Nine nació como un proyecto de clase para el Lehman Engel’s BMI Music Theatre Workshop, pero, como todas las obras maestras, dejó de pertenecer a su creador, Maury Yeston, en el instante en el que el musical cobró vida.
Corría el año 1973, la historia del director bloqueado que repasa su vida a través de imágenes oníricas y surrealista, la misma que narra Fellini en su Ocho y medio, obnubiló a un adolescente Yeston. “Se convirtió en una obsesión para mí” confesó en su día al New York Times. De manera que Maury Yeston se dejó seducir por Guido, por su crisis creativa, sus problemas con los productores, con los periodistas, con los amigos y, sobre todo, con su relación con las mujeres para contar la historia de un hombre que, incapaz de soportar el peso de la vida, se aferra a los recuerdos y a los sueños.
Trabajó enloquecidamente. Nunca tuvo imaginó que aquello pudiera convertirse en un musical de culto heredero de una película de culto. Sólo escribía por el placer de escribir. Nine se estrenó en 1982 en Broadway con Raul Julia metido en la piel de Guido. Obtuvo cinco premios Tony, entre ellos el de mejor musical. Además, sus reposiciones tanto en Broadway como en el cine acumulan premios y nominaciones internacionales.
En Ocho y medio realidad y sueño se dan la mano, mezclando secuencias de carácter onírico con otras que representan lo real. El gran secreto de Nine es que siendo heredero de Ocho y medio se convirtió en un ensayo que responde a una pregunta: ¿Qué son las mujeres para los hombres?”. Por Nine pululan a ritmo de cabaret y burlesque todas las respuestas posibles y todas ellas quedan en el aire. Cada espectador sacará una conclusión. Si el maestro Fellini tituló la película con un claro juego entre el número de largometrajes que llevaba en su currículo (seis películas, dos cortos y una codirección) y la edad del niño que protagoniza su primera secuencia surrealista. Yeston, al añadir al música, sumó medio número más.
He hecho el trabajo hacia atrás para comprender el mundo de Fellini, su universo surrealista y cómo se ríe de su propia locura”
Banderas debutó en Broadway hace 15 años en una reposición Nine, el mismo que fue llevado al cine en 2009 por Rob Marshall y protagonizado por Daniel Day-Lewis. Ahora, Nine regresa a Madrid, de la mano de Showtime Producciones y con Álvaro Puertas y Roko convertidos en el matrimonio Contini. Ambos son conscientes del reto en el que se han metido. Roko, amante del cine italiano, confiesa que ha realizado “un profundo estudio de campo para componer el personaje de Luisa”. “He hecho el trabajo de ir hacia atrás para comprender el mundo de Fellini, su universo surrealista y cómo se ríe de su propia locura”, confiesa la cantante.
“Yo no he buceado tanto en la historia, ni en la película, aquí la empollona es Roko. Soy un amante de los musicales, llevo 15 años trabajando y en el fondo he intentado huir de las comparaciones, de manera que he procurado no dejarme influir por otras interpretaciones. Lo intento, pero es algo difícil. De hecho me han dicho que mi interpretación tiene algo de la de Banderas. Será porque los dos somos latinos. Él es malagueño, yo soy de Melilla”, bromea Puertas.
“No me llames empollona. Me gusta mucho el cine de Fellini…”, interrumpe la actriz.
Javier Adolfo dirige a un gran equipo creativo encabezado por Ángel Borge como director de escena, Borja Arias como responsable musical, Ender Bonilla como coreógrafo y un elenco que se completa con Patrizia Ruiz, Chanel Terrero, Marcela Paoli, Idaira Fernández, Chus Herranz, Angels Jiménez y María José Garrido.
La versión que llega el próximo 7 de junio al Teatro Amaya de Madrid no cuenta con la figura del niño y ha eliminado algunos números como “el de la prostituta cantando Ti voglio bene”, explica Roko. “Se ha retocado para darle dinamismo al musical porque es una historia que nos toca de soslayo”, añade Álvaro Puertas.
¡Cuántas Luisas Contino hay en el mundo y qué pocas tienen su valentía!
Javier Adolfo ha respetado los tiempos y coloca la acción en la década de los 60, paralela a la historia de la película. A pesar de que el verdadero protagonista es Guido, para Roko el papel de “Luisa es un dulce”. Confiesa que está aprendiendo muchísimo. “He intentado crear un arco con el personaje que cambia de principio a fin. Arranca como una esposa comprensiva y a lo largo de la historia evoluciona hasta llegar a un punto en el que ya no puede más y se convence de que no puede ayudar a Guido”.
Sostiene Álvaro Puertas que “Guido es débil de carne, débil de necesidad, no es capaz de contenerse. Desconecta su pasión de su razón y al final le pasa factura”.
“Ella le soporta muchas cosas”, interrumpe Roko. “Pero llega un momento en el que empieza a vivir su vida. ¡Cuántas Luisas Contino hay en el mundo y qué pocas tienen la valentía de tomar la decisión que ella toma!”, concluye.
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