La localidad californiana de Palo Alto es mundialmente conocida por ser la sede de Facebook, la gigantesca red social creada por Mark Zuckerberg a la que ahora entregamos nuestro tiempo y nuestros datos a partes iguales.
A unos minutos caminando al sur de Menlo Park, cuartel general del imperio Zuckerberg, está el prestigioso campus de la Universidad de Stanford. La pequeña ciudad que acoge a los más de 17.000 estudiantes que asisten a sus clases es justo como la imaginan. Hay grandes parques y avenidas, equipo de Lacrosse y, cada sábado, todo se paraliza para asistir a los partidos de fútbol americano en el Stanford Stadium, con capacidad para más de 50.000 espectadores.
El coliseo deportivo, que acogió partidos de la Copa del Mundo de fútbol de 1994 entre ellos uno de cuartos de final que enfrentó a Rumanía y a Suecia, fue además la sede de la SuperBowl del año 1985, cuando los San Francisco 49ers se impusieron a los Miami Dolphins con el legendario Joe Montana como MVP.
A lo largo de los años, los asistentes al Stanford Stadium se han hartado de aplaudir a grandes nombres del fútbol americano. Los quarterbacks Jim Plunkett y John Alway, en los años 70 y los 80 abrieron un camino que luego atravesaron otros como Andrew Luck o, más recientemente, los corredores Christian McCaffrey y Bryce Love.
Los fieles a la universidad situada en Palo Alto, sin embargo, tienen ahora un ídolo bien diferente. Uno que podría abandonar las clases para dedicarse, como los antes mencionados, a hacer camino entre los gigantes de la NFL, la élite de la élite del fútbol americano. Y este no ha nacido en la soleada california ni se llama John o Andrew. Viene de Zaragoza, se llama José Joaquín y bien podríamos verle en la próxima SuperBowl.
Stanford, Aragón
José Joaquín Arcega es una de las grandes estrellas del equipo de fútbol americano de la Universidad de Stanford y ya ha puesto a su nombre varios de los récords de la escuela. Juega como Wide Reciever, es decir, como receptor abierto en una de las dos bandas y con la tarea de atrapar los pases del quarterback e intentar llevar el balón hasta la zona de anotación. Y lo hace a las mil maravillas.
Nacido en Zaragoza en el año 1996, José Joaquín, o JJ como le conocen en Estados Unidos por aquello de no liarse con la pronunciación, es hijo de Joaquín Arcega y Valorie Whiteside, dos jugadores de baloncesto que por entonces militaban en el Helios y el Cajalón, dos equipos de la ciudad aragonesa.
Sobrino de Pepe y Fernando Arcega, que jugaron en la selección española de baloncesto en los 80, José Joaquín vivió sólo unos meses en España, aunque como él mismo ha dicho muchas veces, "siempre que me preguntan de dónde soy digo que de Zaragoza". A los siete meses sus padres ficharon por un club lisboeta y se trasladaron a la capital portuguesa.
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Tras retirarse del baloncesto en activo, los Arcega-Whiteside se mudaron a Carolina del Sur, al este de Estados Unidos, y se establecieron en la zona de Inman cuando JJ tenía siete años. Allí conoció el fútbol americano y se comenzó a construir una carrera que acabaría en la punta opuesta del país.
José Joaquín comenzó a asistir a clases en el instituto de Dorman, una localidad al norte de la golfística Augusta y a 30 kilómetros de Inman, y desde el principio se vio que iba a ser una estrella deportiva. Destacó rápidamente en atletismo, siendo cuarto del estado en 100 metros lisos, además de en baloncesto, fútbol y, por supuesto, fútbol americano.
Entró en los libros de historia de los Cavaliers de Dorman como el jugador con más recepciones (207), yardas (3779) y touchdowns (38) con la camiseta del equipo, pese a que en su segundo año se rompió la clavícula y eso frenó su rendimiento.
