Provocar en el público la reflexión. Hacer que al salir de la sala piense en el porqué de lo que tenía preconcebido. Esa es la función que ha abanderado el cineasta y artista John Akomfrah durante años. Lo ha hecho con la emigración, con el racismo, incluso con la memoria, y ahora explora el cambio climático como ese fenómeno que, al igual que los anteriores, maneja el ser humano y que nos está llevando a destruir nuestro planeta.
Lo ha conseguido gracias a la institución TBA21-Academy, que promueve la conservación de los océanos a través de la producción artística, y a través de una video instalación, Purple, que el Museo Thyseen-Bornemisza expone desde este martes 20 de febrero. Se trata de material de archivo mezclado con el de rodajes actuales que el propio artista ha ido grabando en sus viajes y que le han llevado a la conclusión de que las transformaciones que se están produciendo en la naturaleza provocan la total destrucción de la misma sin que el ser humano tenga la posibilidad de arreglar el daño causado.
La muestra, comisariada por Chus Martínez dentro del programa de la Feria de Arco El futuro no es lo que va a pasar sino lo que vamos a hacer, y por Thyssen-Bornemisza Art Contemporary (TBA21), fundación de arte contemporáneo creada por Francesca von Habsburg, hija del barón Hans Heinrich Thyssen Bornemisza, "indaga en el aumento del nivel del mar y los fenómenos meteorológicos extremos". Se trata, tal y como asegura la comisaria, "del proyecto más ambicioso del cineasta y artista hasta la fecha".
"Es una llamada de atención, una voz que alerta del peligro que amenaza a los ecosistemas y de toda la belleza que estamos próximos a perder a consecuencia del progreso", aseguran desde el Thyssen. Para ello, el artista se trasladó a diez países diferentes, a aquellos que "están llamados a desaparecer". Groenlandia, Alaska o las Islas Marquesas; Akomfrah ha grabado decenas de paisajes naturales que han sido alterados por el ser humano y los ha mezclado con imágenes antiguas que muestran, tal y como indica la institución, "el vacío que queda al contemplar esa grandeza perdida".
Como explica Martínez, "John Akomfrah afirma a través de sus imágenes que denominar a esta gran y radical revolución contra la vida cambio climático es un eufemismo. No se trata de un cambio sino de la mayor sustitución de un mundo por nada, por su aniquilación. La obra es arte, pero aquello a lo que se acerca es real". Por eso el artista ha querido que Purple (Púrpura) sea el nombre de la instalación porque "surge del rojo y el azul y es idóneo para representar a los opuestos que es sobre lo que trata su obra: de la vitalidad y volubilidad de las cosas".
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