminándonos a un entretenimiento de ingredientes a medida que corremos el riesgo de saturarnos de lo que más nos gusta. Por eso la pantalla está tan llena últimamente de asesinos psicológicamente complejos y adolescentes con walkman retro.
Netflix sabe que su tecnología es inquietante, por eso nos ha puesto en bandeja a Unabomber para que nos lo recuerde. Así le damos bajo la manta un par de vueltas al inquietante mensaje sobre los riesgos de la tecnología de los que alertaba este fascinante antisistema que mandaba bombas solo para hacer oír su visión apocalíptica del futuro tecnológico. La serie consigue algo que también está muy de moda últimamente, que empaticemos más con el asesino que con su perseguidor. Y antes de irnos a dormir nos lavaremos los dientes con el cepillo eléctrico pensando en que tal vez el manifiesto de Kaczynski tiene algo de razón, pero con la tranquilidad de que el misterioso algoritmo de Netflix ha vuelto a dar en el clavo con la serie que queríamos ver.
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