La crónica social del momento situaba al Generalísimo Franco con Luis Miguel Dominguín en una cacería. En algún momento el Jefe del Estado español le preguntó a la figura del toreo del momento: "¿Cuál de los tres hermanos es el comunista?". La inigualable personalidad del diestro trazó uno de sus mejores muletazos cuando zanjó el tema: "Los tres, Excelencia, los tres somos comunistas”.
La historia de una de las dinastías toreras que más gloria acumularon en los ruedos y fuera de ellos a lo largo del siglo XX da seguramente para decenas de libros. Bien es cierto que la mayoría de las líneas se han escrito sobre la leyenda de Luis Miguel. Desde su alternativa a su retirada, prácticamente 4 décadas en los ruedos con alguna intermitencia. Desde la osada competencia juvenil frente al gran Manolete, pasando por su presencia en la maldita tarde de Linares en 1947 con el Monstruo Cordobés. Después, su soledad en la cima del toreo. Más tarde, la rivalidad con su cuñado Antonio Ordóñez que quedó glosada en el Verano Sangriento que relató Ernest Hemingway. Hasta sus años finales que presenció desde la atalaya de la maestría la apoteosis cordobesista enfundado en aquellos trajes picassianos tan innovadores que encontraron el rechazo de los más tradicionales.
Ni hablar de su apartado social. Aquella España del cinemascope con estrellas de Hollywood compartiendo con la torería del momento el inmenso plató en el que se convirtió España. Cine, fiestas y romances para aliñar el caldo de cultivo social que diera un motivo más para vender entradas mientras uno vive la vida. Todo esto perfectamente combinable con su buena relación con los gobernantes del momento en paralelo con sus detractores. Desde Franco a Picasso o Alberti, pasando por todo un universo de políticos, pintores, escritores, actores...
¿De dónde salieron los Dominguín?
La dinastía taurina nace en el humilde pueblo toledano de Quismondo: allí Domingo González Mateos alumbra su interés por la tauromaquia
La dinastía taurina nace en el humilde pueblo toledano de Quismondo. Desde allí Domingo González Mateos alumbra su interés por la tauromaquia. De una familia humilde ve en el mundo del toro la posibilidad de abandonar estrecheces, de hacer dinero. Se abre camino, a pesar de las primeras reticencias familiares, a golpe de las rudas capeas de la época. Luego llegaron las novilladas donde consigue éxitos de relumbrón en Madrid y Barcelona.
En el año 1918 estoqueó 105 novillos cogiendo la fuerza necesaria para en septiembre de ese mismo año tomar la alternativa de manos de Joselito el Gallo en Madrid en presencia de Valerito. Cartel fatídico pues sus dos acompañantes fallecieron en el ruedo en años posteriores. En 1920 Joselito el Gallo en el ruedo de Talavera con un toro de la viuda de Ortega, y dos años después Valerito después de las heridas producidas por un toro de Guadalest en Sevilla.
Domingo como matador de toros alternó temporadas de éxito con otras más irregulares. Con cartel en España y América, según avanzaba la década de los 20 el primer Dominguín fue perdiendo fuelle hasta que esa clarividencia e inteligencia natural que le atribuyen todos aquellos que lo trataron le hizo girar su carrera hacia el apoderamiento y el empresariado. Veía las condiciones de los jóvenes toreros y las oportunidades empresariales a la legua. Todo naturalmente que no fueron éxitos, pero tenía claro ese axioma de los hombres que se hacen a sí mismos. Después de una caída sólo cabe levantarse. Para muchos es el taurino más importante de la historia.
Aún sin haberse retirado de los ruedos, ya vio las condiciones del pinturero Cagancho y le consiguió contratos durante 5 temporadas. Y un paisano suyo, Domingo Ortega, lo llevó a la cima del toreo. Desde este momento se consagra como el taurino más importante del momento durante las siguientes tres décadas.
Su afición le llevó a guiar la niñez de sus tres hijos -Domingo, Pepe y Luis Miguel- hacia el mundo del toro: les inculcó el concepto de poderío y de conocimiento del toro
Su afición le llevó a guiar la niñez de sus tres hijos -Domingo, Pepe y Luis Miguel- hacia el mundo del toro. A ellos les inculcó el concepto de poderío y de conocimiento del comportamiento de las reses bravas del que bebió él. De Guerrita a Joselito, y naturalmente en aquella época heredada por su poderdante y paisano Domingo Ortega. La terna de los hermanos novilleros fue un verdadero acontecimiento taurino de la época. En un ejercicio de marketing adelantado a su tiempo, la expectación era enorme mientras que los niños toreros iban cogiendo oficio. De especial importancia fue la campaña americana de 1941. Entonces Domingo tenía 21 años, Pepe 19 y el pequeño Luis Miguel apenas 15.
