Diurno es también nocturno. Y es saludable, ecléctico y agradable. Este local – antiguo videoclub – en el barrio madrileño de Chueca es un todoterreno para los amantes de la cocina mediterránea con un toque internacional y cosmopolita.
Bajo los mandos del chef Luis Miguel Moreno, Diurno abre sus puertas de 10 de la mañana a 2:00 de la madrugada, media hora más los fines de semana, con su cocina abierta ininterrumpidamente para propuestas tan apetecibles como la ensaladilla rusa de San Marcos con piparras y huevas de trucha o sus croquetas de jamón ibérico.
Pero si por algo se ha abanderado este restaurante es por sus opciones healthy, elegidas por el chef para resultar equilibradas y aptas para los paladares – y estómagos – más exigentes. Uno de los primeros, el taboulé de cuscús y semillas de lino con verduras ecológicas, rúcula y salsa de yogurt consigue saciar y dejar con la sensación de haber comido sano a partes iguales.
Una ensalada de quinoa o los tagliatelle salteado con brócoli, tallarín de calabacín, nueces y trufa completan las opciones de primeros platos de este menú healthy – que no ligero, al menos en cantidad.

Tagliatelle salteado con brócoli, tallarín de calabacín, nueces y trufa.
Para continuar, el pollo crujiente con ensalada es la versión carnívora, que completan para quienes prefieran pescado un taco de salmón marinado o el tataki de bonito. De nuevo platos grandes, bien presentados y sabrosos en este menú de 22,50 euros.
Los postres vuelven a cumplir con el objetivo saludable y se puede elegir entre el yogurt griego con dados de mango y semillas de chía o el bizcocho de espelta y calabaza.

Pollo crujiente.
La “hamburguesa más sana del mundo”, una mezcla de ternera gallega con cebolla roja, quesos y lombarda acompañada de berenjenas fritas y saalsa de mostaza y uva roja, mayonesa de remolacha y ketchup de moras, es otra de las apuestas healthy de Diurno, donde la comida es lo primero pero no lo único.
Porque la música y los cócteles protagonizan cada uno de los tres ambientes del local, cuyos ventanales de cristal dejan ver de techo a suelo las calles de Chueca. Desde allí es posible conectarse al wifi, comer a cualquier hora, beber unas copas o simplemente disfrutar de ver cómo pasa la vida en uno de los barrios más bulliciosos de la capital.
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