Salir del cine después de ver Los archivos del Pentágono con la sensación de que la prensa puede salvar el mundo tiene un mérito especial en estos tiempos. Su alegato en defensa del papel del periodismo en una democracia no puede estar más de actualidad que con Trump en la Casa Blanca. Aunque la última de Spielberg revive el mítico pulso de la Administración Nixon con The Washington Post (el título original es The Post) por los informes secretos de la guerra del Vietnam, está claro que con quien este film está en guerra es con el actual presidente.
En tiempos de Nixon la libertad de prensa se veía amenazada por una Administración que trataba de evitar que saliera a la luz la verdad de los papeles del Pentágono, en los que se reconocía que la guerra de Vietnam era un fracaso. Cuatro décadas después, sin embargo, la estrategia es mucho menos épica. En vez de evitar que los hechos se publiquen, basta con deslegitimar a los medios que lo hacen. Con ese espíritu Trump se ha inventado esta semana los Fake News Awards para criticar el periodismo que, según su criterio, ha hecho coberturas informativas especialmente "deshonestas y erróneas". Es decir, críticos con su presidencia.
Aunque es en época de Nixon, está claro que con quien este film está en guerra es con el presidente Trump
Nixon, al menos, presionaba a la prensa de un modo más sutil. Y hacerle frente requería un despliegue de habitaciones de hotel secretas llenas de reporteros echando humo que llamaban desde cabinas de teléfonos para evitar que los rastreara el Gobierno. Era cuando había que madrugar para ir al quiosco si uno quería enterarse de lo que publicaba la competencia y en el Ala Oeste reinaba el secretismo. Ahora Trump presiona a golpe de tuit para que todo el mundo se entere.
La historia que cuenta The Post es también un alegato feminista. Publicar estos papeles del Pentágono en 1971 fue, al fin y al cabo, decisión de Katharine Graham (Merryl Streep), la dueña del Washington Post, acompañada de Tom Hanks en el papel de Ben Bradlee, el mítico editor del periódico. Ella es una mujer en un mundo de hombres que siempre había visto normal estar en un segundo plano y callar en las reuniones. El periódico que había sido primero de su abuelo y luego de su padre, pasó a gestionarlo su marido "porque era lo normal", le explica a su hija en un momento de la película. Aunque los periodistas son los que llevan la tinta en sus venas, es la editora la que más tiene que perder con la publicación de los papeles del Pentágono, por eso el suyo es el personaje más interesante de la película y el que más evoluciona.
The Post merece pasar a la lista de los grandes clásicos de la profesión periodística. No reconstruye un caso tan mítico como el Watergate de Todos los hombres del presidente (1976), ni tiene el encanto de la comedia Luna Nueva (1940) de Howard Hawks, ni el ácido guión del remake con el que Billi Wilder retrata el periodismo en Primera Plana. Y aunque puede que no se lleve tantos Oscar como Spotlight (2015), no podía llegar en un momento más oportuno. Al menos, al pase de la Casa Blanca.
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