La carrera taurina de sus hijos fue dispar. No hay ninguna duda que la obra consumada fue Luis Miguel: figurón de época. El jovencito que desafió a Manolete, el que se autoproclamaba número 1 y uno de los toreros que mandaron y mucho en su época. Eso en realidad no lo pueden decir muchos toreros.
Su hijo mayor Domingo tuvo una carrera taurina de más a menos. Algunos éxitos se mezclaron con duras cornadas. El peso de la dinastía, posiblemente el éxito de Luis Miguel y esa clarividencia familiar marca de la casa, además de las múltiples inquietudes que siempre llenaron su cabeza le empujaron a tener una carrera en los ruedos relativamente corta. Desde la alternativa en Barcelona de manos de Cagancho en 1942, al corte de coleta en Mora apenas pasaron 6 años.
Luis Miguel fue figurón de época: el jovencito que desafió a Manolete, el que se autoproclamaba número 1
Pepe Dominguín desarrolló su carrera como matador de toros entre las temporadas de 1944 y el 1953. Fue un torero valeroso y decidido. Su cima taurina fue cuando salió a hombros de la plaza de toros de Madrid sin cortar a una oreja. El público le premió un tercio de banderillas memorable. Las crónicas de la época destacan su maestría y emoción en los pares de poder a poder.
¿Pero quién era el hermano comunista por el que Franco preguntaba a Luis Miguel?
Una de las personalidades más fascinantes y profundas de la familia fue sin duda el hermano mayor, Domingo Dominguín Lucas. Dominguito, como le llamaban los taurinos para dejar claro si se referían al fundador de la dinastía o a su hijo mayor.
La vida de Dominguito es un torrente de acontecimientos. De alma renacentista, poliédrico empedernido, vividor y comprometido, quizá el único modo para precisar muchos de esos matices vitales sería en algún formato cinematográfico mayor. Quizá una serie de Netflix de varias temporadas.
Dominguito deja los ruedos y salta a los despachos. Su padre entonces gobernaba el orbe taurino. Con Pagés en Sevilla, Balañá en Barcelona y Camará con Manolete, Domingo padre se convierte en la piedra angular para mandar en los ruedos primero con Domingo Ortega y luego con su hijo aventajado Luis Miguel. Llegó a regentar más de 30 cosos taurinos. En propiedad o arrendados. En sociedad o en solitario. Así su sombra se extendía desde Coruña y Pontevedra, pasando a Sevilla, Madrid, Barcelona, Talavera, Huelva… En definitiva, un visionario que actualizó el mundo de toreo.
El fin de la Guerra Civil dejó a Dominguito en ese lugar donde habitaron muchos falangistas y que Dionisio Ridruejo definió como “el desengaño”
Es decir, Dominguito saltaba a los despachos y trabajo no le faltaba. La mayoría de los mortales hubieran tenido más de sobra con mantener el rumbo emprendido por su padre, pero sus inquietudes iban más allá. Durante la Guerra Civil fue herido en el frente cuando se alistó voluntario en la Falange. Pero el fin del conflicto armado le dejó en esa lugar donde habitaron muchos falangistas y que Dionisio Ridruejo definió como “el desengaño”.
Cuenta Javier Pradera que en un viaje a México fue donde conecta con exiliados españoles, y allí en particular con Isidoro Diéguez. Ése es el origen de lo que podríamos definir como su conexión comunista. Domingo se convierte en pieza clave del llamado exilio interior. Por su casa de la calle Ferraz se mezcló el mundo del toro, con artistas de diversas disciplinas y políticos comunistas que llegaban a España y que allí encontraban refugio.
Sin duda, por su relevancia posterior destaca la figura de Jorge Semprún. El que fuera ministro socialista con Felipe González fue una de las figuras destacadas de PCE en el exilio. Desde 1952 a 1962 con el nombre de Federico Sánchez ejerció como una de las piedras capitales, y Dominguín fue uno de sus bastiones en la clandestinidad. En 1964 abandonaría el partido y desarrolla su obra literaria donde aparecen referencias de los momentos vividos con su amigo Domingo. En la obra publicada en 1993 Federico Sánchez se despide de ustedes, Semprún lamenta la ausencia de Domingo, y glosa su vida de tertulias y cafés. De arrolladora personalidad, desplegaba en la Cervecería Alemana, en Lhardy o el Café Pelayo esas cualidades de animal social tan características de él. Por allí se le veía con Julio Camba, Arniches, Chueca Goitia, Celaya o Alfonso Sastre, entre otros.
