Pues ya se ha terminado. El fenómeno Juego de Tronos, nacido en el año 2011, ha llegado este domingo, ya lunes en España, a su final tras ocho temporadas y casi 100 capítulos que han convertido a la serie de HBO en una de las ficciones más populares de todos los tiempos.
Juego de Tronos tiene una cosa muy buena: hay una semana entre un capítulo y el siguiente. Eso, tras el cambio que ha dictado Netflix publicando todos los episodios a la vez y abocándonos a los maratones, se agradece y abre la puerta a las teorías que tanto disfrutan los fans.
En cualquier caso, ya no habrá más hipótesis porque, básicamente, ya no habrá más Juego de Tronos. Para bien o para mal, nuestros personajes favoritos ya tienen un final. Y ya se sabe, cuando se juega al juego de tronos sólo se puede ganar o morir. No hay puntos intermedios.
Convertida en un fenómeno global, el final de una serie de estas dimensiones siempre va a dejar que desear. Es muy complicado cerrar una trama tan larga, con tantos personajes, en la que todo ha quedado finalmente entrelazado y que, además, tenía que satisfacer los deseos de decenas de millones de personas. Era imposible cumplir con las expectativas pero se puede decir que Juego de Tronos no va a quedar marcada por un terrible final.
A partir de aquí, spoilers del último capítulo de la octava temporada de Juego de Tronos.
Daenerys Targaryen
Durante siete largas temporadas, ocho años de nuestras vidas, nos han contado que Daenerys Targaryen era una bellísima persona. Rompedora de Cadenas, Madre de Dragones, la Que No Arde... pero eso fue antes de que los guionistas decidieran que teníamos que odiarla.
En esta octava temporada Daenerys ha chantajeado a Jon para quedarse con el trono, ha tenido tensión con Sansa, ha amenazado con matar a Tyrion, ha quemado vivo a Varys y no ha dejado piedra sobre piedra en Desembarco del Rey.
Hay que entender ese paso a la locura, no ha sido una temporada fácil para ella. Le han matado un par de dragones, han decapitado a su mejor amiga y el hombre al que ama ha resultado ser su sobrino con derecho al trono que ella lleva persiguiendo toda la vida. Drama.
Daenerys ha terminado como tenía que terminar. Esa suerte de demente proclamación del terror vía Inmaculados no podía permitirse y Jon terminó por asesinarla frente al Trono de Hierro después de jurarle amor en una de las mejores escenas de toda la temporada. Buen final.
Jon Snow
El legítimo heredero al trono lleva temporadas sin dar pie con bola. Jon Snow tiene el síndrome del concursante de Masterchef. Lo intenta, es voluntarioso, pero no le sale y necesita que le salven el culo una y otra vez. En la Batalla de los Bastardos fue Sansa, cuando se adentra más allá del Muro es Daenerys y en Invernalia es Arya la que mata al Rey de la Noche.
Jon es un hombre honrado, pero eso a la hora de la guerra vale bien poquito. En esta octava temporada Kit Harington, el actor que interpreta a Jon, no ha tenido que echarle muchas horas para aprenderse los guiones. Sus intervenciones se han limitado a tres frases que se han ido alternando: "No quiero el trono", "tú eres mi reina" y "te amo". No ha salido de ahí.
Al menos tuvo los arrestos necesarios para acabar con la amenaza Daenerys, aunque eso le ha valido ser capturado y obligado a exiliarse en la Guardia de la Noche, donde dura bien poco. En la última escena de la serie le dejamos viajando más allá del Muro con Tormund, Fantasma y los Salvajes. Jon prometía, pero se ha terminado quedando en muy poco.
Bran Stark
Se supone que cuando uno es el Cuervo de Tres Ojos tiene ciertas responsabilidades. Bran Stark, con capacidad para ver el pasado y el presente en cualquier momento de la historia ha decidido, sin embargo, que sus habilidades iban a servir para observar fijamente a la gente y para perfeccionar el no hacer nada mientras a su alrededor se desata el caos.
El personaje del pequeño de los Stark, al menos de los que quedan vivos, personifica el jaleo que ha sido esta octava temporada de Juego de Tronos. En una conversación con Tyrion le dice que eso de ser señor de Invernalia no es para él porque él ya no era él si no que era el Cuervo de Tres Ojo. Eso sí, tardó tres segundos en aceptar el cargo de rey porque ahí ya sí era él y lo de ser Cuervo de Tres Ojos pues al final no era para tanto. Claro que sí, Bran Stark.
Sin duda, es el que ha salido ganando en el juego de tronos. Ha dejado que el resto se fueran matando entre ellos hasta que no ha quedado nadie que pudiera oponerse, con una participación en la historia bastante pobre. Genio.
Tyrion Lannister
De nuevo, los guionistas han jugado con nosotros. Igual que con Daenerys, nos hemos pasado ocho temporadas escuchando lo listo que es Tyrion, listísimo, el hombre más inteligente de Poniente. Eso sí, lleva 30 capítulos sin dar una.
Tyrion era uno de los personajes más queridos, ha vivido una temporada convulsa en la que ha terminado siendo un prisionero al que le dejan decidir quién es el rey y que monta un referéndum improvisado recién salido de una celda. El último Lannister se ha quedado al final con el cargo de Mano del Rey, supondremos que por lo bien que le fue la primera vez que ocupó el puesto.
Es verdad que ha sido uno de los mejores personajes de toda la trama y que la actuación de Peter Dinklage ha sido brillante, pero ese final traicionando a Daenerys para salvar a Jaime (entendible) y a Cersei (¿por qué?) le ha deslucido un poco.
Arya Stark
Prometía mucho y Arya no ha decepcionado. Su trama un tanto aburrida en temporadas anteriores terminó por convertirla en una asesina implacable que tenía entre ceja y ceja cumplir la misión que define al personaje: borrar el primer nombre de su lista (¿se acuerdan? Tenía una lista de gente a la que matar de la que no volvimos a saber nada).
Sin embargo, cuando va a llevar a cabo su gran anhelo de matar a Cersei se echa atrás inexplicablemente. Pese a ello, se queda con el título de heroína de la Batalla de Invernalia después de matar al Rey de la Noche y a salvar a toda la Humanidad. No es poco.
Arya, culo inquieto, decide abandonar Poniente y poner rumbo al Oeste para descubrir qué hay más allá del mar. Desde luego, los creadores de la serie lo han preparado a la perfección para que el personaje de Maise Williams sea uno de los grandes candidatos a protagonizar un spin off de Juego de Tronos. Ojalá.
Sansa Stark
The Queen in the North. Sansa lo ha conseguido. Desde la primera temporada ha querido poder, y tiene poder. En esa suerte de Conferencia de los Aliados que se monta en Desembarco del Rey exige que el Norte sea un reino aparte y lo consigue, quedándose de paso con la corona. Que el Rey sea tu hermano pequeño siempre ayuda, claro.
Sansa es otro de los grandes personajes de Juego de Tronos, por todo lo que ha evolucionado y cómo lo ha hecho. Ha pasado de dama desvalida a Reina del Norte con todas las de la ley. Salvó a Jon en la Batalla de los Bastardos, gestionó el Norte en su ausencia y supo ver desde el principio por donde iba Daenerys.
Su final, coronada por todos los señores del Norte, es perfecto para un personaje que se ha ganado con todo merecimiento la corona. Larga vida a la reina.
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