Ana Moura estaba preparando un disco de pop-rock cuando un periodista la escuchó cantar en un local de fado. Él no tardó en dar a conocer el nombre de esa voz que había invadido aquel lugar y ella vio aquella reseña como una señal para dedicarse al género que contaba el alma de su pueblo. Han pasado casi 15 años desde ese momento y ahora Moura es considerada una de las fadistas más importantes de Portugal. Este jueves vuelve a Madrid, al Teatro Apolo donde cantará una especie de recopolitario de sus mejores discos y volverá a demostrar que el fado está pegando fuerte.
Su historia, quizá, no se podría contar de la misma manera si no hubiesen aparecido en su vida los Rolling Stone, y aún menos si Prince no la hubiese escuchado en un local parisino. Los primeros la llamaron para que colaborase con ellos en un par de conciertos y el segundo se quedó tan ensimismado con su voz y con su personalidad que fue quien le dio el empujón para fusionar el jazz con el fado.
"Mis dos últimos discos (Desfado, de 2012, y Moura, de 2015) son fruto de esa fusión. Él me ayudó a arriesgarme y de nuestros encuentros musicales surgió una gran amistad", asegura en una entrevista a El Independiente con motivo de su próximo concierto. "El fado es contar lo que tienen en el alma los portugueses, es melancolía, tristeza, pero también baile y en mis discos lo muestro todo", añade.
Un todo que no sólo ha conquistado a su país, Desfado fue el disco más vendido en Portugal convirtiéndose casi en un clásico, sino a las grandes ciudades de todo el mundo. Ana Moura ha tocado en Estados Unidos, en Alemania, en Japón... y también a grandes artistas como Caetano Veloso o Gilberto Gil, que también le pidieron compartir escenario.
"Aunque en el extranjero no entienden la letra se emocionan igualmente con este tipo de música", afirma. Por eso, a sus conciertos han asistido desde Madonna hasta Mick Jagger. "En este de Madrid, sobre todo, voy a tocar canciones de los dos últimos discos aunque recorreré toda mi trayectoria", dice Moura que ya está preparando su próximo trabajo. "Estoy terminando el siguiente disco", asegura con la voz de quien sabe que lo está haciendo se está haciendo bien.
Y es que Moura sabe que el fado vive un momento dorado. "Al principio, las fadistas estaban mal vistas. Eran mujeres que cantaban por la noche y cuya reputación se ponía en entredicho", alega. Ahora, en cambio, los locales portugueses ven en este género la reivindicación perfecta de su cultura. Cómo dijo Pessoa: "El fado no es alegre ni triste. Formó el alma portuguesa cuando no existía y deseaba todo sin tener fuerza para desearlo. Es la fatiga del alma fuerte, el mirar de desprecio de Portugal al Dios en que creyó y que también lo abandonó". En lo que Moura coincide en cada palabra.
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