A Dominguito se le veía por la Cervecería Alemana o por Llhardy con Camba, Arniches, Celaya o Sastre
Los hitos de su vida le llevan a estar presente en momentos históricos de la historia de nuestro de país. Cuentan que la fatídica en la que Manolete es cogido en Linares y agoniza tras la mortal cornada del Miura Islero, su hermano Luis Miguel que participó en la tarde de la tragedia pide permiso al apoderado del Monstruo cordobés para movilizar desde Madrid al doctor Tamames y González Duarte. Luis Miguel telefonea a su hermano Domingo. Este contacta con Tamames y realiza las gestiones con el ministro Girón de Velasco para utilizar un automóvil del PMM.
Estamos en 1947 y las restricciones llegaban a los combustibles. En ese coche viajaba Dominguito con el doctor Tamames y sus ayudantes. Ese fue uno de los 3 coches que el mundo del toro movilizó esa fecha camino de Linares. En otro iba el médico de Las Ventas, Jiménez Guinea, que fue quien certificó el fallecimiento del diestro cordobés, y un tercero gestionado a través de Pablo Martínez Elizondo, Chopera, que llevaba a la madre de Manolete que veraneaba en San Sebastián.
Domingo Dominguín fue uno de los fundadores de UNINCI (Unión Industrial Cinematográfica). Con Juan Antonio Bardem y Ricardo Muñoz Suay, entre otros, crean una productora que replicaba el movimiento cinematográfico del momento: el neorrealismo italiano. El propio Bardem, Berlanga y Buñuel son algunos de los nombres que ruedan bajo este sello. Francisco Rabal y Fernando Rey son otros de los grandes nombres ligados a UNINCI.
Los Golfos, Bienvenido, Mr. Marshall, Sonatas y sobre todo la polémica Viridiana de Luis Buñuel. Tan aclamada y premiada como ruinosa.
Domingo Dominguín fue uno de los fundadores de UNINCI (Unión Industrial Cinematográfica) junto a Juan Antonio Bardem y Ricardo Muñoz Suay
En una entrevista a José Luis Lozano por parte de Manolo Molés se cuenta cómo, tras la muerte del patriarca de la familia de un feroz cáncer a finales de los 50, la plaza carabanchelera de Vistalegre queda sin rumbo. Dominguito andaba lamiéndose las heridas del fiasco económico de su aventura cinematográfica. Los hermanos Lozano le convencen para llamar a su hermano Luis Miguel, que es el que pone el dinero, y de ahí nace la etapa del gran Vistalegre de los 60. Durante esa etapa es recordado el certamen de novilleros de La Oportunidad. Vivero de toreros jóvenes. De ahí salieron muchos banderilleros, toreros de diversa suerte y, por encima de todos, Sebastián Palomo Linares.
Mientras todo esto ocurría, Domingo regenta otros ruedos españoles y en América lleva Quito, Bogotá y Guayaquil, entre otros. Apodera a su hermano Luis Miguel y a su cuñado Antonio Ordóñez. También estuvieron bajo su mando Miguelín, Curro Romero y Rafael Ortega, entre otros.
En un polémico libro que publicó su hijo, también llamado Domingo, titulado Dominguines contra Dominguines, cuenta cómo durante todo este tiempo el vínculo con el exilio interior va creciendo. Semprún, Javier Pradera e Ignacio Aldecoa forman el núcleo duro de amistades. Entonces, toreros, artistas, actores, cineastas y políticos se entremezclan en un entorno maravilloso que parece una novela. Por otro lado, se relata cómo se imprimía Mundo Obrero en la clandestinidad de su propio piso de Ferraz.
Una vida poco convencional que naturalmente no tendría un final al uso. Asimismo lo reconoce el crítico taurino Vicente Zabala -padre- cuando desde la tribuna de ABC escribía a finales de 1975 una reseña sobre la figura de Dominguito, recientemente fallecido. Viene a decir algo así como que nadie pudiera espera que fuera a morir tranquilamente en una cama de una muerte natural. En aquel año que también falleció Antonio Bienvenida, y poco antes de la muerte del general Franco, Dominguito decidió quitarse la vida en Guayaquil (Ecuador).
Se pegó un tiro en el corazón. No quiso imitar a su amigo Hemingway y otros muchos con un tiro en cabeza o en la boca. Se lo pegó en el corazón, que es lo que más le dolía. Así es como lo relata Jorge Semprún en Federico Sánchez se despide de ustedes. Dejó escrita una frase que quedó grabada sobre una lápida en un olvidado cementerio ecuatoriano: “Por los soles compartidos”.
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