Si uno introduce el nombre de Grigory Rodchenkov en Google, la primera sugerencia del potente algoritmo es "muerte". Algo extraño si tenemos en cuenta que este ruso está vivo. ¿Cómo se puede buscar información sobre la muerte de una persona viva?
La respuesta es que Rodchenkov lleva años temiendo por su vida. Y quizás ahora no duerma a pierna suelta después de que la Agencia Mundial Antidoping (AMA) anunciara el lunes que Rusia no podrá participar el competiciones deportivas internacionales en los próximos cuatro años. Al fin y al cabo, Rodchenkov es el principal responsable de esa decisión.
Si yo no hubiera escapado de Rusia, ahora mismo estaría en una tumba, por supuesto. Es simple"
Rodchenkov a la BBC en 2018
Durante casi una década director del laboratorio antidoping de Moscú, fue él quien reveló una de las mayores tramas de doping de la historia del deporte. Desde noviembre de 2015 vive bajo un programa de testigos del FBI en algún lugar de Estados Unidos, desde donde ha señalado al mismísimo Vladimir Putin de promover el dopaje de estado.
"Por supuesto que (la orden) vino desde arriba, del presidente. Porque solo el presidente puede designar al servicio secreto para una tarea tan específica", dijo Rodchenkov en un documental del canal alemán ARD. Y Putin respondió: "Ahora tienen a este imbécil de Rodchenkov (refugiado en Estados Unidos). Este hombre tiene claramente problemas con la ley y hay que meterlo en la cárcel".
De atleta a confidente, una trayectoria de montaña rusa
Nacido el 24 de octubre de 1958 en Moscú, Rodchenkov inició una carrera como atleta y probó "casi todas las sustancias prohibidas", como admitió una vez. Fascinado por cómo reaccionaba su cuerpo con el doping, estudió química y empezó a trabajar en 1985 en el laboratorio antidoping de Moscú. Tras cambiar unos años las probetas por la industria de la computación y la energía, regresó al laboratorio en el año 2006. Empezó a "dirigir" la lucha antidoping, pero a la vez traficaba vendiendo sustancias dopantes a atletas, a los que prometía que jamás darían positivo. Siendo el director del laboratorio, era coser y cantar.
Pero cuando fue descubierto, según el mismo cuenta en el documental Ícaro, de Netflix, Rusia no le impuso un castigo ejemplar. Su cometido a partir de 2011 fue organizar una trama de doping con el objetivo de que Rusia arrasara en los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi 2014. Dicho y hecho: los rusos se colgaron 33 medallas, más que nadie, y superaron al resto de potencias invernales. Pero había truco. Bueno, trucos. Mejor en plural, porque los rusos utilizaban cualquier triquiñuela imaginable para dopar a sus atletas y que sus muestras no dieran positivo en los controles.
Un laboratorio con agujeros en la pared
Lo que hoy es el restaurante La Punto de Sochi, un lugar de madera no recomendado para paladares exquisitos, fue hace cinco años el epicentro del escándalo. Lo que hoy es cocina y barra de bar, en 2014 era el laboratorio antidoping de los Juegos. Rodchenkov era el jefe: el encargado de que todo saliera bien, el encargado de que las pruebas de los deportistas rusos que iban a dar positivo no lo hicieran. El problema que se encontraba Rodchenkov en Sochi -algo que en Moscú no le sucedía- es que había científicos y controladores de la AMA vigilando.
Así que por las noches, cuando las luces del laboratorio se apagaban, las paredes se movían. Los rusos, según Rodchenkov con la ayuda de los servicios secretos del FSB -lo que era la KGB-, construyeron el laboratorio con agujeros escondidos en las paredes y por la noche se utilizaban para introducir muestras de orina limpias. El propio Rodchenkov también se encargó de sabotear muestras introduciendo sal y gránulos de Nescafé.
Dos muertes sospechosas
La cadena alemana ARD fue la que levantó la liebre del doping en Rusia con su documental "Dossier secreto dopaje: cómo fabrica Rusia a sus campeones", emitido el 3 de diciembre de 2014, cuando Rodchenkov todavía era el mayor dirigente de la lucha antidoping en el país. Tras ese reportaje, se iniciaron varias investigaciones y la AMA decidió sancionar meses después a la Agencia Antidoping Rusia.
Un año después, en noviembre de 2015, Rodchenkov huyó de Rusia temiendo por su vida. "Necesito escapar o Putin me matará", dijo entonces a Bryan Fogel, que estaba grabando el documental Ícaro. Y se marchó a Estados Unidos: desde ahí tiró de la manta, pero hasta tal nivel que ya nadie sabe dónde vive ni que rostro tiene. En una entrevista con la BBC en 2018 apareció con un pasamontañas y gafas de sol: "Si yo no hubiera escapado de Rusia, ahora mismo estaría en una tumba, por supuesto. Es simple".
En una tumba precisamente están desde febrero de 2016 otros dos altos cargos de la lucha antidoping rusa. Nikita Kamaev falleció de un ataque al corazón poco después de renunciar a su cargo de director de la Agencia Antidoping de Rusia. Y doce días antes había muerto Vyacheslav Sinev, jefe de la agencia entre 2008 hasta 2010.
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