¿A qué sabe un vino sin alcohol? La respuesta, para muchos, es mejor no conocerla. El prejuicio de que el vino desalcoholizado “no sabe a nada” está bastante extendido. Sin embargo el vino sin alcohol está de camino a conseguir lo que la cerveza logró hace décadas: sabor y aceptación.
“La cosa ha cambiado mucho en estos años, cada vez hay menos diferencias con el vino normal”, dice Teresa Muñoz, responsable de comunicación de Bodegas Matarromera. Instalada en la Milla de Oro del Ribera del Duero, esta bodega lleva años trabajando para acercarse a aquel público que por muchas razones no puede tomar alcohol.
El resultado es Win, vinos elaborados a partir de vinos blancos y tintos. Por evaporaciones sale el alcohol y los aromas que luego se vuelven a introducir. Desde 2016, cuando se embotelló la primera vendimia de Win, la gama se ha ampliado y ahora ofrece un verdejo, un tempranillo (también con 12 meses de envejecimiento en barrica), un rosado y un blanco. Win.0 es un vino frizzante que, en su versión Win 5.0 mantiene un 5% de alcohol. Una edición limitada de Win.0 realizada en colaboración con la Asociación Española contra el Cáncer destinará 0,60 céntimos de cada botella a la investigación.
“Es un producto saludable destinado a mujeres embarazadas, deportistas y personas que por motivos religiosos o médicos no pueden tomar alcohol”, dice Muñoz que subraya cómo el vino sin alcohol es muy adecuado en verano para la preparación de cocktail refrescantes. Los vinos sin alcohol Win nacen en la Planta de Deconstrucción molecular de Valbuena de Duero, no muy lejos de Valladolid. Ahí, cerca del monasterio cisterciense de Santa María de Valbuena, es donde se ubica la Bodega Emina Ribera, el centro neurálgico de la casa Matarromera.
Un conjunto enoturístico donde el vino no solo se produce sino que también se disfruta. Al lado de los viñedos se encuentra el restaurante La Espadaña, el Museo del Vino y un Jardín de Variedades con las distintas uvas que se elaboran en la bodega. En la misma localidad se encuentra también el Hotel Rural Emina, inaugurado en 2010.
El catálogo de actividades se ha ampliado con la propuesta de un taller de coctelería sin alcohol y un “escape wine”, una adaptación de las “escape room”. Consiste en una visita al Museo del Vino en forma de juego participativo. Se puede participar en grupo y el juego está abierto al público familiar y a todas las edades. La visita a la bodega se convierte en una serie de preguntas y enigmas que los participantes tienen que resolver para pasar a la siguiente fase de la visita. El premio para los ganadores es una botella de vino Emina.
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