Tarcisio Bertone es un hombre vivido. A sus 83 años, este cardenal nacido en una localidad cercana a Turín, al norte de Italia, lo ha sido casi todo en la iglesia. Sólo le ha faltado suceder a San Pedro como líder de todos los católicos del mundo.
Fue secretario general del Vaticano y, durante un tiempo, hizo las veces de Camarlengo, la figura que rige los designios de la Iglesia desde que muere el Papa hasta que sale la fumata blanca del cónclave y se nombra a un nuevo residente de las habitaciones vaticanas.
Bertone puede presumir de muchas cosas más, entre ellas de recibir el premio Conde de Barcelona, que le entregó el ahora Rey Emérito Juan Carlos I en el año 2012, cuando todavía ocupaba la jefatura del Estado.
Bertone, además de todo eso, es el creador de la Clericus Cup, el Mundial de fútbol de sacerdotes y seminaristas de todo el mundo que este sábado inaugura su duodécima edición. 16 equipos se han inscrito para intentar revalidar en el palmarés de ganador a Colegio Urbano, que el año pasado se hizo con la victoria por dos goles a cero frente a la Universidad Pontificia Gregoriana.
El Colegio Urbano, que es el conjunto más laureado con tres títulos, empatado con el seminario Madre Redentora, se quitaba así la dura espina del año anterior, cuando el título se les escapó entre los dedos en la tanda de penaltis, en la que la suerte sonrió al equipo de los Legionarios de Cristo.
Mucha expectación
La nueva edición de la Clericus Cup la disputarán 16 equipos distribuidos en cuatro grupos de otros tantos componentes. Los dos primeros clasificados de cada uno de ellos pasarán a la ronda de eliminatorias, donde se jugarán a partido único hasta alcanzar la finalísima.
Los encuentros se disputan, además, en un ambiente casi sagrado, con la cúpula de la Basílica de San Pedro de fondo. El estadio Francis Joseph Spellman, también conocido como Estadio Petriana, puede albergar hasta a 500 espectadores y se encuentra a unos metros de la Ciudad Santa, ya que dentro de las murallas no hay espacio suficiente para la disputa de los encuentros.
El Petriana es además el baluarte de la Selección Vaticana de fútbol, que desde el año 2014 recibe allí a los rivales que acuden a medirse con los santos jugadores, toda vez que el Estadio Pío XII se quedó pequeño para albergar enfrentamientos de este tipo.
Los partidos tendrán este año un protagonista común: el árbitro. El puesto que todos los trencillas desearían, en el que menos insultos recibirían del mundo, lo ocupará Jordan Cordaglia, un sacerdote italiano de la diócesis de Brescia, que también dirigió en su época encuentros de la liga local.
"Me siento honrado de poder descender a ese magnífico campo, en el que domina la vista de la cúpula de San Pedro", ha explicado el propio Cordaglia en la presentación del campeonato, que ha tenido lugar este sábado.
Despliegue de medios
La Clericus Cup no es un asunto menor. Los equipos participantes se esfuerzan al máximo y la cobertura mediática es máxima, con un despliegue similar al que realizan las radios españolas cada fin de semana para llevar a los hogares los goles de Messi o Cristiano Ronaldo.
La Radio Vaticana retransmite en vivo los encuentros en el programa Non Solo, que dirige y presenta Giancarlo La Vella. Los datos de audiencia no son públicos, ni hay un EGM para que todos queden contentos una vez que se publiquen los resultados, pero a buen seguro que el Papa Francisco I, aficionado al deporte rey, sintoniza los encuentros.
De la organización se encarga, un año más, el Centro Deportivo Italiano, junto al Pontificio Consejo de la Cultura del Vaticano, que hacen lo posible para que los equipos se encuentren lo más cómodos posible.
Representación española
En esta edición habrá, al menos, dos jugadores españoles, que militan en las filas del Pontificio Colegio Español de San José. Son Jesús Varga y Miguel Ángel Sáiz, y para el primero de ellos será la tercera ocasión en la que participa en la competición.
Ambos juegan en un conjunto español que también tiene miembros de Argentina, Rumanía o Venezuela, pues el reglamento sólo exige que los jugadores estén en algún seminario, universidad católica o sean sacerdotes. En el caso de Jesús Varga, es diácono y lleva tres años en Roma estudiando las Escrituras.
En cualquier caso, no son pioneros. Hace algunos años ya participó un sacerdote de Albacete con apellido ilustre, quizás el que más brilla de la historia del fútbol español: Juan Iniesta, un primo lejano del centrocampista del Fútbol Club Barcelona que, además, también jugaba de mediapunta.
En este duodécimo año de la Clericus Cup habrá hasta 370 jugadores de 70 países diferentes, en una competición en la que todos quieren ganar, pero no a cualquier precio. Que Dios reparta suerte.
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