Begoña M. Deltell abrió su galería a finales de 2001, cuando en España teníamos dinero hasta para comprar arte. Lo hizo en Alicante, donde otros dos o tres se habían atrevido un poco antes. Ahora, 16 años después esta sola en la ciudad. El resto han ido cerrando a medida que la crisis pasó de rumor a grito, dejando a Aural, su galería, como el único espacio privado en toda la ciudad.
Tener una galería alejada del ajetreo de Madrid nunca ha sido fácil, pero desde 2007 estas son una rara avis. Un esfuerzo desmedido para la mayoría de sus propietarios. Begoña ha vuelto este año a ARCO, la primera vez que lo hizo fue en 2014, pagando 20.000 euros por un stand que no llega a los 60 metros cuadrados y sabiendo que saldrá de Madrid habiendo recuperado no más del 50% de su inversión.
"Al final lo importante es la visibilidad. En Alicante no va a nadie a vernos y traer aquí a nuestros artistas hace que ampliemos más el mercado, pero para estar en la feria he tenido que endeudarme", asegura en el primer día de la apertura al público de la feria de arte contemporáneo más importante de España. No ha sido un camino fácil llegar hasta ARCO, no sólo por el tema económico sino por la falta de exposición. Tal y como ella asegura, "hay un centralismo y hay preferencia por las galerías madrileñas porque son más visibles a lo largo de todo el año".
"No iba nadie a las exposiciones"
Algo parecido a lo que pensó Pepa Gómez, de la Galería Bacelos de Vigo, cuando en 2012, y tras años viendo como no entraba nadie en su local, se decidió por traer a sus artistas al centro de Madrid. "No iba nadie a las exposiciones, las alargamos en el tiempo y seguíamos sin conseguir público. Nadie viene a una pequeña ciudad para ver tu galería sino tiene más arte que ver y en Vigo desde que MARCO [Museo de Arte Contemporáneo] está como está...", asegura poniendo el foco en la importancia de centros de arte en las ciudades para que las galerías sobrevivan.
Y es que es gracias a otra institución, la Fundación Botín, por la que la galería José de la Fuente asegura que en Santander las galerías no van del todo mal. "Aunque abrió sus puertas en verano y aún es un poco pronto para valorarlo, sí que se nota. En la ciudad hay como 6 o 7 y nuestros clientes son tanto nacionales como extranjeros. Está claro que venir a una feria como ARCO también nos ayuda a atraer a más público y además supone un porcentaje alto de nuestros ingresos", explica María Gracia de Pedro desde la misma.
Hemos pasado años durísimos pero desde la edición pasada se ve un repunte
Ella es la única que no ve su distancia a Madrid como algo negativo. Ángeles Baños, que tiene una galería en Badajoz, también confiesa que la afluencia en la misma es escasa. "Rara vez se acercan hasta Extremadura los coleccionistas, por eso las ferias son de lo que sobrevivimos", alega.
En ARCO, del total de 160 galerías del programa general, las de provincias no llegan a la decena. Madrid y Barcelona se llevan la palma dentro del ámbito nacional, y Sevilla y Valencia les siguen, aunque las miran desde lejos. "Vamos desapareciendo, por eso el número es tan pequeño en esta feria y que nuestros artistas se vean aquí nos ayuda mucho a seguir hacia delante. Hemos pasado años durísimos pero desde la edición pasada se ve un repunte, sobre todo en coleccionismo privado, el institucional aún sigue sin levantar cabeza", alegan.
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