Cuando acabó el instituto había recibido ofertas de 19 universidades de todo el país, algunas con tanto lustre como la Michigan, que ahora entrena Jim Harbaugh, o una Georgia, a pocos kilómetros de Dorman, que este mismo año peleó contra la todopoderosa Alabama por el campeonato nacional, pese a que acabó claudicando en la final.
Sin embargo, por muy cerca que estuviera el cuartel general de la institución con sede en Athens, a apenas 196 kilómetros de Dorman, JJ decidió viajar más de 4.200 kilómetros para aterrizar en la soleada California para estudiar la carrera de Relaciones Internacionales.
Futuro en la NFL
Cuando un jugador universitario decide que quiere dar el salto a los profesionales debe declararse elegible para el draft de la NFL. Este sistema, que premia a los equipos en orden inversamente proporcional a sus resultados en la temporada, permite repartir el talento y facilita la llegada de los jóvenes a la liga.
Stanford no es una de las powerhouses, como conocen en Estados Unidos a las universidades más potentes como Alabama, Clemson, Ohio State o la propia Michigan, pero sí está en la primera línea. Eso va a permitir a José Joaquín acercarse a la liga, algo que no tiene garantizado, pero para lo que si tiene muchísimas opciones gracias a los buenos números firmados durante el curso.
Este año junior, como llaman los americanos al tercero en el equipo, Arcega se ha destacado como el receptor principal del equipo y ha sido el mejor en recepciones, con 48, en yardas conseguidas, 781, y en touchdowns anotados, con nueve.
En el último partido de su equipo, la Alamo Bowl contra TCU, el jugador nacido en Zaragoza consiguió anotar tres touchdowns y empató el récord de su equipo en un partido de estas características.
Ahora le tocará elegir entre jugar el cuarto año en Stanford, consolidarse como un receptor de referencia sobre todo en situaciones cercanas a la zona de anotación, o dar el salto a un equipo que le seleccione en las rondas medias del draft. Lo tendrá que decidir antes de la ceremonia del próximo 26 de abril en el AT&T Stadium de Dallas, hogar de los Cowboys de Jerry Jones. De hacerlo, ¿por qué no iba a estar el receptor maño en la SuperBowl del primer domingo de febrero?
¿Un rival español?
En ese partido del próximo 3 de febrero de 2019, que se jugará en el Mercedes-Benz Stadium de Atlanta, bien podría encontrarse Arcega con un rival español: Alejandro Villanueva.
El left tackle de los Pittsburgh Steelers se quedó cerca del partido decisivo, ya que su equipo fue eliminado en la ronda de divisionales, algo así como los cuartos de final, tras caer de manera inesperada ante los Jacksonville Jaguars, que no pudieron aprovechar para alzarse hasta el partido decisivo al no superar a los eternos New England Patriots de Tom Brady.
Alejandro, que este año ha jugado la Pro Bowl -el All Star de la NFL- en Orlando, es un titular muy consolidado en un equipo que siempre es uno de los candidatos de la Conferencia Americana (AFC), sobre todo ahora que el nivel general en este lado de la competición ha bajado notablemente, y puede colarse en la finalísima cualquier año. No sería ni mucho menos una sorpresa.
Pudiera darse el caso, si se alinean los astros, de que en la SuperBowl de Atlanta, o cualquier otra que venga en los años posteriores, los aficionados de nuestro país tengan los ánimos divididos entre jugadores que paseen la bandera española por una de las plazas del deporte casi imposibles de conquistar si no has nacido en Estados Unidos.
Ambos aspirarán a suceder al ganador de la SuperBowl de este domingo, pues los Philadelphia Eagles y los New England Patriots se encontrarán en el U.S. Bank de Minesota para pelear por el triunfo cuando pase la medianoche hora española. ¿Será el primer trofeo Lombardi de los Eagles? ¿Conseguirán acabar con la dinastía de Tom Brady? Lo sabremos en la madrugada del domingo.
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