"Rechazamos el Black Friday, por impuesto y ajeno a nuestra filosofía comercial, y para apoyar al pequeño comercio tradicional, exclusivo y auténtico", dice otro póster cien metros más allá, en la entrada de La Nueva Parisien.
No hay Black Friday que gane al trato humano en la tienda, que gane a lo honesto"
Sally Hambleton, florista
Según datos de la Confederación Española del Comercio (CEC), aproximadamente un 40% del pequeño y mediano comercio se unió en 2018 a los descuentos Black Friday de una forma u otra, con descuentos y promociones de todo tipo. La CEC, conformada en su mayoría por pequeños comerciantes, cree que los datos serán similares en 2019. Sin embargo, hay pequeños locales que no quieren saber nada de estos descuentos.
La moda, cómo no, vino de Estados Unidos y lo que empezó siendo un viernes se alargó después a la semana. Ahora hay tiendas en el centro de Madrid que tienen incluso su propia quincena negra. Descuentos, rebajas, sales. Pero los pequeños comercios no se pueden permitir tirar los precios para ganar más volumen de ventas. No pueden entrar en esa guerra porque no tienen margen.
"No hay Black Friday que gane al trato humano en la tienda"
"En la política del pequeño comercio no puede entrar el Black Friday", aseguran Belén y María Paz García, dueñas de La Nueva Parisien. "Mucha gente que ha entrado hoy en la tienda nos ha apoyado. Nos ha dicho que les parece muy bien nuestra filosofía. Y además, nuestro padre siempre defendió la política del pequeño comercio", añaden en esta tienda de botones y tocados con más de 120 años de historia.
Sally Hambleton, dueña de una floristería en la calle Gabriel Lobo, cree que no tiene ningún sentido que los pequeños comerciantes sigan la moda del Black Friday. "Lo respeto, pero no se deberían arrastrar por estas cosas. El pequeño comercio somos el motor de los barrios, lo que da vida, y el Black Friday es un suicidio para nosotros a largo plazo. A diferencia de las grandes superficies, no nos podemos permitir más ventas con menos margen", explica a El Independiente.
"Nosotros en la floristería ofrecemos todo hecho a mano y el cliente entiendo que nuestro producto es diferente. No podemos meternos en la lucha con los que van a vender a volumen, con las grandes superficies y las multinacionales", agrega Hambleton. "No hay Black Friday que gane al trato humano en la tienda, que gane a lo honesto. Ni yo ni compañeras que tengo como Sole Alonso o Suma Cruz lo hacen", dice en referencia a dos empresarias del sector de los trajes de novia.
"Tenemos que cuidar al cliente de toda la vida"
Isidoro Hernández, un joyero que lleva 20 años diseñando y vendiendo sus propias creaciones en el barrio de Salamanca, cree que el Black Friday es un paso más en la deformación del pequeño comercio. "Todo esto empezó con las grandes superficies, que abrían los fines de semana, devolvían el dinero... Eso arrastró al pequeño comercio a hacer lo mismo. Lo hacen por inercia. Y ahora estamos creando una red de compradores que son auténticos cazadores de descuentos", indica Isidoro, que tiene en su escaparate un cartel de "Keep Calm and don't love Black Friday".
El Black Friday no tiene nada que ver con nosotros, con nuestras tradiciones"
Arantxa Serna, de la tienda Auka
"Nosotros tenemos que cuidar al cliente de toda la vida. El cliente del pequeño comercio es fiel, es habitual. Yo no puedo vender el jueves con descuento y el viernes sin, no me parece justo para el cliente", añade. Y de la misma opinión es Arantxa Serna, dueña de Auka: "A mí esta moda me parece una falta de respeto a nuestros clientes. El comercio pequeño ya está muy debilitado, no podemos tirar piedras contra nuestro propio tejado".
Arantxa, que abrió su primera tienda en San Sebastián hace 15 años, cree que el Black Friday es únicamente una excusa para fomentar el consumismo. "Yo estoy en contra de comprar a lo bestia. Nuestra filosofía es hacer un consumo responsable, alejado de esta locura impuesta de Estados Unidos. El Black Friday no tiene nada que ver con nosotros, con nuestras tradiciones".
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