Escapar de la rutina, el reloj y la contaminación de una ciudad como Madrid no es tan complicado cuando se tiene un paraje natural como la sierra norte madrileña a poco más de una hora en coche desde el centro de la misma. No se trata solo de unas vistas, un paseo por el campo o un par de fotos en algún monumento. Esta zona se divide en diferentes alturas desde la Sierra del Rincón, pasando por el amplio Valle del Lozoya hasta la Sierra de la Cabrera o el Valle del Jarama, compuesta cada una de ellas de conjuntos de pueblos que esconden mucho más que una bonita postal.
La historia de sus monumentos, las rutas que esconden rincones poco transitados y de hermosa belleza, piscinas naturales y embalses donde disfrutar de momentos familiares, la paz de sus pequeños arroyos y una placentera comida en la naturaleza, son algunos de los aspectos a tener en cuenta para visitar los pueblos citados a continuación y guardar en la mochila una experiencia de desconexión y disfrute sin necesidad de largas horas de viaje ni planificación exagerada.
La Hiruela
Al noroeste de la provincia de Madrid y con poco más de 50
habitantes se encuentra La Hiruela, este pequeño pueblo cerca de las aguas del
Jarama tiene ciertos rincones con encanto en los que perderte y descubrir parte
de la historia que rodea el lugar. La Iglesia Parroquial de San Miguel
Arcángel, el robledal de La Hiruela, la carbonera o el museo etnológico son
algunos puntos que no te puedes saltar en tu escapada por el norte de la capital.
En cuanto a gastronomía, el restaurante Casa Aldaba se especializa en la cocina
tradicional y de temporada, con énfasis en la caza, las setas, los platos de
cuchara y las tartas caseras. Pero su jabalí guisado a “la antigua”, a base de
carne magra de pierna y paletilla de jabalí, aceite de oliva virgen extra, vino
tinto del año, moscatel, mostaza, ciruelas pasas, pimienta negra y hierbas
aromáticas crea uno de los manjares más reconocidos de este local y del pueblo
de La Hiruela.
Montejo de la Sierra
Protegido entre la Sierra del Rincón y la Sierra Norte se
sitúa Montejo de la Sierra con el único bosque de hayas de la Comunidad de
Madrid. Una caminata pasando por la ermita de Nazaret o la ruta en dirección
norte hacia la Dehesa Boyal son ideales para recargar energía en plena
naturaleza y respirar un aire limpio acompañado de increíbles vistas. De esta
forma, el estómago también necesitará recargar las pilas y una de las opciones
más visitadas y recomendadas es comer un asadillo de pimientos caramelizados y
melva canutera en el restaurante Monte del Tejo. En este lugar además de este
manjar se puede disfrutar de especialidades basadas en platos tradicionales
pero con un estilo innovador y vanguardista como el cochifrito confitado,
alcachofas con tartufo o sus croquetas cremosas.
Buitrago de Lozoya
En pleno Valle Del Lozoya y ejerciendo desde la Edad Media
como uno de los principales núcleos de trashumancia en la Comunidad de Madrid, se
encuentra Buitrago de Lozoya. El agua es uno de los principales atractivos de
este lugar, empezando por pasar un día de desconexión en sus magníficas
piscinas naturales y terminando por una ruta hacia la presa de Riosequillo.
Otras zonas de visita son la Parroquia de Santa María y el Puente Viejo que ,aunque
deteriorados por el paso de los años, siguen transmitiendo esa peculiar magia
de la historia. Sin embargo, entre tanta visita no puede faltar un buen almuerzo
en el restaurante El Espolón que, con una cocina totalmente serrana, ofrece sus
judiones con chorizo, oreja, panceta y morcilla como plato estrella, pero sin
olvidar a sus clientes veganos y vegetarianos que previo aviso pueden disfrutar
de una buena comida en este lugar.
La Cabrera
Aún limitando con Guadalajara y Segovia, el municipio de La
Cabrera es madrileño y perteneciente a la zona más turística de la Sierra
Norte. Si los restos
neolíticos del Cancho Gordo y el castro del Cerro de la Cabeza o la necrópolis cristiano-medieval de la Tumba del Moro no fuesen
suficientes para dejar a los visitantes con ganas de volver, un restaurante
llamado Cachivache ha decidido cautivar las papilas gustativas de sus clientes
con una cocina mediterránea bañada en pinceladas italianas que le dan un toque
de lo más original. Sería pecado volver a casa sin haber probado su plato
líder: Raviolacci de calabaza con salsa de boletus, una pasta de elaboración
casera en la que se añade la calabaza de su propia huerta y una salsa a base de
boletus, cebolla, nata, sal y pimienta.
Gandullas
Gandullas se esconde en una de las zonas más desconocidas de
la sierra madrileña y a su vez también una de las más bellas en cuanto a su
paisaje. Se trata de una zona de contrastes cromáticas y paisajísticos que
envuelve a sus visitantes en un aura de desconexión cuando llegan de ciudades
tan ruidosas y pobladas como Madrid. El mejor plan para este lugar es hacer
alguna ruta por la denominada “sierra pobre” y comer un bacalao serrano en la
Posada de La Fragua. Un lomo de bacalao con salsa de pimientos rojos asados que
no deja indiferente a quien lo paladea. No hay mucho más que añadir cuando el propio
restaurante se compromete a “calmar el hambre y la sed del viajero”.
Pinilla del Valle
Atravesada por el río Lozoya, y protegida por los Altos del
Hontanar y las cumbres de Guadarrama, Pinilla del Valle esconde pedazos de la
más remota historia en sus famosas cuevas donde se han encontrado restos del
Paleolítico y la Edad de Bronce. Se podría decir hay una historia detrás de
cada muro, entre los que también se incluye el de uno de sus restaurantes. El
Corralón del Embalse, ahora un entrañable y acogedor restaurante, era un
antiguo pajar al borde del Embalse de Pinilla. En su carta destaca la cocina
tradicional elaborada con calma y materias primas de la mejor calidad.
Judiones, cordero, setas o cochinillo son algunos de los platos tradicionales
que ofrecen, pero hay una estrella que no se podría pasar por alto en esta
escapada, las Patatas Barreras. Patatas del huerto del propio valle de Lozoya,
los torreznos adobados, la cebolla, los ajos, el laurel, el pimentón de la
vera, la sal y el aceite de oliva componen esta obra de arte para el estómago,
que probablemente te haga repetir destino en próximas escapadas.
Rascafría
En la cabecera del valle alto del Lozoya y conformando uno de
los municipios más extensos de la Comunidad de Madrid se encuentra Rascafría.
Este paraje seduce al viajero que lo visita de manera instantánea, y uno de los
paseos indiscutibles que contribuye a ello es el camino o ruta a la Cascada del
Purgatorio, plagado de bosque, ríos y arroyos que despertarán tus sentidos y…
probablemente también tu apetito. Es por ello, que su cocina destacada entre
los visitantes por ser tradicional y elaborada en su mayoría con productos
locales. El restaurante El Candil es uno de los locales donde disfrutar de esta
gastronomía y en concreto de su plato estrella: la gallina en pepitoria.
Gallina, ajo, cebolla, vino, perejil, nuez moscada, jamón y clara de huevo
picados y un majado de almendras tostadas y yemas que harán de tu escapada a
este pueblo una experiencia inolvidable para el paladar.