El 23 de agosto de 1939, Alemania y la URSS firmaron en Moscú el pacto Ribbentrop-Mólotov, un tratado con cláusulas de no agresión que el führer incumpliría tras la invasión de la Unión Soviética en 1941. Regresando al 39, con esta firma ambas naciones se comprometieron a resolver de forma pacífica las controversias que tuvieran entre ellas, las vinculaba de forma económica y comercial, y, lo más importante: no podían entrar a formar parte de ninguna alianza política o militar contraria al otro. Hitler y Stalin pasaban a estar en el mismo bando.
"El anuncio fue una sorpresa, eran dos ideologías totalmente opuestas", cuenta a El Independiente el historiador Rafael Álvarez. Los partidos comunistas siguieron los dictados de Moscú y "tuvieron que mantener una actitud poco crítica con el régimen nazi, ya que estaban sometidos a la Internacional Comunista".
Por su parte, las naciones con una ideología similar a Hitler "como la Italia de Mussolini o la España de Franco, estaban totalmente desinformadas. Se enteraron por la prensa". Al ser Hitler y Stalin los líderes más representativos "los países satélites no les contrariaron", explica el historiador.
A pesar de que la reunión y el posterior pacto de no agresión se hicieron públicos, Hitler y Stalin redactaron un protocolo adicional secreto donde se repartían la Europa del Este y central. De este modo, se pactó la división de Polonia y se dejó a Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania y Besarabia en el área de influencia soviética.
Apenas nueve días después de la firma del pacto Ribbentrop-Mólotov, la noche del 31 de agosto, tuvo lugar el incidente de Gleiwitz (hoy Gliwice, Polonia). Hitler encargó al Jefe de las SS, Heinrich Himmler, que diseñara una "provocación" que justificase la entrada del ejército nazi en territorio polaco.
Cuando esa noche, el jefe de la Gestapo, Reinhard Heydrich, pronunció la contraseña que daba inicio a la operación: “Grossmutter gestorben” (la abuela ha muerto), un grupo de agentes de las SS, comandados por Alfred Helmut Naujocks, ataviados con uniformes del ejército polaco, atacaron la estación de radio de esta ciudad, que por entonces era alemana, y “leyeron un texto en polaco lleno de propaganda anti alemana”, relata Rafael Álvarez.
Para hacer más convincente este presunto ataque de polacos a alemanes, los nazis dejaron los cuerpos de prisioneros de Dachau que fueron drogados y asesinados a tiros. Los nazis remataron esta terrorífica estrategia desfigurando sus rostros para que fuera imposible su identificación.
Unas horas después del "incidente" Hitler anunciaba en radio, ya el 1 de septiembre de 1939, lo siguiente: "Esta noche, tropas regulares polacas han abierto fuego contra nuestro territorio. Desde las 4:45, nuestras fuerzas han contraatacado".
Antes de que se pusiera en práctica esta estrategia para hacer creer que Polonia había atacado a Alemania, Adolf Hitler ya había anunciado sus intenciones de "proteger a los alemanes que había en la ciudad de Danzig, que era una especie de protectorado polaco", señala el historiador.
Finalmente, ese 1 de septiembre, Alemania puso en marcha su Fall Weiss (Caso Blanco), que implicaba la invasión de Polonia, y, con ello, el inicio de la Segunda Guerra Mundial en Europa.
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