No hay reto que se le resista. Judith Obaya se empeñó en recorrer el Sáhara de Norte a Sur en moto, luego lo hizo en bicicleta y ahora se ha propuesto cruzar corriendo el desierto africano. Serán 1.775 kilómetros en soledad, o lo que es lo mismo cuarenta maratones en cuarenta y dos días con una bandera reivindicativa: la igualdad de la mujer en el deporte.
De lograr este desafío, Judith Obaya se convertirá en la primera deportista del mundo en conseguirlo. Nadie hasta ahora, ni hombre ni mujer, ha realizado un trayecto tan largo, ni en competición ni fuera de ella. “Espero que mi esfuerzo sirva para llamar la atención sobre la injusta situación de las mujeres en el deporte”, confiesa la atleta. “Se están consiguiendo muchas cosas, pero aún estamos muy lejos de una igualdad efectiva. Es responsabilidad de todos educar, dar ejemplo, proponer referentes femeninos y facilitar su visibilidad en la sociedad. Con todas mis iniciativas y reivindicaciones, no quiero quitar nada a nadie sino que nos den a nosotras las mismas oportunidades”.
No quiero quitar nada a nadie sino que nos den a nosotras las mismas oportunidades"
Asturiana, de 50 años, estudió informática y en 1989 juró como agente de Policía. A priori, una existencia vulgar en un universo ordinario, pero la vida de Judith Obaya es de todo menos corriente. No puede parar quieta, vive en constante movimiento y maquinando una aventura nueva, si puede ser más compleja que la anterior. “Mientras el cuerpo aguante, no me planteo el cambiar dejarlo. Esto es un modo de vida. Si me parara sería como estar muerta en vida”.
Cuando le faltan días para arrancar la hazaña, se ha retrasado una semana por motivos de logística, Judith Obaya es absolutamente consciente de donde se ha metido. “El viaje en moto fue muy duro, mucho más duro que el que hice en bicicleta. No tenía experiencia en el manejo de la moto, además, llevaba 300 kilos de peso y mover aquello en los suelos blandos y por los bancales del desierto fue realmente duro. Curiosamente, cuando vi que no íbamos a conseguirlo, perdí el miedo y tiré para adelante. Entonces lo conseguí”.
Confiesa que la travesía en bici la disfrutó porque iba más despacio. “Viajé al ritmo de la naturaleza y todo fue mucho más fluido, no te voy a negar que hubo momentos duros, pero nada como lo que me espera en este tercer reto, pero estoy preparada mental y físicamente para soportarlo”.
Judith Obaya lleva trabajando para conseguir este reto desde junio de 2017. Compagina su labor de policía municipal en Oviedo con un entrenamiento de tres a seis horas todos los días de la semana, preparación que realiza a caballo entre la capital asturiana y Madrid. Tras un largo peregrinaje en busca de preparador físico, cuando nadie confiaba en ella, dio con Fernando Azurmendi. El que fuera entrenador de Fernando Alonso y Javi Villa le marcó un plan de entrenamiento semanal y una dieta estricta. Lo primordial era conseguir superar el test de resistencia, una prueba que ha preparado en Madrid puesto que “el suelo de la Casa de Campo y la altitud se parecen mucho al Sáhara”.
Tras un largo peregrinaje en busca de preparador físico, cuando nadie confiaba en ella, dio con Fernando Azurmendi
Simulando la carrera, es decir, corriendo 30 kilómetros por la mañana y 15 a última hora de la tarde, lo hizo primero durante cuatro días, después fueron siete, más tarde 9, 10, 11, 12... así hasta llegar a correr esas distancias durante 15 días seguidos. “Cuando conseguí hacer los 15 días supe que estaba preparada para superar el reto. Cuando llegas a ese nivel, dinamizas el sueño, la comida y todo. La carrera se convierte en tú trabajo”.
Judith es muy consciente de que en esta ocasión las cosas van a ser totalmente diferentes. “Sé que voy a sufrir más de lo que creo, pero también soy consciente de lo que me voy a encontrar. Si en bici estuve varios días sin encontrarme a nadie, esta vez, que voy más despacio, será peor”, reconoce.
La prueba de resistencia le ha servido para estudiar la ropa que debe llevar y para saber qué zapatillas no le harán ampollas. “Una vez que supe las que me venían bien, compré un montón de pares. Para la carrera las cambiaré cada 600 kilómetros”. Curiosamente, el modelo que mejor se adapta a su carrera, con el que no le entra arena y el que no daña sus pies no es de trail running. “Olvídate de las marcas, lo importante es encontrar las zapatillas y los calcetines que no te rocen. Igual que la ropa, que debe ir muy ajustada para que no roce con la piel con el movimiento”, explica Judith Obaya.
La prueba de resistencia le ha servido para estudiar la ropa que debe llevar y para saber qué zapatillas no le harán ampollas
Mientras llega el día, vive en lo que ella ha bautizado como descanso activo. “No me meto grandes kilometradas, voy al gimnasio hago elíptica, algo de bici y corro 15 o 20 kilómetros”. Confiesa que comparte esta pasión con su familia y que todos están muy involucrados. “Mi madre muchas veces me pregunta por lo que me toca comer, para comprármelo cuando voy a verla”.
Respecto a la alimentación, Judith Obaya está sometida a una dieta muy estricta, en la que el arroz se ha convertido en un elemento indispensable. Ha probado alimentos liofilizados aptos para este tipo de desafíos en solitario, pero su cuerpo no los tolera. "Mi dieta durante la carrera será a base de arroz, comida precocinada y suplementos elegidos por mi nutricionista deportivo".
La atleta asturiana viajará con un equipo de apoyo formado por Juan Carlos Toribio, piloto y activista medioambiental y fundador de IMU Organización Internacional para la Defensa del Motociclista, que se encargará de conducir el vehículo todo terreno de apoyo logístico y Paloma Larena, encargada de redactar el diario de la travesía, que en un futuro se convertirá en un libro.
Seducida por la belleza del paisaje y la amabilidad de su gente, Judith Obaya se ha propuesto recorrer el desierto cada año de forma diferente. “Tengo muchas ideas en la cabeza, pero no te las desvelaré para no gafarlas. La única condición es que no lo haya hecho antes nadie”, bromea la deportista. “Con la soledad de mis retos he aprendido mucho, he aprendido a no reñir por nada. Siempre estoy de buen humor y lo único que espero es ver a mis hijos felices, ser capaz de trasmitirles que las propiedades, el lujo, las apariencias, al final cansan, me gustaría que se den cuenta de que el verdadero valor radica en el respeto y la tolerancia, algo que el Sáhara te va marcando a fuego en el alma", concluye.
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