En el sur de la provincia de Lugo y el norte de la de Ourense y bañada por el curso fluvial de los ríos Miño, Sil y Cabe se encuentra la Ribeira Sacra. Es una apuesta segura para los viajeros que busquen tranquilidad y autenticidad. Ofrece una naturaleza repleta de frondosos bosques que llenan el paisaje de verdes y ocres, singulares viñedos en escarpadas laderas y unas tranquilas aguas fluviales que han formado espectaculares y profundos cañones navegables en catamarán que son ya una de las señales de identidad de este territorio. Con ingredientes como estos, la Ribeira Sacra está siendo un destino cada vez más atractivo para los viajeros que eligen Galicia.
Su demanda turística ha crecido en los últimos siete años cerca de un 50%, es una opción cada vez más elegida fuera de temporada alta y, además, acaba de alzarse como la propuesta española a Patrimonio Mundial, después de que el Consejo de Patrimonio Histórico confirmase su candidatura a esta lista de la Unesco. No es difícil entender por qué.
Una de las mayores concentraciones de arte románico en Europa
En su conjunto, es uno de los Bienes de Interés Cultural más extensos de España. Se reparte por cerca de 16.500 hectáreas protegidas, en 22 ayuntamientos y atesora también más de 1.200 bienes singulares que refuerzan su atractivo. Como herencia de los últimos 1.500 años, esta parte de Galicia cuenta con un valioso patrimonio, en el que no faltan castillos, iglesias, pazos o puentes. Su riqueza histórica se completa con restos arqueológicos pertenecientes a la Edad del Bronce y a la Edad del Hierro, así como otros que dan fe de la presencia de las legiones en este punto del extremo occidental del Imperio Romano.
Hoy en día la Ribeira Sacra puede presumir de tener una de las más amplias concentraciones del románico en Europa. Sus huellas patrimoniales ilustran la riqueza y variedad de la arquitectura de los siglos XII y XIII, llegándose a documentar un total de 85 monasterios en un área de apenas 165 metros cuadrados donde monjes y ermitaños encontraron durante siglos la calma y el sosiego que buscaban. Esa espiritualidad se respira en lugares como Santo Estevo de Ribas de Sil, antiguo convento cuyo edificio ha sido totalmente rehabilitado e integrado en la red de Paradores Nacionales, o el de San Pedro de Rocas, un templo excavado en roca viva que, en su interior, nos hace tener una sensación muy similar a la de estar en una cueva primitiva. Imprescindibles son también iglesias como la de San Paio de Diomondi o la San Miguel de Eiré, y los monasterios de Santa Cristina de Ribas de Sil o el de Santa María de Montederramo, entre otros muchos.
Navegar o ver los ríos desde miradores naturales
Hablar de la Ribeira Sacra es también referirnos a un destino singular gracias los cañones naturales creados hace millones de años en las orillas de los ríos Sil y Miño. En algunos puntos consiguen una gran profundidad y los ríos son navegables a través de cruceros en catamarán, uno de los atractivos turísticos de la zona. En las alturas abundan también los miradores naturales colgados sobre el río, ideales para la contemplación de un paisaje de inusual belleza.
En la visita a la Ribeira Sacra, es imprescindible conocer además sus ‘socalcos’, esos viñedos en laderas, que requieren un esfuerzo heroico. Son recursos únicos que solo pueden verse en este lugar de Galicia, cuna del afamado vino de Amandi, que forma parte de una de las cinco denominaciones de origen vitivinícolas de la Comunidad gallega.
Paisaje, arte y cultura, todas las bazas para ser Patrimonio Mundial
Y la Ribeira Sacra es también tierra de bosques que se convierten en perfectos reclamos para jornadas de senderismo donde se puede descubrir cómo conviven robles y castaños con alcornoques y madroños, muy poco habituales en Galicia. Es imprescindible pasear por el bosque benedictino de Santa Cristina de Ribas de Sil, en Parada de Sil; por el de Santo Estevo de Ribas de Sil, en Nogueira de Ramuín o el Bidueiral de Montederramo, que alberga uno de los bosques de abedules mejor conservados de Galicia.
Los centros históricos de A Peroxa, Pobra de Trives, Castro Caldelas, Esgos, Montederramo, Nogueira de Ramuín, Parada de Sil y Xunqueira de Espadañedo en la provincia de Ourense y Pobra de Brollón, A Teixeira, Carballedo, Chantada, Monforte de Lemos, O Saviñao, Pantón, Paradela, Portomarín, Quiroga, Ribas de Sil, Sober y Taboada en Lugo completan la excepcionalidad de este destino, uno de los más singulares del mundo.
En él, la espiritualidad que se respira en estas tierras, la elevada profusión de bienes patrimoniales religiosos y la puesta en valor de la relación entre el hombre y la naturaleza son tres de los criterios en los que se sustenta su valor universal excepcional y que le ha hecho merecedor de la candidatura a Patrimonio Mundial.
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