Si no se arregla el desfase de la red eléctrica europea, que desde enero afecta con seis minutos de atraso a la hora estándar, a finales de año, los relojes del Viejo Continente tendrán un retraso de más de treinta minutos. Nada en comparación con lo que pasaba en la antigua Roma del siglo VIII a.C, cuando el calendario tenía apenas apenas 304 días y el desfase era de 51 jornadas cada año. Llegó un momento en que el nevaba en mayo y el verano empezaba en septiembre.
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Hubo incluso un tiempo en que la corrupción del Senado era tan grande que los políticos romanos ponían y quitaban meses en función de sus intereses. Todo esto se acabó con la llegada de Julio César. En el 45 a.C, después de haberse quedado con el poder absoluto en Roma, se encargó también de reformar el calendario para evitar cualquier manipulación del tiempo.
Nuestro calendario es el mismo que se introdujo en el 45 a.C. pero con una pequeña corrección
Por ironía de la historia, una de las fechas más conocidas del calendario romano es justo la fecha del asesinato de Julio César, los idus de marzo. Una fecha que corresponde a nuestro 15 de marzo y que entonces se consideraba una fecha con buen augurio, pero que acabó convirtiéndose en un sinónimo de traición política.
La muerte de César es solo uno de los acontecimientos recopilados en Un año en la antigua Roma de Néstor F. Marqués. Un libro que invita a salir de los tópicos del mundo romano para ir a lo cotidiano, donde la vida era más parecida a la nuestra de lo que pensamos. “La reforma gregoriana, que está en la base de nuestra manera de calcular el tiempo, es sólo una pequeña corrección del calendario que lleva en uso ininterrumpido desde el 45 a.C., cuando fue introducido por Julio César”, explica Néstor Marqués.
La explicación de nuestro calendario
Arqueólogo y “tecnólogo", Néstor Marqués, es el responsable de la digitalización de los vasos griegos del Museo Arqueológico Nacional. Un año en la antigua Roma es sólo el último paso del proyecto divulgativo Antigua Roma al día, activo desde 2012 en las principales plataformas en internet. Ahí se descubre de dónde vienen los nombres de los meses, por qué la semana tiene 7 días y por qué los romanos tenían una vida muy dependiente de luz diaria. Los días eran más largos y más cortos dependiendo de la luz, pero siempre tenían 12 horas.
Los arqueólogos han podido reconstruir gran parte del calendario romano gracias a las fuentes clásicas
“Haciendo un cálculo aproximado y abstrayendo mucho, en la antigua Roma había más o menos los mismos días de trabajo y de descanso que en la actualidad. Las festividades religiosas, los fasti, estaban relacionadas a los ciclos de la agricultura. Daban un sentido al año y establecen un calendario mental para la gente como para nosotros la Navidad o la Pascua”, explica Marqués.
Los arqueólogos han podido reconstruir gran parte del calendario romano gracias a las fuentes literarias clásicas, sobre todo el Fasti, el libro del poeta latino Ovidio que recopila las principales festividades. Además se han recuperado unos cincuenta calendarios de piedra que estaban expuestos en lugares públicos. El recorrido de Marqués incluye también un repaso, día tras día, de un año en la antigua Roma, desvelando las divinidades que se celebraban, las fiesta que se tenían, los asesinatos, los amores y las batallas que marcaron la sociedad antigua pero cuya influencia sigue viva, aunque pase desapercibida.
Podcast: la fábrica del tiempo
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