Hoy se pueden decir con empacho nostálgico muchas cosas de la serie Lou Grant acompañadas de hashtag #Periodismo. De aquellos periódicos que rezumaban ética y rigor, perros guardianes del poder. Todo un universo añorado por el cine desde el actual sumidero de píxeles fugaces, en que parecía que cada pliego salido de la rotativa iba a cambiar el mundo.
Pero la cabecera de Lou Grant es, ya en 1978, una de las metáforas más cruentas de la profesión: el ciclo de vida de la celulosa. Del pajarito del bosque que pierde su talado hogar, a la madera hecha papel en las rotativas. Dando voz a exclusivas, egos e imágenes impactantes que terminan bajo otro pajarito, pero para recoger sus excrementos en una jaula, sólo un día después.
Si eres periodista quizás te suene una persona de la que te vamos a hablar: es un redactor jefe calvete, bajito, cascarrabias, con algún problema con el alcohol, peleón con los propietarios del periódico hasta que lo despiden en un ERE. Quizás ya sepas que ese compañero de profesión se inspiró, queriendo o no, en Lou Grant. | Vídeo: M.V.
A finales de los setenta triunfaba en Estados Unidos una de las primeras series que abordan en mundo de la televisión con enorme éxito. Se trata de The Mary Tyler Moore Show. Los personajes tenían tal peso que nacieron dos spin-offs: las comedias de enredo Rhoda (1974-1978) y Phyllis (1975-1977). Pero sus creadores, James L. Brooks and Allan Burns, se dan cuenta de que si querían dar continuidad a los temas –ya de cierta enjundia dramática– tratados en The Mary Tyler Moore, era necesario volcarse en el periodista duro de su serie. A Lou Grant le ponen un periódico en Los Ángeles, tras ser despedido de su tele, tal y como le pasaría, años después al actor que lo encarnaba: Ed Asner.
Los productores no ocultan que se inspiraron en Todos los hombres del presidente para hacer esta serie y llevarla hasta casi una hora por capítulo. En aquella época, Lou Grant entra de lleno en los grandes debates y causas civiles de los Estados Unidos: proliferación nuclear, derechos de homosexuales, violencia de género o contaminación.
Y entre sus personajes, dos cuyo arquetipo se ha repetido en pantalla y en la realidad de las redacciones: la señora Pynchon, la dueña, cuyo rol quizás nos recuerde hoy al de Meryl Streep en Los papeles del Pentágono. Y el otro, el fotógrafo, Animal de apodo.
La música fue compuesta por Patrick Williams, recientemente fallecido, quien llegó a ser arreglista de Frank Sinatra. En España empezó a sonar en 1980, primero en TVE-2, una década después, en Antena 3.
Asner: un actor incómodo
La serie acabó abruptamente, en 1982. A pesar de la buena audiencia, la CBS la canceló debido al excesivo activismo político de Ed Asner, presidente de la Asociación (sindicato) de actores de televisión, que fue muy crítico con el intervencionismo estadounidense en América Latina. Los guiones se consideraban demasiado progresistas y algunas figuras del republicanismo llegaron a llamar al boicot a los productos anunciados durante la emisión de Lou Grant. La retirada del patrocinio de Kleenex (Kimberly Clark), que tenía fábricas en El Salvador, colmó el vaso. Asner, por su parte, flirteó con el comunismo y apoyó a candidatos demócratas como Obama, años después.
En la actualidad, con 88 años, es locutor de documentales sobre causas sociales y está aún convencido de la los edificios del World Trade Center fueron demolidos, no derrumbados por el atentado de los aviones tomados por Al Qaeda en 11-S. Personaje y actor terminan, en este punto, por fusionarse.
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