Fue una noche de infarto. La votación estuvo muy reñida y al final el televoto lo cambió todo. Como estaba previsto, el cacareo de Netta Barzilai se llevó el micrófono de cristal a Israel. Su mensaje feminista, su crítica a la cosificación de la mujer y su revolución frente a los cánones de belleza establecidos, reforzada por el supuesto dominio vocal y su corpulencia física la convirtieron en la ganadora de Eurovisión 2018. Frases como “no soy tu juguete, eres un chico estúpido, te derribaré”, “no soy una muñeca”, “la Barbie tiene algo que decir” y “mujer maravillosa, nunca olvides que eres divina” sedujeron a los eurofans. Un tema muy friki que promete sonar bastante las noches de verano y que fue muy coreado en el Eurovillage.
Al final, Chipre no pudo repetir la hazaña que consiguió Salvador Sobral el año pasado en Kiev para Portugal y quedó en segundo lugar con 436 puntos. Por cierto, el instante más emocionante de la noche fue la reaparición de Sobral después del trasplante de corazón. El cantante presentó su nuevo single, Mano a mano, e interpretó Amar pelos dois acompañado por Caetano Veloso. Sin duda, el momentazo de la noche.
El espíritu de José María Iñigo pululó toda la noche por el Altice Arena de Lisboa
El espíritu de José María Iñigo pululó toda la noche por el Altice Arena de Lisboa. A las nueve en punto, Tony Aguilar y Julia Varela dieron el pistoletazo de salida agradeciendo al maestro todo lo aprendido durante estos años. No se olvidaron tampoco de otro grande, José Luis Uribarri.
Tras los fados de Ana Moura y Mariza, el lamento portugués patrimonio de la humanidad, y el desfile de banderas arrancó la verdadera final. Mélovin, el representante Ucrania, convertido en un conde Drácula del siglo XXI, surgió de un piano/ataúd para defender Under the Ladder, un tema discotequero. La actuación de Konstantin Bocharov presagiaba una noche de fuegos de artificio
Demasiado pronto, la suerte es lo que tiene, Amaia y Alfred fueron los segundos en subir al escenario del Altice Arena y quedaron en el puesto 23º con 61 puntos. La pareja hizo lo que pudo. No hubo sorpresas. Ellos estuvieron como siempre perfectos vocalmente, pero con una puesta en escena más que sosa. Durante la actuación española, la fiesta de verdad no estuvo en el Altice Arena sino en el Eurovillage desde donde se retransmitía la gala en directo. El publicó entregado a la pareja coreó Tu canción ondeando cientos de banderas.
Tras el pasteleo de la pareja española, Lea Sirk interpretó Hvala ne! El tema esloveno no pasará a la historia, como tampoco lo hará el de Lituania. Sentada en el suelo, Ieva Zasimauskaite intentó cantar When we’re old. Intentó porque desafinó y se le escaparon algunos gallos en una puesta en escena aún más sosa que la española. Cesár Sampson se coló por sorpresa con su tema Nobody but you. Austria apostó por una voz soul para intentar repetir el éxito de Conchita Wurst en 2014. Y al final casi lo consigue. Quedó en un merecido tercer lugar con 342 puntos.
Estonia apostó por un tema lírico cantado en italiano, La Forza. Elina Nechayeva, soprano de floja coloratura, cautivó a los eurofans por su puesta en escena con un impresionante vestido-mapping valorado en 65.000 euros. Un vestido con escote palabra de honor, cuerpo ajustado de lentejuelas plateadas y negras y una grandiosa falda blanca que terminaba en una larguísima cola en la que se proyectaban diferentes imágenes y efectos. Algo que ya inventó Moldavia en 2003. Otra que no pasará a la historia.
Alexander Rybak fue el primer atisbo de calidad. Su That’s how I write a song puso a bailar al Altice Arena, no en vano es una canción sencilla, pegadiza ycon una muy buena puesta en escena. Noruega apostó a caballo ganador con un gran prescriptor: Rybak. El niño mimado que ganó Eurovision en 2009 con Fairytale se conformó con ser el 15º, el televoto no le favoreció mucho.
Alexander Rybak y su That’s how I write a song puso a bailar al Altice Arena
Portugal no atinó con Claudia Pascoal y su O Jardim, el país anfitrión apostó por una balada floja y del montón, pasó del primer lugar al último. Tras el descanso, Reino Unido abrió la segunda parte de la gala con otro tema que bien podía haber sido recuperado de ediciones anteriores. La tormenta de Suri se quedó en aguacero sobre todo cuando Jimmy Jump interrumpió su actuación y le arrebató el micrófono a la cantante. Suri no quiso repetir la actuación porque se "sentía satisfecha".
