El frontón Beti Jai fue inaugurado en 1894, vivió dos décadas de esplendor y cerró sus puertas en 1919 ante el declive de la pelota. Después cayó en el olvido: fue taller, almacén, garaje e incluso un concesionario de Harley Davidson. Con el paso del tiempo, las paredes se agrietaron, la pintura se desconchó y del suelo brotaron hierbajos y hasta árboles. Pero ahora este templo de la pelota brilla de nuevo en uno de los barrios más caros de Madrid.
Situado en el número 7 de la calle Marqués de Riscal, el frontón ha revivido con una reconstrucción iniciada en 2015 y ya está a punto de comenzar la última fase. Pero sus arcos ya relucen y su pista está diáfana. Sin vegetación, sin grúas.
Si hay voluntad política, en uno o dos años podría estar abierto"
"Queda recuperar parte de la grada, los colores y las instalaciones como baños, agua, luz, aire acondicionado", cuenta a El Independiente Igor González, portavoz de la plataforma "Salvemos el Beti Jai". "Si hay voluntad política, en uno o dos años podría estar abierto, pero primero hay que esperar al nuevo Ayuntamiento y ver qué plan especial proponen".
La situación es curiosa. Y es que José Luis Martínez Almeida, probablemente el nuevo alcalde de la capital, fue el que firmó en 2011 el decreto que convirtió este frontón en un Bien de Interés Cultural en 2011, bajo el gobierno de Esperanza Aguirre en la Comunidad de Madrid. "Le estamos enormemente agradecido porque es un decreto magnífico. Ahora queremos ver si va a ser consecuente con eso que declaró y si va a respetar lo que es Beti Jai, un monumento nacional", señala Fernando Lambaru, ex pelotari aficionado y una de las voces más activas de la plataforma para la restauración de esta espectacular obra.
"El edificio está declarado dotacional deportivo, por lo que los usos tiene que ser, por ley, deportivos y culturales", asegura Igor González. Desde la plataforma quieren que se mantenga la esencia de lo que fue en su día y que no se pervierta. Aunque, obviamente, difícilmente será recuperable el ambiente de la pelota que se vivió a comienzos del siglo pasado.
Una joya en el barrio de Chamberí
Son casi 4.000 metros cuadrados en una de las zonas más preciadas, el barrio de Almagro, donde los precios de las viviendas están disparados. Por eso, para esta plataforma es un enorme triunfo haber conseguido que se restaurasen unas ruinas y evitar la construcción de pisos de lujo. "Era un solar muy goloso", admite Igor González. "Nuestra labor ha sido documentar la historia del edificio, darlo a conocer y hablar con todo tipo de instituciones públicas y privadas para que hicieran todo lo posible para recuperarlo".
Treinta millones de euros salieron de las arcas públicas para expropiar el edificio y después se iniciaron en 2015 las tareas de reconstrucción. Hasta el momento, se han invertido casi cinco millones en rescatar el frontón, cuya pista tiene 67 metros de largo, veinte de ancho y once de alto.
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