Jaqueline le abrió la puerta y le llevó hasta el cuarto de baño. Le estaban esperando. Al entrar, el fotógrafo Douglas Duncan se encontró con Pablo Picasso dentro de la bañera, desnudo, enjabonándose. Cogió la cámara e hizo la primera fotografía de lo que se convertiría en un álbum con más de 25.000 imágenes. Sería el primer contacto de dos personas que fueron amigas durante casi veinte años.
Congeniaron enseguida. Picasso le había dejado pasar porque el fotógrafo había sido amigo de Capa y Duncan y llevaba años obsesionado con el artista. Desde aquel momento, comenzaron a pasar mucho tiempo el uno en la compañía del otro y Duncan le hizo su mejor biografía.
Las imágenes que iba tomando le mostraban en actitud cariñosa con sus hijos, con su mascota, incluso con otros artistas y coleccionistas. La amistad entre el fotógrafo y el artista se fue estrechando durante aquellos años. Un sueño hecho realidad. Duncan llevaba mucho tiempo esperando conocer a Picasso antes de verle en la bañera de su refugio de La Californie, cerca de Cannes. Incluso le había pedido a Robert Capa que organizase un encuentro entre ambos, pero el corresponsal murió antes de poder cumplir su promesa.
El Museo Picasso-Colección Eugenio Aria ha querido hacer una selección y desde este 10 de mayo hasta el próximo 22 de julio se podrán visitar en Buitrago de Lozoya 60 de estas imágenes, procedentes de manera íntegra del Museu Picasso de Barcelona, que se complementan con libros y fotografías del museo madrileño que conserva la colección del barbero de Picasso, Eugenio Arias, al que éste le donó gran parte de su obra.
Picasso por Duncan. La mirada cómplice pretende mostrar la faceta "más personal del genio malagueño". "El espectador, como si de un voyeur se tratara, accede a través de estas fotografías al universo picassiano, no solamente en un sentido personal, sino también conociendo de cerca su proceso creativo", aseguran desde la institución.
Su trabajo aparece reflejado en las fotografías que le muestran en su taller, la mayoría con Jacqueline, su última mujer, mostrando obras o acompañado de colegas de profesión. Además, también tomó instantáneas del artista en los toros o comiendo. Picasso se desnudó para este tipo al que cuando conoció solo dejó pasar porque había sido amigo de Capa.
"Nos caímos bien y nos fiamos el uno del otro. No le molestaba ni preguntaba qué hacía. Miraba y disparaba. Sin flash, sin hacer ruido. Con el máximo respeto", aseguró Duncan cuando acudió en 2011 al Museo Picasso de Málaga, en una entrevista para el diario El País. Al mismo medio al que confirmó que durante muchos años el pintor no le dejaba entrar en su estudio. Sería en uno de los cumpleaños de Duncan cuando Picasso, como regalo, le abrió las puertas. "Realizaba entonces su versión de las Meninas y me emocionó ver que había pintado a su perro Lumpi", aclaró.
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