Serbia, que ganó el festival en 2007 el año que debutó como país independiente, apostó por Nova Deva, un tema de aires folclóricos interpretado Sanja Ilic y Balkanika. Michael Schulte conquistó al público alemán con You let me walk alone, un tema dedicado a su padre que dejó al cantante huérfano a los 15 años y con el que Alemania peleó por el micrófono de cristal y se conformó con un honroso cuarto puesto.
El efecto Sobral provocó esta edición que muchos de los países se presentaran con canciones en su idioma
El efecto Sobral provocó esta edición que muchos de los países se presentaran con canciones en su idioma en detrimento del inglés. Bushpepa, representante de Albania, es un cantautor rockero de 33 años que saltó a la fama en Albania en 2006 por colaborar en un conocido programa de televisión, defendió con fuerza y potencia vocal Mall, un tema compuesto íntegramente en albanés.
Los primeros acordes de Mercy arrancaron una tremenda ovación del público en el Altice Arena. Interpretado por Madame Monsieur, un dúo formado por el matrimonio Émilie Satt y Jean-Karl Lucas, cuenta la historia real de un bebé que nació en Catania (Italia) durante una operación de salvamento a bordo de un barco en el Mediterráneo. Sin duda este tema era nuestro favorito (13º).
Mikolas Josef, representante de la República Checa, se atrevió con el salto mortal. Parecía que iba a cambiar su puesta en escena, pero no. Se guardó la sorpresa para la final. Josef sufrió un aparatoso accidente mientras ensayaba la puesta en escena de Lie to me que casi le lleva a abandonar. El cantante defendió con garra un tema pegadizo con reminiscencias de hip hop en el que el sonido de las trompetas cobró protagonismo que le colocó en sexta posición.
Llegó la hora de la invasión vikinga con Rasmussen, líder de la banda Hair Metal Heröes, que interpretó Higher Ground para Dinamarca. Resulta inevitable, no hay festival sin grupo friki. Australia, desde que participa en Eurovisón ha quedado en 5º, 2º y 9º puesto, y con Jessica Mauboy no iba a ser menos. Otra que levantó los ánimos del Altice Arena.
Finlandia que solo ha ganado el micrófono de cristal en 2006 participo con Saara Aalto, una joven de Oulunsalo que ha crecido rodeada de música. Escribió su primera canción con solo cinco años y en 1998 ganó el Kothka Maritime Festival para niños compositores. Por su parte Bulgaria, que el año pasado quedó en segundo lugar apostó por un grupo creado para la ocasión, Equinox, cuyo look recordaba a los Guerreros del Siam.
La canción más teatral de la noche fue la de Moldavia, DoReDos se atrevió con una puesta en escena cómica para interpretar la muy pachanguera My Luky Day. El tercer puesto del año pasado les dio alas para convertirse en la nota diferente de la noche. Suecia, que siempre acierta, presentó una puesta en escena más cercana a un videoclip que a una actuación en directo, donde las luces leds al más puro estilo ochentero fueron las protagonistas. Benjamin Ingrosso se defendió como un jabato a la hora de interpretar Dance you off.
El momento metal lo puso AWS, la banda húngara que interpreto Viszlát Nyár que precedió a Israel, la favorita para alzarse con el micrófono de cristal de Eurovisión 2018.
Holanda apostó por el country. Irlanda, con siete victorias en su palmarés, lo hizo con un protagonista de telenovela. Chipre, el plato fuerte de la noche se sirvió al final, con el postre. Foureira es la versión griega de Beyoncé. Sí, griega. Tras ser rechazada por su país, que quedó descalificado en la segunda semifinal, ella colocó a la modesta Chipre en la final. Aterrizó en Eurovisión en silencio, sin promoción, pero sus coreografías, sus movimientos y su puesta en escena sedujeron a los eurofans que desde el momento que la vieron se preguntaban cómo se puede cantar y bailar así a la vez. El Eurovillage vibró con su actuación, al igual que el Altice Arena de Lisboa. El peleado segundo puesto ha convertido a Eleni Foureira en la reina del Orgullo 2018. Ermal Meta y Fabrizio Moro cerraron la gala con la canción Non mi avete fatto niente, el tema con el que el dúo italiano ganó el Festival de San Remo y que les regaló el quinto puesto en Eurovisión 2018..
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