Una mañana fría de invierno, llega a la pequeña aldea de Fuentejuela de Arriba un grupo formado por tres hombres y una mujer que parecen originarios de África. Van vestidosde nativos africanos y están congelados de frío. Los escasos 15 habitantes de la localidad están aterrados, ya que la mayoría de ellos nunca había visto antes a un "negro". Lo que estos aldeanos no saben, es que sus nuevos "visitantes" están también muertos de miedo por lo peligroso que es el "hombre blanco".
La directora y guionista de esta historia, Marina Seresesky, ha contado en una entrevista concedida a El Independiente quiénes son estas personas: "Esta gente viene de ciudades y está muy preparada. Salen huyendo de sus hogares y esperan ejercer de lo que han estudiado". Sin embargo, la pequeña aldea de Fuentejuela no dispone de las oportunidades laborales que ellos están buscando.
A pesar de que los hechos contados en el largometraje Lo Nunca Visto no han sucedido realmente, la historia de sus protagonistas es algo que actualmente está pasando. Estas cuatro personas que visten con ropas de bailes regionales desean una vida mejor que en sus países de origen no pueden ofrecerles. Son un grupo de refugiados que salen de una situación difícil en la que aún están sus familias. "Nadie sale y atraviesa un océano o un mar o deja a su familia e hijos por gusto. Todos preferimos quedarnos en nuestras casas viviendo felices. Si lo hacen es porque lo necesitan", puntualiza Marina. Este grupo de bailarines tiene que integrarse para no solamente sobrevivir, sino para vivir.
Al otro lado se encuentran los aldeanos de Fuentejuela de Arriba, que están llenos de prejuicios, pero son víctimas de un problema cargado de actualidad: la despoblación rural. Muchos pueblos en España se están muriendo o desapareciendo. Cuentan con una población envejecida que está a punto de perder derechos o necesidades como es la atención médica.
Aunque la solución parezca ser que estos cuatro jóvenes africanos se queden a vivir en el pueblo, esto no es tan sencillo: "Todo lo desconocido nos da miedo, lo que nos pueda sacar de nuestra zona de confort", señala Marina. Los aldeanos sacan a relucir su racismo, algunos han empezado a quitar el polvo a su escopeta y otros muestran un racismo un poco "bien pensante", en el que no se tiene miedo a que los africanos vayan a vivir en el pueblo, pero no se confía en ellos del todo.
La directora cuenta que su objetivo es que "cada uno pueda verse reflejado en algún momento. Yo creo que sí tenemos que cambiar algunas cosas para erradicar el racismo por completo. La comedia sirve para verte reflejado, como si fuera un espejo y digas: yo también hago eso. En algún momento tengo esa actitud. Creo que hay un gran abanico porque la sociedad es así. Cualquiera va a poder verse identificado con algún personaje".
En la convivencia entre aldeanos y africanos, salen a la luz, además de sus diferencias, sus semejanzas: "Todos tenemos miedos, sueños, deseos... en esas cosas, que son las importantes, somos iguales. No hay ninguna diferencia. En esos puntos es donde hay encuentro y si dejamos que el encuentro se produzca salen grandes historias y aparece la sociedad en la que me gustaría vivir", sentencia la directora.
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