LeBron James jugará los próximos cuatro años en Los Angeles Lakers, un fichaje que acaba de sacudir la NBA y ha cambiado el equilibrio de poder al que nos hemos acostumbrado durante el último lustro.
El jugador de Akron se embolsará 154 millones de dólares durante el tiempo que juegue en la franquicia angelina, un acuerdo anunciado por su agencia de representación. LeBron jugará por primera vez en su carrera en la salvaje Conferencia Oeste y será parte de un equipo que, a la espera de los fichajes que se van a suceder en los próximos días, no está preparado para competir por el título.
— Klutch Sports Group (@KlutchSports) 2 de julio de 2018
¿Cómo se ha producido su fichaje por los Lakers? Según cuenta Lee Jenkins de Sports Illustrated, periodista de cabecera de LeBron, el jugador estuvo conversando con Kobe Bryant, histórico de los angelinos, por teléfono y poco después recibió a Magic Johnson, otra leyenda y actual ejecutivo de los Lakers, en su mansión de Brentwood. Magic salió de casa de LeBron con el acuerdo hecho.
James deja así el equipo de su casa, pues nació a 70 kilómetros de Cleveland, y se marcha a la costa Oeste a revivir una franquicia que hace cinco años que no se mete en los Playoffs y que, pese a ello, sigue siendo la que más fácil lo tiene para atraer a las grandes figuras.
¿Qué espera a LeBron?
Los Angeles Lakers cerraron la temporada pasada con 35 victorias y 47 derrotas, uno de los 10 peores equipos del año. Fue el segundo equipo con más posesiones por partido, con 100,3, pero está claro que faltaron muchas ideas en ataque, ya que se quedaron en el puesto 23 (de 30) en cuanto a eficiencia en ataque.
Evidentemente, la llegada de LeBron va a ayudar a mejorar la capacidad para poner puntos en el marcador, por todo lo que genera cuando está en cancha incluso cuando no toca la pelota. Pese a que ya tiene 33 años, sigue siendo una de las mayores fuerzas ofensivas de la competición.
En cuanto a sus compañeros, la mayoría de ellos son jóvenes con todavía mucho por demostrar. Lonzo Ball, Kyle Kuzma, Julius Randle, Brandon Ingram, Josh Hart... todos son jugadores talentosos, pero a los que les hace falta tiempo para pulir sus talentos.
Ingram y Randle son los dos mejores de ese pequeño grupo. Ambos anotaron 16 puntos por partido la temporada pasada, líderes del equipo en este aspecto, y son piedras sobre las que construir. Sin embargo, el futuro de ambos en el equipo está en riesgo.
El primero ya suena como pieza de cambio en un posible traspaso que desembarque a alguna superestrella más en Los Angeles, mientras que el segundo es agente libre restringido, lo que quiere decir que el equipo puede igualar cualquier oferta que le llegue para quedarse al jugador.
En el banquillo estará Luke Walton. Alumno aventajado de Steve Kerr, del que fue segundo entrenador en Golden State Warriors, Walton es el segundo mejor entrenador que va a tener LeBron durante su carrera, sólo por detrás del infravalorado Erik Spoelstra.
Walton, ex jugador de los Lakers e hijo de la leyenda Bill Walton, siempre ha destacado por el trato que da a los jugadores, y a priori parece una apuesta segura que cuenta con la confianza de la planta noble de la franquicia. En cualquier caso, una mala temporada podría llevárselo por delante por la presión mediática habitual en Los Angeles.
Y ahora, ¿qué?
La decisión de LeBron James va a provocar un efecto cascada. Era el agente libre más deseado del mercado y ha llegado a un equipo que tiene un enorme espacio salarial para acometer el fichaje de alguna estrella más que acompañe al mejor jugador del mundo.
Los Lakers sólo tienen a ocho jugadores, nueve contando a LeBron, bajo contrato para la próxima temporada. El mayor salario es el del denostado Luol Deng, que no va a jugar ni un minuto más de amarillo, con 18 millones que van a acabar saliendo del balance financiero ya sea vía traspaso o con un acuerdo de rescisión.
Jóvenes como Lonzo Ball, Kuzma, o Ingram tienen todavía sus contratos de novatos, ninguno por encima de los ocho millones anuales. Si la franquicia lo desea, puede mantener a este talentoso grupo hasta el final de la temporada 2020-2021 con salarios muy por debajo del mercado.
Antes de la firma de LeBron, los Lakers tenían casi 63 millones de dólares libres para gastar en nuevos contratos. La mitad de ese hueco se lo va a comer el sueldo de James, pero todavía hay margen para darle otros 20 o 25 millones a alguna superestrella.
Ahí aparece el nombre de Kawhi Leonard, uno de los mejores jugadores de la competición. Leonard, nacido en Los Angeles, ya le ha pedido a los San Antonio Spurs que le busquen acomodo en otra franquicia, y que le den preferencia a los de amarillo.
El alero se ha pasado el año en blanco por una misteriosa lesión muscular cuyo diagnóstico le ha enfrentado a los Spurs y que va a provocar su salida de la franquicia de Texas, pese a los intentos de Gregg Popovich por retenerle.
Es cierto que comparte posición con LeBron, pero no hay duda de que, en plenitud física, es uno de los mejores jugadores ataque-defensa (two way player) de toda la NBA y su llegada permitiría a LeBron reducir su desgaste en ambos lados de la cancha.
El Oeste, aún más duro
Con el desembarco del mejor jugador del mundo en la Conferencia Oeste, la pelea se pone aún más dura. Es una conferencia en la que ya están los Warriors, vigentes campeones, los Houston Rockets, que tienen al MVP James Harden, los eternos Spurs, los emergentes Utah Jazz y New Orleans Pelicans, los durísimos Oklahoma City Thunder y Portland Trailblazers, los aspirantes Denver Nuggets y Minnesota Timberwolves... y ahora los Lakers.
Todos ellos pelearan por entrar en los Playoffs y, una vez ahí, por avanzar en unas eliminatorias que prometen ser durísimas. Ya les ocurrió a los Warriors hace dos años, cuando tras batallar en su lado del cuadro llegaron fundidos a unas finales en las que los Cavaliers de LeBron se llevaron el anillo.
Este año también le ha sucedido algo así a Houston, que ha visto como Chris Paul sufría lesiones propias del desgaste y que James Harden estaba totalmente agotado y no podía hacer mucho más.
Mientras, la Conferencia Este se acaba de convertir en un terreno plácido. Los Celtics lo tienen todo a su favor para reinar durante unas cuantas temporadas, a la espera de ver como reaccionan los Toronto Raptos y los Milwakee Bucks tras los cambios que han hecho en el banquillo.
Los Philadelphia 76ers también tienen una oportunidad de oro. Tras años siendo la vergüenza de la competición, ahora tienen un equipo plagado de jóvenes liderados por Joel Embiid y Ben Simmons, con la oportunidad de hacer algo grande y de plantarse incluso en la pelea por el anillo.
El cambio de poder en la NBA es una realidad. Un escenario nuevo que se ha producido con el movimiento de un solo jugador, el único capaz de convertir a una franquicia del montón en un serio candidato al anillo con su mera presencia. Así es LeBron James.
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